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-Esa fue una increíble exposición.-Dijo Dean mientras salían del museo.

-¿Quieres... un café?-Dean levantó la vista y lo observó.-Acaba de llover y hace frío...

-Está bien, solo es extraño que me invites por un café.-Dean continuó caminado.

-Té invité al museo, no creo que un café sea tan extraño.

Dean siguió a Castiel hasta un pequeño local a unas calles de Central Park, después de pedir dos cafés siguieron caminando en silencio hasta llegar a Central Park, no podían tomar asiento en ningún lado, ya que la lluvia había mojado todas las bancas y escalones.
Solo caminaban mientras tomaban un poco de café, el cielo estaba completamente oscuro, eran las ocho en punto y el frío era cada vez más.

-Nunca había estado aquí.-Comentó Dean observando los árboles.

-¿Nunca habías estado en uno de los lugares más famosos de Nueva York?

-No había tenido mucho tiempo de salir a conocer la ciudad.

-¿Es la primera vez que vienes a Nueva York?

-Si, nunca había salido de Kansas.-Dean se encogió de hombros.-¿Tú conoces muchos estados?

-Si.-Dijo cortante, Dean pensó que su pregunta había arruinado todo.-Conozco tal vez la mitad del país.

-Wow, has viajado mucho entonces.

-Ha sido más que nada por necesidad.

-¿Puedo hacerte una pregunta y prometes no enojarte?

-No puedo prometer nada.

-¿Por qué siempre estás tan distante? ¿No te agrado o algo así?

-Dean, si no me agradaras no estaríamos caminando en Central Park después de una exposición en el MoMA mientras tomamos café.

-Sabes a lo que me refiero...

Se mantuvieron unos minutos en silencio que parecieron eternos mientras Dean se arrepentía de su existencia.

-Es tarde...-Dijo Castiel observando la pantalla de su móvil.-Deberíamos volver al apartamento.

-Son las nueve apenas...

-Si, pero tendremos que usar el metro y después caminar unas cuadras, no es muy seguro a esta hora.

-Está bien abuelo, vayamos a casa.

Al subir al vagón Dean se recargó en la puerta mientras que Castiel tomó asiento frente a él, cerró los ojos y soltó un suspiro, para cuando abrió los ojos atrapó a Castiel mirándolo fijamente, Dean apartó la mirada y cuando volvió a mirar los ojos azules de Castiel seguían sobre él.

Para cuando llegaron al departamento eran cerca de las nueve y media, Dean subía las escaleras del edificio mientras se quejaba sobre las ganas que tenía de seguir explorando Nueva York de noche.

Al entrar al elevador Castiel sabía que no aguantaría más palabras que salieran de la boca de Dean, entonces cuando se cerraron las puertas del elevador, Castiel se acercó a Dean y le plantó un beso, logrando que este por fin guardara silencio por unos minutos. Se separaron cuando las puertas del elevador se abrieron, se miraron fijamente unos segundos y Dean salió disparado del elevador, Castiel lo siguió unos pasos atrás.

𝙋 𝙍 𝙀 𝙔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora