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A ninguno de los dos les importó las quejas que les daba sobre irse, por lo que, les permití que se quedarán a limpiar cada extremo de mi casa. Aunque no lo haya querido así, ambos son muy, muy tercos.

No les correspondía hacerlo pero, ¡Lo admito!, ¡Apenas se podía caminar por el lugar! Había botellas, ropa sucia, y comida, o algún tipo de experimento que cobró vida.

-¿Cómo es que todavía tienes ropa limpia?- preguntó sarcásticamente el filantropo, sujetando una de las prendas para lanzarsela a hawkeye.

-Clint, ayúdanos a limpiar este lugar. Sin ofender, pero es asqueroso. - pidió el antiguo dibujante, luego de dejar en la acera una de las tantas bolsas que contenían cajas de pizza dentro.

-¿Cómo carajos es que hay comida chatarra y tú sigues tan...Musculoso?- volvió a preguntar el castaño, a pesar que era una cuestión para sí mismo cuando observó las pocas frituras que yacían en el suelo.

-No tengo ganas de ordenar, Cap. Encerio. - respondió el hombre de gafas de sol, sentándose en el sillón segundos después. -¿Pueden irse está vez? No quiero depender de gente. -

La mueca que hizo Tony daba a notar lo frustrado que estaba por mi comportamiento, oh, y decidió no guardarse su humilde opinión.

-Clinton Francis Barton. No somos "gente" como dices. - recalcó el antes mencionado, cruzándose de brazos. -¡Somos tus amigos! ¡No solo Steve y yo, si no todos a los que alejaste por tu actitud de niño inmaduro!- soltó al fin, dándole una furtiva mirada a su esposo cuando notó que quería callarle. -Cambiaste demasiado desde que Pietro se fue, y en vez de mejorar, o animarte a buscarlo, ¡Solo te hundes en tu miseria!-

En ese momento, había pensado en contraatacar, porque sí, me llegó al orgullo lo que dijo. Al final, decidí no decir nada, eso solo provocaría otra pelea, y créanme, estaba satisfecho con la recurrente guerra que tenía con mi mente, por lo que solo resoplé molesto, y encendí el televisor.

La idea de concentrar toda mi atención en la pantalla plana, desapareció cuando lancé el control a la pared al darme cuenta que el canal estaba transmitiendo la misma película que me hizo dudar completamente de mí.

-¡Barton! ¡No me ignores!- el genio se posicionó frente al televisor, impiendo que su compañero de equipo pudiera ver la televisión. -Prestanos atención, por favor. - pidió, con un poco más de compasión al cansarse de luchar con alguien que ni se inmutaba. -Ya entiendo porque él se fue...- murmuró, lo suficientemente audible para que los presentes lo escucharan.

Eso, tuvo como una triste consecuencia que algo se rompiera dentro de mí.

SESENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora