TIEMPO A SOLAS

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Buenas mis queridos radio escuchas o lectores, espero se encuentren bien, nuevamente he llegado con mis relatos, otra vez, así que comencemos antes de que me enfríe.

Nuevamente otra semana se nos había pasado volando, intentaba lo menos posible pasar mi tiempo a solas con Charlotte, quería evitar cualquier tipo de contacto que pusiere en evidencia las cosas que había dicho aquel día ante Vaggie, pero no podría huir el domingo de ello, abrí mis ojos apesadumbrado, no quería voltear a verla tan siquiera, sentí sus brazos envolviéndome.

-Al, ¿vuelve a la cama sí? –

No la voltee a ver tan siquiera no quería toparme con sus ojos y quedarme prendado de ella como siempre lo hacía.

-No, debó alistar el desayuno para que vayas al trabajo-

Ni siquiera pidió permiso solo me haló hasta dejarme nuevamente acostado, con mi cabeza sobre sus piernas.

-No, hoy tengo libre, les pedí que por lo menos me brindaran un domingo para pasarlo contigo-

Se veía demasiado hermosa, sonriente y despeinada, me hizo sonreír aquella imagen, me sentía como un tonto ignorante, tal vez solo lo hacía como intentando reemplazar el espacio que dejaba Vaggie y realmente solo me veía como tal, desgraciadamente al momento de irme a dialogar conmigo mismo ella notó lo perdido que estaba.

-Al, querido ¿sucede algo?, ¿dije algo malo? –

Su voz me volvió a la realidad.

-No nada cariño, es solo que me sorprendió que hicieras eso-

me incorporé al lado de ella, me coloqué los lentes y comencé a leer un libro, mientras ella me veía interesada.

-Te vez muy guapo cuando estás serio-

Me hizo ruborizar nuevamente, sabía que quería algo, eso lo sabía por el hecho de que quería llamar mi atención además de la mirada que hacía cuando iba a pedirme algo.

-Dime ¿que deseas cariño? -

Cerré el libro y me quedé mirándole.

-Pues sabes hace días que..., tú sabes no hemos tenido contacto físico-

La abracé y le dí un beso en la frente.

-No tenías que pedirlo sabes, puedes solo hacerlo-

Le dije me miro haciendo puchero.

-No me refiero a este tipo de contacto, me refiero a que no hemos intimado-

Me dio gracia, no pude vitar reírme, se veía extrañamente tierna cuando inflaba levemente las mejillas, pareciendo una pequeña ardilla.

-No te rías o te haré cosquillas-

No sabía en qué momento se había abalanzado sobre mí, ahora me tenía a su merced.

-Pensé que tendríamos un día normal, como todas las parejas, es decir nada de sexo. -

Me miro algo contrariada.

-Ya no te parezco atractiva, tú también me dejarás al igual que Vaggie-

Suspiré, le tomé del rostro y le besé en los labios al principio lo hice suavemente, lento, pero la chica parecía hambrienta y al parecer no de comida, por lo que el beso en cuestión de minutos se volvió intenso, su lengua ahora recorría mi boca, a veces enredándose con la mía, sus manos, comenzaron a abrir mi pijama, cuando tuvo que separarse por falta de aire.

-Al, por favor te lo suplico-

Sentía su respiración chocar contra mí, un deseo en mí crecía por tenerla cerca, piel contra piel, ella me había creado ese deseo y esa necesidad de llevar a demostrar mi afecto de una manera más corporal a la que comprendía, volví a besar sus labios de la misma manera en la que ella anteriormente lo habría hecho, en cuestión de minutos nuestra ropa pasó a sobrar terminando de adornar el desorden en el suelo, tomó mi miembro y lo introdujo en ella lentamente, mientras comenzábamos el vaivén, me encantaba su rostro sonrojado a causa de la lujuria y la necesidad de nuestro cuerpos por estar juntos, aunque aún en el acto la voz de su ex novia rondaba en mi cabeza, decidí hacer las cosas lo mejor que pudiese, solo para oírla gemir mi nombre, deseaba escucharla decir mi nombre en aquel tono de voz cargado de lujuria, me incorpore, una de mis manos le acariciaba la espalda mientras que con la otra acariciaba uno de sus senos, tomándolo con suavidad y masajeándolo, al tiempo en el que con mi boca tomaba su pezón, por momentos lamiéndolo, o succionándolo, mientras seguíamos con la danza de la lujuria y cumplía mi cometido de hacerla gemir mi nombre repetidas veces, subí a su cuello, lo mordí, sentí sus uñas clavarse en mi espalda, gruñí, entre el placer y el dolor que aquello causaba, hasta que llegamos juntos al punto máximo de nuestro placer, nos quedamos mirando unos leves segundos, mi cuerpo pedía un baño, con un último beso no separamos, tomamos nuestras ropas y nos dirigimos al baño, la ayude a ingresar en la tina, yo había quedado detrás de ella, la ayude a pasar la esponja por aquella piel tan suave, pero mi morbo se activó en mal momento, la hice separar sus piernas para adentrar mis manos, sin la esponja a aquella zona tan apetecida para mí, mis dedos se deslizaron entre sus pliegues buscando aquella zona en la que se creaba el placer de aquella dama, mi otra mano tomaba su seno derecho mientras besaba su hombro, dándole a veces mordidas leves y juguetonas, encontré aquel botoncillo rosa, noté como comenzaba a subir el calor en el cuerpo de la chica, mientras mi otro dedo se perdía en aquella abertura, dejando escapar el primer suspiro de sus labios, música para mis oídos, decidí comenzar a mover mis dedos, la chica comenzaba a gemir quedito, pero quería oírla gritar del placer, quería algo más que esperaba la hiciera olvidarse de Vaggie aunque fuese momentáneamente, sentía su humedad cubrir poco a poco mis dedos al continuar con mis caricias en su zona baja, hasta que la noté arquearse, dejar salir de esa esencia de ella, la acomodé de manera que su trasero quedase frente a mí, me acomodé como pude detrás de ella, jamás había tenido aquella intención, pero ella de espaldas, más mi creciente deseo de hacerla mía aumentaba, me introduje lentamente dentro de ella una vez más, comencé levemente los movimientos contra su sexo, la vista era increíble y su voz, hacía que perdiese la poca cordura que tenía, jamás me habría imaginado a mí mismo en esa situación y menos en esa posición peor aún en la tina, continuamos hasta que sentí que no podía más, terminamos de limpiarnos y salimos del baño, después de ello decidimos salir de picnic, fuimos al parque que estaba cerca, no podía dejar de ver mis marcas sobre su piel, había sido mía una vez más, estaba cediendo al deseo corporal que por tanto tiempo para mí había estado inerte por lo menos hasta que la conocí, hasta que ella fue mi primera vez, terminamos de comer, me hizo recostarme sobre el mantel y con mi cabeza sobre sus piernas, amaba observarla, mi corazón poco a poco iba cediendo, comprendiendo que sí en efecto, era preso de aquel sentimiento idiota.

-Al quería hablar contigo, mis padres vendrán de visita, quieren conocer al que es mi esposo y futuro padre de mi bebé-

La noté algo de caída supongo que por más que luchara jamás podría hacerla olvidar a su amor verdadero.

-No te preocupes, tu dime cuando y los recibiremos-

Me miro contrariada, si al parecer se le olvido decirme algo muy importante.

-Se me olvidó decirte, mi padre es el alcalde de la ciudad de florida, mi padre es Lucifer Morningstar-

Me sorprendí, pero decidí ocultarlo, ¿lo odiaba? claro que sí lo odiaba, toda la gente de clase alta y ricos lamían, ese tipo pomposo y con aires de altitud quién pensaba que todo el mundo debía extender una alfombra roja por donde pasare.

-sí, algo muy importante cariño has olvidado mencionarme-

Le dije, notó la ira en mi voz, intenté de calmarme le sonreí y la besé en los labios nuevamente, la sentí nuevamente con esos deseos, me tuve que separar, una cosa era en casa, pero no me atrevería a repetir esa clase de cosas fuera de esta.

-No, cariño aquí no, todos nos verían-

Levantamos las cosas para ir a ver el atardecer, en el muelle, de verdad quería estar un tiempo normal con ella, y así fue, la vi temblar por el frío, coloqué mi abrigo sobre sus hombros.

-Gracias querido, pero y ¿tú? –

Le sonreí dulcemente, la abracé quedando detrás de ella, coloqué mi barbilla con suavidad sobre su corona.

-Estaré así por un rato-

Ella se dejó abrazar mientras veíamos como el manto de la tarde iba cediendo su espacio al manto nocturno, luego de un rato la solté y tomé su mano y nos fuimos a un restaurante cerca, para tomar la cena.

-Al, vaya gracias por este día me siento muy especial-

Sentí su mano sobre la mía, con un solo roce hizo acelerar mi corazón, así como cuando conocí la pizza con piña, se acercó a mí, sentí sus labios sobre los míos, luego nos separamos para contemplarnos el uno al otro, hasta que observé como algo la empapaba de pies a cabeza.

-Tú, eres una mujerzuela-

Así es amigos era Mimzy quién había arrojado un vaso de su refresco sobre Charlie, la ayudé a secarse.

-Mimzy, esto no puedo perdonártelo, entiendo el que me hostigues, molestes y demás, pero no voy a permitir que le faltes el respeto de esa forma a mi esposa-

Me puse en pie y logré ver como Charlie salía llorando del lugar.

-Tú y esa mujerzuela me las van a pag...-

No sé porque lo hice, no soy fan de agredir mujeres de cualquier manera, pero eso ya había sido demasiado.

-No, tú escúchame querida, aquí tú no tienes potestad de herir, o incluso amenazar, cariño dame la excusa perfecta para mostrarte lo peor de mí-

Le dije dejando paga la cuenta y la propina, yendo tras los pasos de Charlie, quién estaba afuera sentada sobre sus piernas llorando a mares, la ayudé a levantarse y aunque no quería la abracé.

-Dijo lo mismo que Vaggie-

Me dolió oírla mencionarla con tal dolor, suspiré, la hice levantar la mirada y sequé sus lágrimas.

-Ya basta ¿sí?, quiérete un poco Charlie, sabemos que no eres lo que ellas dicen-

Me miró con aquella mirada tierna que solo ella podía tener.

-Ahora ¿Qué dices si te llevo a casa? -

La observé noté que no quería ni caminar, la cargué entre mis brazos.

-Eres una niña mimada-

Así la lleve hasta casa, estaba agotado, me dí cuenta que fue mala idea, me dolían los brazos, tomamos un baño, luego nos acostamos en la cama, la chica se acomodó entre mis brazos y abrió la camisa de mi pijama.

-Buenas noches Al-

La abracé y besé su corona.

-Buenas noches cariño mío-

Al final cedimos ante el sueño

Bien hasta aquí el relato de hoy. Sigan sintonizados.

//Perdonen si está muy largo, me emocioné un poquito//

Para que me quierasWhere stories live. Discover now