¿Dónde estás?

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La misión fue más difícil que otras, de eso no tengo dudas, como tampoco tengo dudas de lanzarme en la cama para dormir todo lo que no pude descansar en esos días por mantener la guardia alta.

Al entrar en casa, sinceramente, creí que vendrías a recibirme como siempre, ya sabes, con esos amorosos "abrazos de koala" que demuestran lo mucho que me extrañaste en ese tiempo, para después, revisar con detalle cada zona de mi cuerpo con tal de no encontrar alguna herida preocupante.

¿Sabes que cambió?

Hoy no fue así.

No estabas tú, y tampoco tus cosas cuando revisé cada rincón de las habitaciones, dándome cuenta de aquel importante dato.

-¿Mocoso?- fue lo único que se escuchó por la acogedora sala, además del suspiro por parte del agente al no recibir respuesta alguna, o al menos, no humana.

Hades respondió por ti. Sus ladridos de emoción al verme podrían haberse escuchado por toda la cuadra. Eso me hizo soltar una pequeña risa.

-Hey, pequeño. ¿Sabes dónde se metió tu mami? Esta vez, no creo que se haya escapado al mercado para llenar el poco espacio en los estantes por sus galletas. -

Después de esa corta, pero muy emotiva charla, según el can, me decidí a buscar nuevamente por los cuartos, tal vez, seguro estabas durmiendo. Tienes demasiada energía, pero hay días dónde parece que tu animal interior es un perezoso.

Se me ocurrió preguntarle a tu hermana, pero recordé que continuaba en Manhattan con visión por alguna misión, asique prefirí no molestarla, o al menos, hasta que volviera con Natasha.

-Supongo que volverás más tarde...¿Verdad, niño?- el rubio miró a la brevedad de sus palabras el techo, creyendo que un Dios, o incluso la virgen de Guadalupe, le darían alguna señal.

SESENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora