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Seguían pasando los días, y nada sobre mi mocoso. ¿Me estaba desesperando? Sí, pero aún tenía fé.

La semana pasó demasiado rápido, de un instante al otro, era jueves por la noche, aún sin ninguna misión notificada para mí. Sin embargo, nada es imposible, asique para poder distraer mi mente, pensé en ir con Natasha, ella sabe cómo animarme en ciertos momentos.

 Sin embargo, nada es imposible, asique para poder distraer mi mente, pensé en ir con Natasha, ella sabe cómo animarme en ciertos momentos

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Bajé del auto, acomodé la chamarra que traía puesto que el frío viento atacaba cuando menos se espera. Después de ello, me encaminé hacia la blanca puerta, y toqué el timbre repetidas veces, al menos así sabrán de mi presencia.

Esperé unos minutos, y aún así nadie se dignaba a abrir la puerta. Sin embargo, mis ojos se abrieron en señal de sorpresa por lo que ví, o mejor dicho la persona.

-Hey, Clint. - el recién nombrado frunció el seño apenas la mujer que apareció en su campo visual, le habló. -Natasha se encuentra fuera de la ciudad en una misión con Steve, y Wanda...Dijo que debía irse al extranjero unos días, asique me pidieron que cuide la casa. - la mujer pelinegra se recargó en el marco de la puerta, respondiendo las preguntas del rubio ya que, a pesar que no haya dicho nada, en sus ojos se notaba la confusión de no encontrar a la pareja allí.

-Si no están aquí, entonces me iré. - mencionó, y sin esperar respuesta alguna, se volteó en dirección a su vehículo para irse de ahí. Aún así, la voz de la fémina lo retuvo, al menos lo necesario.

-Clint...Deberías superar a Pietro, ¿Sabes? Todo esto de su desaparición te está haciendo mierda. - la muchacha colocó su mano sobre el brazo del mayor, en un intento de reconfortarlo, aunque sus palabras no lo hayan sido. -Si no lo recuerdas, fui alguien importante para tí, casi tu legado, tengo cierto derecho a opinar sobre esto. -

-Exacto. Fuiste. Hablaste en tiempo pasado. Adiós, Bishop. - hawkeye le dedicó una fingida sonrisa, no estaba de ánimos para lidiar con temas de años atrás. Por lo que, luego de eso, volvió a retomar su caminar hacia el móvil.

Y sin más, me largué de allí sin necesidad de decir algo más. Tal como mi mocoso hizo conmigo.

SESENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora