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Martes, casi llegando a la media noche, y yo continuaba recostado en el sofá de mi único amigo disponible hoy.

-Cameron, hijo mío, ¿Me preparas algo de cenar? Muchas gracias, te amo. - se respondió a si mismo, dejando escuchar una carcajada por la mueca que provocó en el nombrado.

-Clint, padre mío, mañana debo estudiar, además, estás aquí desde temprano y no me dices que carajos quieres. - el menor gruñó por lo bajo, tomando el control de su televisión para apagarla, y cruzar sus brazos al detener su mirada en su "padre". -Asique...Por favor, vete. Te amo. -

Solamente me límite a bufar, fingiendo enojo, aunque seguía riéndome por como el rizado continuaba con el juego.

-Sinceramente, no quiero nada. No tengo electricidad en mi casa, se cortó, y no quiero estar solo. - informó con vagancia, encogiendo sus hombros. -Ademas, eres el único que me soporta en mi soledad. Gracias por eso. -

Gracias.

Le dije gracias a Cameron sin ningún sarcasmo de por medio, o incluso a modo de broma.

Y además, me auto-invité a dormir en su casa, cosa que no me arrepiento.

Soy la onda cuando lo deseo.

Particularmente, los miércoles Cam llegaba temprano a su hogar, y casi siempre esperaba no encontrarme a mí allí, comiendo sin descaro su comida como esos ratones

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Particularmente, los miércoles Cam llegaba temprano a su hogar, y casi siempre esperaba no encontrarme a mí allí, comiendo sin descaro su comida como esos ratones.

El castaño abrió la puerta, y acto seguido, cerró esta con seguro, comenzando a deambular por la sala. -Oh no...- murmuró, al encontrar a su amigo en el sofá, pero no como lo esperaba. -¿Clint?...- preguntó, al notar principalmente por la tenue luz de una lámpara cercana, que el rubio se veía decaído, su cuerpo lo delataba. La tez se volvió pálida, no como la nieve, pero se acercaba. Bajo sus ojos, había leves ojeras, como si estuvieran recién apareciendo, pero lo suficiente notable para saber que no durmió en días. ¿Y esa característica sonrisa? Ya no estaba allí. -Está dormido...Con sus ojos abiertos. - Sí, Clint no era de esas personas que sonreían a morir, pero al menos lo hacía. ¿Ahora? Ni siquiera parece real, ese no era el Clint que conoció años atrás. Parecía ido, pero negado a su vez.

En ningún instante noté la presencia del arquero en práctica, mi mente estaba nublada, solo pensando en detalles que no importaban, pero eran serios para mí.

Se notaba la preocupación de Cameron a kilómetros, y sin tener que preguntarle, solo una mirada a él hacían falta para saber que estaba en el mismo lugar que yo, igual de confundido.

-Hey...- el muchacho le dedicó una fingida sonrisa, procurando que el rubio no se dé cuenta de toda la preocupación que tenía. Se sentía verdaderamente mal, a casi dos meses de la desaparición de Pietro y nadie se preguntaba algo escencial.

¿Cómo se encuentra Clint ante todo esto?

SESENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora