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El domingo por la mañana se levantó un poco más tarde de lo habitual, estaba feliz por la noche anterior, Dave era un gran chico, tal vez era todo lo que necesitaba por ahora, alguien con quien salir.

Mientras se dirigía a la cocina, escuchó golpes en la puerta, Dean frunció el ceño, pues Castiel tenía llave, Charlie estaba fuera de la ciudad y Benny no despertaba hasta el mediodía. Caminó a la puerta y la abrió encontrándose con Meg.

-¿Así es como recibes a tus invitados?-Meg le señaló su pijama, estaba recargada en el marco de la puerta con esa sonrisa burlesca de siempre, no entendía qué tenía de malo lo que llevaba puesto, que constaba en un pantalón de pijama negro.

-No esperaba vistas.-Dean se cruzó de brazos queriendo cubrir su pecho de la mirada de esa chica.-Pasa.

Dean le abrió paso a Meg y cerró la puerta tras de ella.

-¿Está Castiel?-La chica se sentó en el sofá.

-No.-Caminó a su habitación.-Iré a ponerme algo.

-No te molestes.-Meg le sonrió guiñándole el ojo y Dean negó con la cabeza, entró a su habitación tomando la sudadera de béisbol que su padre le había regalado hace algunos años.-Esperaré a Castiel si no te molesta, niño bonito.

-Está bien, pero no sé cuándo volverá.-Dean se encogió de hombros.- ¿Quieres desayunar?

-¿Has cocinado?-Meg alzó las cejas, Dean asintió.-Vamos a desayunar entonces.

Meg tomó asiento en la cocina y observo a Dean cocinar, consideró que era su oportunidad para averiguar más sobre él, pues desde que Castiel lo había mencionado aquella vez en el laboratorio, se moría de curiosidad por conocerlo. Castiel no lo decía, pero Meg podía jurar que su amigo se sentía atraído por ese chico.

-¿De dónde dices que eres?-Meg apoyó su mandíbula sobre su mano.

-Kansas.-Dijo Dean de espaldas a ella.- ¿Tú?

-California.-Dean se giró sobre sus talones y le entregó una taza de café.

-¿Y Castiel?-Meg alzó las cejas.- ¿Qué? Solo quiero saber un poco de él...

-¿No sabes con quién vives?

-¡No es mi culpa que sea tan reservado!

-Y que lo digas...-Dean giró sobre sus talones y tomó harina para preparar bafles.-Castiel no pertenece a ningún sitio...

-¿Qué quieres decir?

-Él y sus hermanos viajaban todo el tiempo.-Meg se encogió de hombros.- ¿Tú tienes hermanos?

-Sí, un hermano menor.-Dean sonrió recordando a Sam.

-¿Tienes novia, novio o algo así?-Preguntó Meg, Dean sonrió pensando en Dave, no era su novio pero sabía que había algo especial ahí.

-No, no lo sé.-Dean la miró sobre su hombro.-Es muy pronto.

-Uy, ¿Cómo se llama?

-Dave.-Dean sonrió pronunciando su nombre.-La verdad es que es un chico increíble.

-Puedo notarlo.-Meg asintió al ver la emoción con la que el rubio hablaba de ese chico.

Se mantuvieron en silencio hasta que Dean terminó de preparar wafles, entonces tomó asiento frente a Meg.

-¿Castiel ha sido siempre así?-Dean preguntó después de darle un trago a su café.

-Cariño, ¿desde hace cuánto crees que lo conozco?

-No lo sé... es que ustedes parecen muy cercanos.

-Lo conozco hace dos años.-Meg se cruzó de brazos.-No es fácil acercarse a él.

-Pero... ¿por qué?

-Ha pasado por muchas cosas, que no puedo contarte porque no las sé o es privado.

-Entiendo.-Dean asintió.

-Pero deberías de darle una oportunidad.-Meg le sonrió.-Sé que han tenido sus diferencias, pero se llevarían bien.

-Dudo mucho que Castiel me quiera cerca.

-Oh...-Meg rió.-Podría sorprenderte.

-¿Qué quieres decir...?

Escucharon la puerta del apartamento abrirse, cruzaron miradas y observaron a Castiel a través de la puerta de la cocina. Traía consigo muchas bolsas de supermercado mientras hablaba por teléfono.

-Iré el próximo viernes...-Castiel caminó hacia la cocina.-Como si te importara...

-¿Café?-Preguntó Dean señalando su taza, Cas asintió.

-Michael... no lo voy a discutir otra vez.-Dean le entregó una taza a Castiel y este tomó asiento.-Nos vemos luego.

-¿Qué tal Cassie?-Preguntó Meg una vez que terminó la llamada.

-¿Qué haces aquí?

-¿No puedo visitar a mi mejor amigo?

-Podrías avisarme...-Dean solo los observaba en silencio, Castiel lucía cansado y creía que lo que menos necesitaba era fastidiarlo.

Dean se fue a su habitación donde adelanto algunas tareas, llamó a Sam para ponerse al día y horas después Meg se fue despidiéndose de Dean y pidiéndole que cuidara de Castiel, pues había tenido un día bastante difícil. Mientras Dean tecleaba en su computadora llamaron a la puerta de su habitación, "está abierto", indicó Dean sin despegar los ojos del teclado de la laptop.

-¿Quieres...-Castiel se aclaró la garganta.-ver alguna película?

-Está bien.-Dean se encogió de hombros, Cas asintió y salió de la habitación,

Castiel eligió la película después de una larga discusión sobre quien debía escoger que ver, cada uno estaba en un extremo del sofá, mientras Dean estaba sentado en la alfombra, Castiel se apoyaba de la pequeña mesa de centro, donde tenía una copa de vino. A veces Dean observaba a Castiel de reojo, se le notaba desgastado, tal vez hasta estresado, parecía que luchaba por prestar atención a la película. Veinte minutos después estaba completamente dormido, la película perdió todo el interés de Dean, quien se dedicó a analizar al mayor dormido sobre el sofá, tomó asiento junto él y le quitó el móvil que estaba por caerse de su mano izquierda, en ese instante vibró y en la pantalla salió un mensaje de Balthazar.

"No puedo esperar para conocerlo"

Dean frunció el ceño y se sintió mal por leer mensajes privados, así que dejó el móvil en la mesa de centro y se recargó en el respaldo de sofá cayendo en un profundo sueño.
Despertó a la mañana siguiente un poco adolorido, se encontraba acostado en el sofá con una ligera manta encima que francamente olía delicioso y una almohada en un nuca.
Castiel pasó a su lado entrando a la cocina y después regresó a su habitación.
Era lunes por la mañana y debía apurarse antes de que se le hiciera tarde, como pudo se puso de pie y caminó a su habitación, en el camino se encontró a Castiel.

-Oh, justo estaba por despertarte.-Olía a una exquisita colonia y vestía un traje negro, aún no se ponía la corbata por lo que sus botones no estaban puestos , desde ahí podía ver su clavícula y su firme pecho, Dean sintió que se derretía.

-Gracias por cubrirme.-Dean le entregó la manta a Castiel.

-Quédatela.

-¿La he contaminado?-Preguntó Dean burlándose.

-Probablemente...-Castiel alzó las cejas y se alejó por el pasillo.

Dean la olisqueo una vez más y cerró los ojos, olía a Castiel.

𝙋 𝙍 𝙀 𝙔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora