CARTAS INCONTABLES (Camren)

CAPITULO 18: PEPINILLOS

POV LAUREN

-Mani, te juro que quiero morir – No seas dramática, sólo se le cayó una lágrima, no es cómo si le hubieras aventado un zapato en la cara –Ni siquiera sé lo que siento, es muy extraño todo –Sé que debes sentirte rara, pero ya pasará, es algo pasajero. Nunca te había gustado una mujer y todos llegamos a una edad dónde no sabemos que nos gusta –Tienes razón, será pasajero-.

-Mejor cuéntame sobre la idea que tuviste el otro día –se acomodó en la cama mientras me quitaba el tazón de palomitas-.

-Pensaba decirle a la profesora Camila que por qué no en la fiesta de aniversario de la escuela juntamos fondos para las personas que trabajan en mantenimiento, hice una pequeña investigación con Rosa y me comento que no ganan lo suficiente para cubrir todos sus gastos, así que algo se nos tiene que ocurrir para juntar fondos y ayudarlos un poco.

- ¿Lo ves culo blanco? Eres muy lista y empática -sonreí- no te preocupes, algo se nos ocurrirá.

POV CAMILA

-Mía, por favor ya sube al auto –en este punto me estaba desesperando porque estaba afuera de su escuela y Mía estaba jugando con un globo que le habían dado –se nos hace tarde para ver a tu tía –la niña tomo el globo y subió al auto –gracias –y cerré la puerta.

El camino se nos hizo muy corto pues íbamos cantando las canciones de Frozen que tanto nos gustaban. Fuimos a comer a un McDonalds que estaba cerca de la playa, ahí estaría Sofi, bajamos del auto y Mía se echó a correr, tuve que cerrar como pude el auto y alcanzarla, cuando llegue vi a Sofi cargándola y diciendo algo que no podía escuchar.

-Hermanita –le di un beso y un gran abrazo- ¿Cómo estás?

-Muy bien, con muchas ganas de poder platicar.

-Pues vamos a ordenar primero ¿no?

-Claro –nos encaminamos al mostrador y Mía iba agarrada de la mano de su tía – yo quiero una hamburguesa con muchos pepinillos-.

-Por supuesto –dijo el chico que nos atendía –también tengo una promoción de cajita feliz –habló mientras le sonreía a la pequeña-.

- ¿Quieres eso, amor? –le pregunté-.

-Si, por favor – el chico rápidamente tecleo algo en su caja registradora-.

– ¿Y para usted señorita? –se dirigió a mí–.

-Una hamburguesa que tenga aros de cebolla y sin pepinillos, los odio –el chico se rio de mi comentario-.

–Está bien, son... 20 dólares con 25 centavos –le pagué en efectivo antes de que Sofi lo hiciera –Mila –volteó a verme –está bien, no te preocupes-.

Después de alrededor de 10 minutos nuestras órdenes estaban listas así que tomamos asiento en el área de juegos pues Mía quería jugar.

-No sé porque no me dejaste pagar Mila, sabes que papá me da dinero-.

–Sí, y también sabes que yo también tengo dinero de papá y además trabajo -sonreí y tomé la hamburguesa de mi hija para dársela y luego tomé la mía-.

-Bueno como sea, no puedo decir nada porque siempre has sido así.

- ¿Así cómo? -la miré sin entender-.

-Noble.

-Ya viene de familia -le guiñé el ojo y comenzó a negar con la cabeza mientras alzaba los ojos-.

- ¿Qué tal el trabajo? –tomó un sorbo de su soda-.

-Pues verás –mordí mi hamburguesa- están pasando cosas raras... por llamarlo de alguna manera.