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Era de madrugada cuando volví de mi trabajo, agradecía que en unos meses me darían vacaciones, eso hace que valga la pena tener la cafetera como mi fiel compañera en la noche. Además de Pietro, que se quedaba dormido en el sofá por querer esperarme. Siempre era divertido encontrarlo así, con una frazada cubriendole, Hades recostado sobre su regazo, y encontrando una nota en la mesita de centro frente a ambos dónde decía que caliente la comida, y lo despierte en el momento. Cosa que nunca hago, me es mejor contemplar lo sereno que se ve su rostro.

Después de beber mi café, espere a poder despavilarme para estar lo suficientemente despierto, así comenzar con mis preguntas, y también con la investigación sobre la situación con el velocista

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Después de beber mi café, espere a poder despavilarme para estar lo suficientemente despierto, así comenzar con mis preguntas, y también con la investigación sobre la situación con el velocista.

La pregunta más importante de todas fue:

¿Que carajos hice como para que quisiera irse?

-Seguro fue algo malo, o...Quizás no. Él suele ser un poco impulsivo cuando quiere, pero aún necesito saber que sucedió. - se recargó en la encimera mientras observaba un cuadro que estaba colgado en la pared frente suyo, pensando diferentes respuestas coherentes. -¿Se habrá enojado por siempre tener dolores luego de hacerlo?- negó ante esas palabras. Después de todo, se encargaba de darle todos los gustos y mimos posibles. -O acaso...¿Porque nunca le aviso la duración de mis misiones? Es cierto que tuvimos un tiempo donde no pasamos tiempo juntos...-

Acaricié el pelaje de mi querido pastor alemán mientras pensaba en una teoría que no podría alejarse de la realidad. Quizás, y solo quizás, Pietro haya hablado con alguien antes de fugarse.

Ahí fue donde mi cabeza dió un click. Quería golpearme por no pensarlo antes.

-Stark.- al final, golpeó su frente luego de pronunciar el tan conocido apellido, cumpliendo con ese deseo antes mencionado.

- al final, golpeó su frente luego de pronunciar el tan conocido apellido, cumpliendo con ese deseo antes mencionado

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-Veamos si entendí todo tu parloteo.- el millonario se sentó en uno de sus caros sillones, observando al arquero. -El niño no está en tu casa desde ayer. ¿Cierto?-

-Exactamente.- afirmó el rubio, con la esperanza de que el castaño supiese algo.

-Legolas, piensa un poco.- cruzó sus brazos, suspirando a su vez. -Seguro se fue con su familia a algún viaje. Sabes cómo es Xavier.- informó el filántropo cómo si fuese lo más obvio del mundo.

Anthony sabía dónde se encontraba el platinado. Oh, claro que lo sabía. Pero aún así, no estaba en sus planes decírselo al agente. Pietro lo visitó un día antes de su partida, y no le gustó para nada lo que le dijo. Tal vez, para cualquier otra persona que haya escuchado la conversación, diría que no es nada malo, pero debemos recalcar que Tony Stark siempre tiene un punto de vista diferente a los demás.

El ex-playboy sentía a los pequeños mellizos como sus hijos, ignorando el odio de ambos hacia sí por recuerdos del pasado, lograron tener una buena relación mediante el paso del tiempo. Sin embargo, el castaño estaba decidido a darle una lección a su despistado amigo.

-Bien, puede que tengas razón, donitas. De todas formas me voy, mándale saludos al cap. - objetó, luego de levantarse de su asiento dirigiéndose al ascensor del espacioso lugar. Al menos, no sin antes voltearse una vez más hacia el más bajo. -Pero si sabes algo de él, dímelo. -

Llegué nuevamente a casa con la fé por los cielos al esperar encontrarme con mi amado mocoso en nuestro hogar

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Llegué nuevamente a casa con la fé por los cielos al esperar encontrarme con mi amado mocoso en nuestro hogar.

Claro que no sucedió.

Me senté en el sofá con frustración, volviendo a conectar mis neuronas para pensar en otra opción que me sirva para mi unica e indispensable misión. Por suerte, mi única neurona despertó.

-¡Mi teléfono!- buscó el móvil para agarrarlo y comenzar a marcar distintos números telefónicos haciendo notar su desesperación cuando casi lanzó un cojín del sillón al no encontrarlo allí, hasta que lo vió en el suelo, extrañamente.

Llamé a los amigos más cercanos, tanto míos, cómo los de él. Tampoco es que quisiera formar algún escándalo por esto.

Comencé por Natasha que le respondió: No sé nada sobre lo que me dices, halcón.

Lo que me hizo sentir mejor, fue que la maravillosa pulga roja prometió ayudarme a buscar información sobre su caso.

Luego, Wanda. Ella dijo que no se comunicó con su mellizo desde hace un tiempo, pero que según habían acordado, ambos iban a reunirse juntos en unos días.

Eso mejoró mi ánimo mágicamente, el hecho de saber que él puede estar cerca de aquí, y que también podría reunirse con Wanda, me tranquilizaba, aunque mi angustia siguiera allí.

Por Dios, incluso llamé a su hermano menor, ¡Y se reía en mi cara de seguro! Solo me dijo en medio de carcajadas que no sabía nada. Eso me extrañó, pero preferí callarme.

Debe odiarme casi tanto como mi queridísimo suegro.

¡Por favor! Pietro no puede estar desaparecido, aunque nadie supiera nada de él...¿O si?

SESENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora