CAPÍTULO 9

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"El panorama para el pueblo no es muy alentador, el día de mañana se pronostica un día parcialmente nublado y lluvias a lo largo de la semana con altas posibilidades de tormenta, les recomendamos que tomen las precauciones necesarias para prevenir accidentes durante este temporal, se avecinan tiempos difíciles para nuestro pueblo".

- sección del clima, noticiero radial de Ágora -.

Estaba sentada sobre una de las bancas de madera, enfocada en limar perfectamente mis uñas, el recinto estaba oscuro, pero tenía la claridad suficiente gracias a los rayos de luz de luna que se infiltraban por los ventanales, la frialdad de la noche hacia su presencia dentro del templo, las puertas y ventanas estaban selladas, el sonido de la lluvia en el interior parecía tan solo un murmullo, el altar de la iglesia permanecía iluminado por las llamas efusivas de las veladoras.

- ¡HAAAA!! -.

El alarido producto del dolor, impregnó todo el recinto y fue entonces cuando desenfoqué por un momento la atención de la simetría de mis uñas, para ver por el rabillo del ojo lo que ocurría.

Dybbuk sujetaba con su mano derecha la cabeza del sacerdote, sus dedos se encontraban enredados entre la cabellera blanca del anciano, - ¡Dinos donde está!, ¡en que parte del pueblo se esconden, hijo de perra! -, susurro Dybbuk al oído del anciano, pero la acústica del lugar permitió que todos escucháramos claramente.

- ¡no se de quienes me está hablando! -, respondió el sacerdote entre sollozos, lágrimas y sangre saliendo de su boca.

Como reacción a una respuesta que Dybbuk no esperaba, sumergió una vez más la cabeza del sacerdote en la pila bautismal, el agua se rebosaba del recipiente mientras el cuerpo del hombre se estremecía, sus piernas y brazos se movían desesperadamente producto de sus reflejos. Dybbuk era un hombre que le fascinaba las torturas, un anciano de 60 años que no contaba con la fuerza suficiente para defenderse, le resultaba un juguete espectacular.

El torturador saco una vez más la cabeza del anciano, este abrió la boca y tomó una gran bocanada de aire, - escúchame Andrés, no vale la pena que los ocultes, tarde o temprano nos enfrentaremos a ellos y la semilla será nuestra -, comentó Dybbuk.

Su cuerpo robusto y su gran estatura lo hacía parecer un tanque de guerra, su barba tupida tapaba gran parte de su cuello, en su calva brillante se reflejaba la luz de las veladoras, siempre cargaba con collares exagerados que repiqueteaba con sus movimientos, sus joyas estaban hechas en oro al igual que sus anillos con los que adornaban cada uno de sus dedos; aunque rara vez se notaba que hiciera esfuerzo, su piel blanca tendía a enrojecerse con mayor facilidad que al resto de nosotros.

- ¡están equivocados!, ¡no tengo idea de que están hablando!, ¡se los juro que no sé de qué personas hablan! -, respondió Andrés entrecortando sus palabras por el llanto, - o ¡a qué semilla se refieren! -.

- ¿qué dices Muriel?, ¿será que dice la verdad? -, preguntó Dybbuk mientras me miraba con una sonrisa macabra.

- ¡no lo sé animal!, se supone que ese es tu trabajo -, respondí con arrogancia, - solo sácale la información -.

- niños por favor no se peleen -, añadió Mefistófeles; que al igual que yo, se había mantenido aislado de la situación por el momento, él se encontraba de rodillas en el altar, dando la espalda a todo lo que ocurría, mirando fijamente las imágenes de yeso que adoraban los habitantes del pueblo.

El tanque de guerra torturador sujetó una vez más la cabeza de Andrés con fuerza, lo miró brevemente y la precipitó con fuerza sobre el borde de la pila bautismal, el impacto fue tan brutal que algunos fragmentos de la pila cayeron al piso.

El sacerdote se quejaba, sus ojos se ponían en blanco y su cuerpo perdía rápidamente las pocas fuerzas que le quedaban. La barrera que había conjurado Mefistófeles evitaba que cualquier sonido o lamento pudiera salir de la iglesia.

- creo que es momento que terminemos con esto, el viejo no va a decirnos nada -, comentó Mefistófeles mientras giraba e indicaba a Dybbuk con una mirada lo que tenía que hacer.

El bárbaro tomó al anciano ya moribundo, que derramaba sangre hasta más no poder por las heridas de su rostro y boca; coloco Andrés de rodillas y se posó detrás de él, pasando su brazo izquierdo por la garganta del sacerdote, mientras que con el brazo derecho sujetaba la cabeza.

- ¿alguna última cosa que decir? -, preguntó Dybbuk.

El sacerdote me miró a los ojos y dijo: - Aunque ande por el valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno -, Dybbuk soltó una risita mientras que el anciano cerró sus ojos y continuó: - porque Tú estás conmigo; Tu vara y Tu cayado me infunden aliento -.

El bárbaro hizo un movimiento rápido con sus brazos, rompiendo al instante el cuello del anciano; el sonido de los huesos quebrándose resonaron por cada rincón de la iglesia y el cuerpo inerte del hombre de 60 años cayó en la frialdad del piso.

- quizás el anciano tenía razón -, comentó Mefistófeles mientras se persignaba y se ponía de pie, - no tenía idea de que le estábamos hablando -, al girar se podía apreciar por completo su apariencia; de todos nosotros era el que lucía más joven, perfectamente podría ser confundido con un chico de unos 25 años, su pelo rubio siempre permanecía bien peinado, su piel blanca era suave y perfecta, sus labios rozagantes resaltaban al igual que el azul celeste de sus ojos, su cuerpo no era grueso, pero si se encontraba bastante definido, sin embargo el blazer negro que vestía no permitía apreciar esa característica. - pero no podíamos simplemente irnos como si nada, después de lo que le habíamos hecho, no sabíamos si quizás nos delataría con el vaticano, y en ese caso las cosas si se hubieran colocado feas para nosotros -, comentó mientras sonreía pícaramente.

- ¡lo sé! -, respondí, - sigo investigando por mi cuenta, localizo a la chica -.

- ¿ya intentaste rastrear su esencia? -, intervino Dybbuk.

- ¡claro que sí!, fue lo primero que hice, pero cuando regresé al lugar el rastro había desaparecido, la lluvia lo borro por completo -, contesté.

- entiendo que por la emoción de la batalla no pensaste en llevar contigo algo para localizarlos más tarde -, comentó el joven rubio mientras se acercaba a mí y frotaba su mano sobre mi pierna derecha. - pero sabes que no tolero los errores, por esta ocasión lo pasaré por alto, pero espero que si te llegas a encontrar de nuevo con alguno de ellos seas más precavida -, agregó, - y no descanses hasta encontrar a él celestial o a la chica -, dijo Mefistófeles mientras acariciaba mi rostro con su mano.

- y la próxima vez por lo menos destruye al celestial -, agregó Dybbuk con una risa irónica.

El joven giró y esta vez se dirigió a Dybbuk, - bueno, es momento de marcharnos, amigo mío, te dejaré encargado del anciano, te sugiero que lo utilices ya que tú eres muy creativo y el más dramático de nosotros -.

- ¿no crees que encontrar un sacerdote muerto llamará la atención del vaticano? -, dijo Dybbuk.

- por supuesto que si miamigo, pero en comparación a que el anciano los hubiera alertado, tendremosmucho más tiempo para reaccionar -, contestó mientras se metía las manos a los bolsillos y hacía un gesto de despreocupación. Mientras se alejaba de la escena de muerte dijo: - recuerda, es necesario mandarles un mensaje a loscelestiales, que sepan que no se la vamos a dejar fácil -.

CELESTIAL: El encuentro de dos Mundos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora