²⁶

1.1K 97 14
                                    

El silencio y la incomodidad reinaban en el ambiente, ninguno de los dos planeaba romper aquella tensión que había comenzando desde que noté que Cam se encontraba allí, frente mío, observando algún punto fijo un tanto perdido.

Se entendía, con solo analizar la mueca que adornaba su rostro desde hacía más de cinco minutos, que él quería hablar sobre ese tema en especial, ¿Mientras yo? Yo solo sufría silenciosamente por amor.

Después de un tiempo, al decidir romper ese incómodo momento, dejé escuchar una suave risa apenada, sin embargo, Cameron solo dejó cuidadosamente su mochila colgada en el perchero a un lado de la entrada del pasillo que dirigían a las demás habitaciones de la casa, y seguido de eso, tomó asiento a mi lado.

-Clint, tú no estás bien. Tenemos que hablar sobre eso. - el castaño, al notar que el recién nombrado iba a hablar, le interrumpió levantando una mano, en señal a que le escuche. -Y no, viejo. Hablar de tus sentimientos no te hace menos hombre. ¿Okey?-

No iba a decir eso de cualquier modo, pensé. Puede que suene como esas colegiadas de películas pero, Pietro siempre me repetía lo mismo en cualquier momento dónde se viera necesario desahogarse, claro que dolía recordarlo.

-¿Desde cuándo estás tan sabio, pequeño saltamontes?- respondió a modo de pregunta en un vago intento por burlarse, aunque no lo logro cuando divisó el puchero en el menor. -¡Bien! ¡Bien! ¿Que carajos quieres saber? ¡¿Que me siento horrible porque no está aquí conmigo?! ¡¿Que lamentablemente tenía que suceder esto para darme cuenta que no le prestaba ni un poco de atención, o que no me acercó por nada a ser lo mejor para él?!-

-Clint...- murmuró el joven rizado, viéndole sorprendido por su confesión.

-Con alguien que siempre lo celaba, porque tenía la gran inseguridad de que algún día, aunque no importara que tanto nos amamos, él...Se iría. -sin evitarlo, sollozos por parte del rubio quebraron el silencio que segundos antes se había formado, preocupando más al pequeño Cam.

Estaba apenado por llorar frente a alguien que no sea Natasha, puesto que ella, y Pietro, eran los que conocían ese lado sentimental que tenía. Realmente me reconfortó el abrazo que mi compañero me dió, dando una leve caricia en su mano como aceptación a ello.

-Viejito...¿A ti te molesta que él se haya ido?-

-No. Digo, no me molesta que se haya ido. Con tal que Pietro sea feliz, yo lo seré. - Hawkeye esbozó una ligera sonrisa, aunque seguido de eso, volvió a esa mueca triste con la que lo encontró anteriormente. -Desearía que, al menos, se hubiera despedido de mí. Desearía volver a besar esos finos y adictivos labios, poder decirle "te amo, mocoso" por última vez. O incluso, que al final lo que haya visto de mí, no sea un novio que se la pasa de trabajo en trabajo. Que...Cuando llega a casa, lo que menos hace es darle atención, o escuchar atento que tal fue su día, cuántas mariposas intento atrapar para después liberarlas en esos campos tan amplios, ¡Todo eso! Solo porque Pietro se merece el amor del mundo. - dijo el arquero, bajando en cada oración su nivel de voz. -Desearía que las cosas no hubieran acabado así. -

Acabado. Oh, así me sentía, y en verdad rogaba que nada haya terminado entre los dos.

Estuvimos un tiempo callados, como si esperábamos alguna señal para cambiar el tema de conversación, o esperar que uno se animara a opinar sobre el tema.

Solo que Cameron no quería, o al menos, no podía. Las constantes facciones que tenía, abriendo y cerrando su boca o intentando formular algo con sus manos, eran una prueba notoria de eso.

Podía apostar lo que quisiera que, esa declaración, sumado a toda la situación en la que nos rodeaban, realmente lo dejo impactado.

-Papá...¿Porque te guardaste todo eso?- el abogado en proceso jamás creyó tener a uno de sus mejores amigos llorando en sus brazos, menos por razones como esas, y mucho menos de esa manera. Error, nunca imaginó a su padre lamentándose como colegiada despechada.

Pero, ahí estábamos. Él, intentando consolarme con todos sus ánimos, y yo, pareciendo magdalena de todo lo que liberaba.

-Siento...Siento que fui una mala pareja, ¿Sabes?- habló el rubio, finalmente. -Es extraño, no me había puesto a pensar en el mocoso, como persona, hasta ahora. En todo lo malo que le hice o hicimos, y aunque sea tarde, no sabes cuánto me arrepiento. ¡Dios! ¡Me arrepiento de no pasar su cumpleañosvjuntos solo porque estaba ocupado! De hablarle, tocarle o besarle como debería haber hecho hace mucho tiempo. Lo que más odio, es el no poder aclarar nada con él. Pero, a pesar que me lamente, Pietro no volverá, y si no lo hace, yo moriré. -

Escuché el suspiró por parte del menor, parecía una locura. Después de un mes y medio soltando esto como si nada. Estoy seguro que después, me iría a recibir de comediante. Aunque... También se sentía raro, como si los papeles entre Pietro y yo sé hubieran invertido, como si yo tuviera todos los sentimientos guardados, y él, el corazón roto.

-Si piensas que mamá se "escapó" porque eras un desastre, ¿Que tal si cambias eso? Puede que no te devuelva a Pietro, pero si tienes suerte, no morirás de intoxicación por comer tantas porquerías en un lugar así de insano para la humanidad. - comentó, utilizando en las últimas palabras algo de humor para aliviar el ambiente.

Clint pareció pensarlo unos momentos, sin embargo, fijó la mirada en su acompañante. -Esta bien, lo haré. - afirmó, mostrándole una suave sonrisa de lado, mientras limpiaba sus lágrimas con los pulgares. -...¿Puedo quedarme hoy también?- ahora, amplió su sonrisa cuando observó el vago asentimiento en el ajeno.

-Solo porque no tengo otra opción. Pero como estás en mi techo, te bañas y mañana te vas, no quiero mantener a un perezoso. -

(...)

Miércoles por la tarde, al fin, después de trabajar un poco, aunque mayormente era el papeleo de antiguas misiones que olvidé de completar, decidí volver a mi solitario hogar, con el pequeño detalle que llegaba acompañado de Cam.

Abrí la puerta principal, no teniendo tanta esperanza en ver ordenado al menos la mitad de las cosas. Claro que, el poco porcentaje desapareció cuando entramos, y vimos todo el desorden que había en el interior.

Esto es un desastre... Pero puedo arreglarlo, pensé. Estaba muy confiado de mis palabras, a pesar que cambie ello por una sonora carcajada ante el inaudible chillido que dió mi compañero al pisar una caja.

SESENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora