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Steve, como buen líder y amigo, me recomendó, aunque parecía más una orden, que dé un paseo por central park como un método para despejarme.

Claro que no quería hacerlo, era domingo y la flojera hacia su aparición pero, ¿Que más quedaba?

-Hades, vamos a pasar tiempo de caridad padre e hijo. - objetó, elevando su ánimo a más de lo normal que en los últimos días.

Después de caminar un tiempo por el gran parque, decidí dejar que Hades juegue un poco por la zona verde en lo que yo descansaba un rato sentandome en una banca lo suficientemente cerca del cachorro para vigilarlo

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Después de caminar un tiempo por el gran parque, decidí dejar que Hades juegue un poco por la zona verde en lo que yo descansaba un rato sentandome en una banca lo suficientemente cerca del cachorro para vigilarlo.

-¿Quien podría ser el amante de Pietro?- se preguntó a si mismo, centrando su mirada en el cielo, cada hora más oscuro que antes. Era obvio, estaba anocheciendo. -...¿El cap? No, no lo creo. Está felizmente casado. - ahogó una pequeña risa por la última palabra, sabía que se iría al infierno por eso, pero se debe tener mucha paciencia como para aguantar al filántropo.

No creía por nada que Pietro haya huido con su amante, como en esas típicas películas que estaban de moda hace unos años. Pero...¿Y si era cierto? No podía quitar de mi cabeza esa posibilidad.

-No. Las apariencias engañan, no él. - se dijo a sí mismo con decisión, como si quisiera autoconvencerse de algo que su mente contradecía.

Miré a mi alrededor una vez más, notando que las luces programadas se hacían notar, por lo que me levanté del banco, tomé la correa y me dirigí hacia mi pequeño cachorro, removiendo lo que traía en manos, como una señal de: Ya es hora de irnos, despídete del pajarito.

Caminé de regreso a mi silencioso hogar, con ese pensamiento atacando sin miedo mi mente.

Pero así era esto, una guerra entre el corazón y el cerebro. ¿En cuál creer?

SESENTA DÍAS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora