CAPÍTULO 11

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"y así fue como el primer hombre y la primera mujer fueron desterrados del Edén, aquel ser perfecto que fue manchado por el pecado. Cerrando tras su salida, las compuertas del paraíso hasta el día en que el creador decida que son dignos de regresar.

Mientras ese momento llega, el jardín del Edén estará oculto de los ojos del hombre, bajo la sombra de las civilizaciones emergentes, enterrado como un gran tesoro cuya ubicación se desconoce; a la espera de poder regocijar con su abundancia y tierra fértil al legítimo hijo del creador".

- fragmento del libro sagrado -.

El día estaba avanzado, el cielo había sido despojado del espeso manto gris que lo cubría, la briza fría no era más que un vago recuerdo de la mañana que fue exiliado por las cálidas ráfagas del viento de la tarde; las hojas de las copas de los árboles se estremecían sumisas a la voluntad de las corrientes de aire, los rayos del sol ingresaban por el ventanal, habían recorrido la mitad de la habitación e impregnando a su paso la calidez del día.

Mantenía mi antebrazo apoyado sobre el cristal del ventanal mientras frotaba impacientemente mis dedos entre sí, mi otra mano reposaba oculta dentro del bolsillo de mi pantalón, en el exterior se contemplaba un lugar desolado, un paisaje monótono lleno de frondosos árboles con follaje de diferentes tonos de verde, algunas cruces de cemento que reposaban erguidas en el suelo estaban desgastadas; el paso de los años les habían cobrado la cuenta, las varillas expuestas habían sido consumidas por la corrosión y la humedad pigmentaba parches oscuros sobre la superficie.

La puerta se abrió de par en par, el repiqueteo de las bisagras oxidadas era inevitable de escuchar, mientras que las dos hojas de la puerta se separaban; Muriel hacía su aparición en el recinto, - perdón por llegar tarde, necesitaba retocar mi labial -, por medio del reflejo del cristal enfoqué el interior del lugar, mi hermosa imagen obstruía parte del panorama, pero lograba presencial el ingreso de la chica rubia esquivando algunas telarañas y evitando tocar los muebles viejos; los chirridos de la madera del piso nos notificaban del avance de la chica, una vez que los sonidos cesaron respondí: - no te preocupes, no eres la última -, dije mientras giraba para dirigirme a los miembros presentes, - desafortunadamente Ravana no ha llegado y debido a la hora que es, dudo que haga presencia -.

- y ¿Dónde está Astaroth? -.

- ¿en serio preguntas por él?, si no ha venido Ravana mucho menos vendrá ese, "sabes lo activo que es"-, contestó Dybbuk mientras examinaba a detalle un reloj dorado.

- ¿de dónde sacaste eso? -, contestó Muriel mientras se dirigía hasta la mesa donde el hombre robusto tenía más cosas.

Me retiré del ventanal y caminé hasta alcanzar el sillón de cuero rojo que se encontraba bastante desgastado por el abandono, - ¡¿hurtaste las pertenencias del sacerdote?! -, exclamó la mujer mientras hurgaba en las nuevas adquisiciones de Dybbuk.

- ¡oye!, necesitaba que pareciera un crimen, además ya no las va a necesitar y una prenda tan cara luce mejor en mi -, respondió el barbado mientras le arrojaba una risita macabra a Muriel.

- ¡¿PODEMOS EMPEZAR YA?!, estoy harto de tanta espera -, la queja provenía de Loa quien hacía su aparición desde un rincón oscuro, vistiendo un suéter negro muy ajustado que marcaba sus firmes músculos, la hebilla reluciente de su cinturón emitió un resplandor enceguecedor por un instante, sus Jeans oscuros encajaban por dentro de las botas de cuero negro amarradas con un nudo efectivo, los pasos del hombre mientras se acercaba eran contundentes, carentes de toda discreción, se detuvo cerca de mí y cruzó los brazos, los tatuajes que contrastaban con su piel morena recorrían sus extremidades exponiendo los gustos artísticos del individuo.

- ¡cálmate quieres!, yo llegue primero que tú, así que tengo más tiempo esperando -, dijo Iblis, una chica de piel oscura y con algo de sobrepeso, que ponía a prueba la resistencia del banco desgastado por termitas donde ella permaneció todo el tiempo sentada devorando una caja de donuts, - ¡!NO ME DIGAS QUE HACER!, ¡GORDA! -, respondió Loa salpicando algunas gotas de saliva, - lo que pasa es que eres un maldito amargado -, continuo Iblis mientras que movía por el aire la dona a medio comer de un lado a otro, en su cara regordeta destacaba una ancha nariz y labios carnosos, sus ojos parecían ser pequeños puntos para el resto de sus facciones, además el flequillo que dejaba caer en su frente no la ayudaba, la corta cola de caballo con la que recogía su cabellos daba latigazos cada vez que movía bruscamente su cabeza, y las grandes argollas doradas que colgaban de sus orejas se mantenían en un constante bamboleo.

- ¡retira tus palabras!, ¡PERRA! -, dijo Loa mientras invocaba su arma de luz, - perra no, ¡perrisima cariño!, y no tuya -, respondió Iblis mientras chasqueaba sus dedos con un movimiento zigzagueante.

- ¡ya basta! -, comenté mientras les propinaba una mirada de desaprobación. Lao me miró por un instante y desvaneció su arma, cruzó nuevamente sus brazos mientras quedaba en silencio, - ¡huy!, ¡los regañaron! -, comentó Dybbuk mientras se reía sutilmente con complicidad de Muriel.

- no entiendo por qué consumes eso, sabes que nuestros cuerpos no requieren de alimento terrenal -.

- lo sé, pero me gusta la sensación que causa en mi boca -, respondió Iblis mientras consumía el último pedazo de la última Donut, - además me ayuda a camuflarme entre los terrenales cuando quiero ser visible -.

- sacude tu sudadera, tienes algo de azúcar en ella -, la chica acató mi sugerencia y de inmediato empezó a sacudir cualquier rastro de alimento pasando sus manos sobre su ropa, - todos ustedes se comportan como un grupo de niños terrenales, porque no son un poco más maduros como yo -.

Todos permanecieron en silencio por un rato, - si discutimos entre nosotros, será más fácil que nos ganen. sí nos ganan tendremos que olvidarnos de todo aquello que queremos conseguir -, hice una pausa para luego retomar, - yo me encargaré de trasmitirle a los que faltan la información que se hable en esta reunión -.

- ¿qué tan cierto es que el celestial está vivo? -, preguntó Loa.

- a pesar de lo que creíamos, es verdad; el presentimiento de Muriel fue acertado y precisamente ella fue quien tuvo el primer encuentro con Eudram -, comenté mientras me acomodaba en el asiento y cruzaba mis piernas.

- y no salió muy bien librada, el celestial la metió en apuros -, agregó Dybbuk exponiendo en modo de burla la derrota de su compañera.

La chica empujó la cabeza del infernal mientras que este seguía examinando el botín, - su forma física está bien, pero su mente es otra historia, tal parece que no recuerda ni siquiera lo que es y de alguna forma está ahora junto a una terrenal, a la cual parece que protege -, dijo Muriel.

- creo que debemos buscar a la chica, podría ser de utilidad; generar con ella una distracción, así nos quitaremos de encima por un momento a los celestiales... -, comenté hasta que fui interrumpido.

- y tendremos más tiempo para localizar la semilla sin que nos interrumpan -, concluyó Loa, de inmediato le propine una mirada de disgusto, - lo siento, no quería interrumpirte -.

- a esta hora los habitantes de este pueblo deben de estar enterados de la muerte del sacerdote y empezarán los preparativos para enterrarlo -, comenté.

- ¿eso no será un problema? -, pregunto Iblis.

- solo si nos quedamos a holgazanear. Mientras el vaticano se entera y verifican que la muerte no es producto de eventos terrenales transcurrirá un lapso que nos beneficiará -.

- en pocas palabras actuar rápido es esencial, buscar a la chica, distraer a los celestiales y conseguir la semilla, ¿verdad? -, repuso Iblis.

Confirme la información con un gesto, - ¿qué información nueva tienen de la semilla? -.

- sin novedades, su presencia sigue desvanecida desde la última vez, pero seguimos barriendo el perímetro en busca de cualquier pista -, respondió Loa.

- triste noticia, pero eso quiere decir que ninguno de los bandos tiene la semilla, así que continuamos en el juego -, contesté mientras serraba los ojos y recostaba mi cabeza en el espaldar del sillón, - apenas tenga información nueva quiero que me la hagan saber, estaré en contacto con ustedes en el caso de que requieran nuevas instrucciones, pueden retirarse -.

CELESTIAL: El encuentro de dos Mundos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora