Una niña linda y muy dulce de once años que veía muchas películas románticas y luego de ver tantas junto a su madre decidió que quería tener algo así. Lo que esa pequeña niña no sabía era que no todos los chicos son como esas tontas películas, pero aun así quiso intentarlo.
La pequeña había creído en todas esas ilusiones, esos amores de cuentos de hadas, ese príncipe azul que alguna vez creyó que tocaría su puerta, lo buscaba en todos lados para ver si sería real, y jamás llegó y ella jamás lo encontró.
Unos años más tarde, la pequeña ya no era la misma, sabía que esas historias eran completamente falsas y que esos amores sólo ocurrían en la televisión, cambió de cierta forma, estaba feliz como era. Iba a la escuela todos los días sin falta, se volvió una chica muy fuerte y segura de sí misma...pero había algo que le faltaba, algo que todos tenían menos ella...amor, y desde ese momento su esperanza volvió a crecer.
En ese mismo año, había conocido a otro chico, su nombre era Stiles Stilinski, un chico muy torpe, tierno y gracioso. No había pasado mucho desde que su relación había terminado, y no estaba preparada para volver a sentir lo que alguna vez sintió y por lo que alguna vez se imaginó, pero terminó enamorándose de ese castaño con lunares en todo su rostro. Pasaban mucho tiempo juntos, demasiado, diría todo el mundo, pero eso no les importaba, compartieron sonrisas, llantos, tristezas, alegrías, travesuras y chistes...todo juntos y ellos estaban totalmente encantados.
Conocieron a Scott y ahora el grupo crecía cada vez más, ya no tenían catorce, ahora tenían dieciocho años, la chica aún seguía hechizada por el castaño, pero nunca se atrevió a decírselo, ¿por qué?...porque hace años ese chico le había confesado que estaba encantado por cierta rubio fresa, la chica más popular de toda la escuela, Lydia Martín, y no lo culpaba...es mucho más hermosa comparada con ella. Sabía que los sentimientos de Stiles jamás iban a cambiar, eran amigos y nada más que eso...ella terminó aceptándolo.
—¿Cuándo le dirás?— preguntó una voz frente a ella, estaba tan sumergida en sus pensamientos que no escuchó cuando su hermano de otra madre se sentó frente a ella.
—Nunca, Scott. Él ama con locura a Lydia y yo...jamás cambiaré eso— le dio una sonrisa forzada y su mirada volvió a su almuerzo, no lo había tocado desde que se había sentado hace quince minutos.
—¿Por qué dices eso, Zara?— preguntó algo enojado, la chica sólo soltó un suspiro lleno de tristeza...ya no quería hablar sobre el tema.
—Scott, mírame, soy patética, mi cabello es un desastre, no tengo una buena figura como la tiene Lydia...no soy nada comparada con ella y Stiles está muy enamorado de ella...no soy ella— siguió jugando con su comida y el lobo molesto se sentó a su lado.
—Tienes razón. No eres ella...— tomó el mentón de la pelinegra haciendo que lo mire con atención —Eres mucho mejor que ella. Eres Zara Stones, la chica más fantástica de todo Beacon Hills, la más valiente, la más cariñosa, amable, tierna, esa que siempre busca una manera de ayudar a una persona que es muy importante para ella, la más graciosa y hermosa de todas— colocó su mano en la mejilla de la chica y ella suspiró.
—Eres el único que puede ver eso, Scotty. Nadie más lo hace— sonrió forzadamente, su corazón se estaba rompiendo poco a poco y ella no lo sabía.
—Claro que no. Allison, Danny, Isaac y Stiles también lo saben— la chica soltó una risa sarcástica, sabía que era cierto, pero el de lunares jamás la amaría como ama a Lydia.
—Gracias, Scotty. Debo irme— besó su mejilla y tomó la bandeja junto con su mochila y echó todo su almuerzo al basurero, dejó la bandeja y salió de la cafetería con un dolor en el pecho —Aunque me lo digas...jamás se lo diré, Scotty.
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One-shots•Teen Wolf
WerewolfComo leyeron el título chicas, estaré escribiendo unas historias muy cortas de algunos personajes de Teen Wolf. Soy un poco nueva en esto así que...no seré tan buena como las otras escritoras. No acepto pedidos. Todos los oneshots son escritos por m...