"Hay cierto placer en bailar descalzo al borde del precipicio que solo el condenado conoce"
Algunos nadan en llamas y otros se queman con gotas de agua.
Nanami y Enji iban a descubrir eso del modo difícil, dos seres completamente opuestos que aparen...
Eso si que no le había gustado ni un poco. Ver a Nanami subir al auto con aquel molesto muchacho le causaba mucha rabia. Vio cómo el auto se encendió y después la puerta del co-pilotó se abrió. Se quedó extrañado cuando vio a Nanami salir del auto.
El chico también salió y la tomó de los hombros.
-Esto no está bien.
- ¿Que? Solo te llevare a tu casa - Dijo el confundido.
- Yo se, pero no. Acabo de discutir con Enji por ti y irme contigo no está bien.
- ¿Y irte? - se burló.
- Cierra la boca. Cuando me estreso cometo errores.
Nanami se frotó el rostro y Alex la abrazó causando la ira de Enji.
- Esta bien. Si quieres puedo darte privacidad
Ella asintió y Alex así lo hizo. Regreso a la boda mientras que Nanami se quedó ahí mirando el cielo y llorando.
-.-.-.-.-.-.-.-.-
- ¿Que diablos quieres? - preguntó Nanami cuando su hermana pasó por la puerta, la rubia de ojos azules suspiró y luego soltó todos los papeles encima del escritorio.
- Esta es tu parte de la semana. Lo quiero listo antes del jueves.
Luego de eso Rachel salió dejándola en su mar de incertidumbre. Su periodo llevaba dieciocho días de retraso como si nada y eso no le gustaba en lo absoluto. Nunca tuvo un retraso mayor a cinco días.
Suspiró cuando vio el mensaje de Enji de que ya se encontraba afuera de la oficina. Recogió sus cosas y salió. Saludo a su novio con un beso y el emprendió marcha.
- Es raro que estes tan silenciosa.
- Es que estoy nerviosa. - respondió pasando su pulgar por una mancha pegajosa que había en la pantalla de su celular.
- Es solo un chequeo de rutina, te acompaño siempre a todo esto.
- No... - Enji la miró cuando se detuvieron en el semáforo.
- ¿Que pasa?
Nanami guardó silencio, no sabía cómo iba a decirle eso a Enji.
- Es un chequeo... - el hombre siguió mirando a la de cabello azul. - quizás esté embarazada.
Entonces Enji frenó de golpe haciendo que ella soltara un grito por el impacto que no llegó, su corazón se aceleró y deseó saltar por la ventana y salir corriendo, lastima que estaba cerrada.
- ¿Que?
Oh, esa pregunta sonó como un golpe. Enji se notaba furioso y ahí Nanami entendió por qué sus hijos odiaban hacerlo enojar y se cuestionó por qué para ella era tan divertido antes.
- Tengo un pequeño retraso. Es todo.
- Si fuese un "pequeño retraso" no estarías comiéndote las uñas.
- Perdón. - murmuró viendo las flores de sus zapatos, debía concentrar su vista en cualquier cosa que no fuera Enji o le darían ganas de llorar por ser una idiota.
- Puede pasar. - murmuró el.
Nanami suspiró. Sabía muy bien que Enji ya no quería más hijos, cuatro era un número ya muy grande y ella no quería hijos antes de los 25.
Enji tomó su mano y Nanami sintió la fuerza para luchar contra un ejército.
- No quiero estar embarazada.
- Tranquila.
- No quiero un hijo.
- Tranquila. - repitió.
- No se que voy a hacer. - sollozó.
- Lo resolveremos. - dijo Enji estacionando el auto para darle un abrazo a su chica.
Nanami bajó del auto y sintió que su alma salía de su cuerpo, odiaba ir al médico y odiaba ir al ginecólogo, pero ahora lo odiaba un millón de veces más, ese día recibiría la respuesta de si estaba embarazada o no.
Los cinco minutos de espera fueron horriblemente eternos.
- Buenas Yagi-San. ¿Cómo te sientes hoy? - preguntó la señora de cabello rosado y ojos verdes. Ella atendía a Nanami desde que su periodo apareció por primera vez.
- Nerviosa. - respondió en un susurro.
- Me alegra ver que Todoroki-San está aquí contigo.- ambos asintieron. - aquí tengo los resultados de tus pruebas.
-Por favor. Dígame las noticias lo más rápido posible.
La Mujer sonrió al negar con la cabeza. Conocía lo impaciente que podía ser esa niña.
- Tranquila. No estás embarazada.
- Gracias a los dioses. - murmuró ella con una mano en su pecho. Cada ofrenda en cada altar había sido productiva.
La doctora les dijo un par de cosas más y emprendieron camino a su restaurante de sushi favorito para almorzar.
- Siento que se me fue un enorme peso de encima. - dijo ella llevando el rollo de salmón a su boca.
- No estaba tan preocupado. - dijo con simpleza al tomar su mano.
- ¿Quieres más hijos? - cuestiono empapando el sushi en salsa de soja.
- Claro que no. Peo igual lo resolveríamos. - besó su mano.
- yo no querría tenerlo.
Ambos guardaron silencio. Y el teléfono de Nanami empezó a soñar con un número desconocido. Contestó extrañada la llamada que no tardó ni un minuto completo.
- Mi doctora quiere que regresemos.
Terminaron su almuerzo y volvieron a la clínica. Ahora Nanami estaba más nerviosa que la primera visita.
- Sabes que te hicimos unas pruebas más antes de irte.
- Si.
- Los estudios revelan, que eres estéril... no podrás ser madre.
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