"Y al final de tus días enviaré a un ser celeste que pondré delante de ti, para que proteja tu espíritu y guíe con su luz tu ascenso al paraíso. Este ser estará encargado de combatir la oscuridad que te pueda acechar, pues su misión es garantizar que te regocijes en el lugar que he preparado para ti".
- fragmento del libro sagrado -.
Al bajar del carro de Adal, caminé hasta la casa para abrir la puerta, mi amigo había salido de la cabina del carro para hurgar entre las cosas que tenía en el baúl de su automóvil. Al ingresar a la casa todo estaba en silencio, pacho había despertado al escucharme, pero no hizo más que mirarme de reojo mientras se estiraba en busca de una mejor posición sobre el sofá.
- ¿Dónde está Eudram? -, le pregunté al felino como si este fuera a responderme, el gato solo me miró con sus ojos entrecerrados por un instante y me respondió con un perezoso maullido.
La oscuridad de la noche empezaba a infiltrarse en la casa, caminé hasta los interruptores para poder encender las luces mientras limpiaba mi nariz de residuos de mocos con la ayuda de un pañuelo, mis ojos se sentían un poco hinchados e irritados producto de todo una tarde llorando al despedir el cuerpo del sacerdote Andrés, era una noticia difícil de procesar, durante el entierro notifiqué a mi madre sobre el deceso, pero hasta la última vez que revisé mi teléfono ella aun no veía los mensajes.
Estaba segura de que apenas los viera entraría en llanto, lo más probable sería que me llamara para darle la noticia con más detalle. Adal entró a la casa sosteniendo una caja, la misma que llevaba ayer a la misa campal.
- has paseado por todos lados esa caja, ¿Qué llevas ahí dentro? -.
- son unas reliquias de mi abuelo, un par de cuchillos que adquirió cuando viajó a la india, son de las pocas pertenencias que aún conservamos de él, mi papá pidió que las mandara a pulir, pero con todo lo que ha pasado he aplazado la tarea -.
Adal caminó hasta la cocina, colocó la caja sobre la barra y sacó de ellas lo que en realidad era un par de dagas, al acercarme noté como el mango de madera estaba oscuro y con aspecto blando, las hojas estaban sin filo y oxidadas.
- si agredes a alguien con alguna de esas, ¿lo mataras por la gravedad de la herida o por infección? -.
Adal se rio, - me agrada que estés recuperando tu sentido del humor -.
Dejé escapar un pequeño gesto de aprobación y caminé hasta las puertas corredizas, en el reflejo del cristal me encontraba yo, vestida de negro de pies a cabeza, sosteniendo un pañuelo blanco y con el pelo recogido en una cola de caballo.
Salí al jardín para tomar un poco de aire, preguntándome dónde estaría Eudram, había quedado en la casa, pero hasta el momento no había dado señales de vida. Caminé hasta la mitad del jardín hasta que al fin escuché su voz.
- ¿cómo les fue? -.
Miré en diferentes direcciones, pero no lo hallé, - ¡aquí arriba! -, contestó de nuevo, al alzar la mirada Eudram se encontraba sin camisa, sentado sobre el tejado mirando la caída del sol y el despertar del cielo nocturno.
- ¿cómo llegaste allá arriba?, Eudram me miró de soslayo y se rio, el chico se puso de pie y se impulsó hacia el vacío, di un paso atrás y ahogué un grito, en mitad del aire, el cuerpo del chico propagó un destello que anunció la aparición de su par de alas, las cuales con un par de abanicadas garantizó un suave descenso del voluptuoso cuerpo de Eudram.
Una vez que aterrizó las alas se recogieron desapareciendo en mitad de un brillo, justo como hicieron aparición, - olvidaba que tenías un par de esas -, comenté mientras me acercaba a él, - ya entiendo cómo funcionan -, Eudram extinguió la distancia que había entre nosotros y me aprisionó entre un abrazo, - lamento tu pérdida y comprendo tu dolor -, su cuerpo estaba caliente, mis manos palpaban encantadas cada uno de los contornos de sus abdominales, - gracias por tus palabras -, dije al alzar la mirada, él se encontraba contemplándome con su perfecto rostro, y sus labios me empezaron a atraer como el imán al metal, lentamente nuestras cabezas se aproximaban entre sí hasta que un juego extra de manos hizo su aparición.
ESTÁS LEYENDO
CELESTIAL: El encuentro de dos Mundos ©
Fantasy"Toda mi vida había escuchado el refrán que dice que los hombres perfectos no caen del cielo, pero, ¿que tal si esas palabras no son del todo ciertas?. ¿Que se supone que se debe hacer si literalmente el hombre perfecto te cae del cielo?". SINOPSIS:...