"Hay cierto placer en bailar descalzo al borde del precipicio que solo el condenado conoce"
Algunos nadan en llamas y otros se queman con gotas de agua.
Nanami y Enji iban a descubrir eso del modo difícil, dos seres completamente opuestos que aparen...
Nanami y Enji volvieron a hablar todos los días, a comer juntos y a las habituales reuniones de negocios que ambos habían pospuesto en aquel tiempo en el que se habían separado por la lentitud del hombre al hablar y la negativa de ella a escuchar.
En una de sus comidas Enji aprovechó para explicarle con lujos y detalles todo lo que había pasado en aquella ocasión y coincidía con lo que Touya y Fuyumi le habían dicho en su momento, sabía que Enji no mentía porque el no era bueno para memorizar ese tipo de cosas.
La de cabello azul miraba como el hombre hacia su firma una y otra vez en cada hoja del contrato que lo ameritaba, luego de eso fueron a comer, una normal comida de negocios.
- ¿Viste como te miró? Casi te cogio sobre la mesa.
Enji sonrió y Nanami cruzó los brazos luego de colocar su jarra de cerveza en la mesa.
- Tengo mejores cosas en las que fijarme. - fue la respuesta del hombre y la chica bufó.
- ¿la camarera de la otra mesa? Podrías con ambas. - otra sonrisa surcó sus labios, Nanami celosa decía las cosas más absurdas del mundo y eso le hacía mucha gracia.
- Me refería a ti.
- No tienes que fingir, no estamos juntos.
- Mujer loca, solo te he visto a ti; ni siquiera me había dado cuenta de que quien nos servía era una chica.
Nanami intentaba aguantar aquella sonrisa pero fue inútil, salió a flote a pesar de que utilizó el orgullo que le quedaba para que no pasara, pero su enamoramiento de niña de quinto grado ganó, ganó y se burlaba de ella.
- Te haz vuelto hábil con la labia. - fue su defensa.
- No se que diablos es eso. - Nanami sonrió.
Entonces otra vez la mesera regresó con su comida, le dio una pequeña sonrisa. Enji wyd esta vez el si noto pero no se preocupo en devolver. Nanami dejó escapar un risilla y Enji alzó una ceja.
- Eso es infantil.
- yo soy una niña, ¿que esperas?
Ambos comieron de manera tranquila, Nanami miraba su teléfono cada cinco mi unos pues se encendía la pantalla en el grupo de sus amigas. Sabía que se cocinaba un chisme jugoso y eso significaba que irían al apartamento de la Hayashi para de ese modo embriagarse y hablar sobre el tema.
- No se de que manera decirlo. - murmuró Enji haciendo que Nanami levantara la vista. Sorbió la pasta que tenía en la boca y la mastico.
- ¿que?
- No se como decirlo. Como expresar que te quiero de regreso, llevamos casi un mes completo estando juntos todo el día, Nanami, te quiero de regreso.
Oh. Ella iba a enloquecer por escuchar esas palabras, le encantaba oír eso. Nanami sintió un nudo en el estómago, pensó en eso cada noche y cada vez tenía una respuesta diferente, todas eran positivas pero en ese momento todas se habían esfumado completamente de su cabeza.
Si quería estar con el.
Lo deseaba de sobremanera.
Pero su cerebro se había apagado y olvidó cómo mover los labios y hablar, nada, ni un mugroso sonido que indicara que ella estaba de acuerdo con eso.
Y Enji estaba ahí frente a ella expectante, esperando que ella diera un indicio de algo.
Asintió. Bien, hizo algo al menos.
- No quiero que siga pasando el tiempo y que no estés en mi vida, despertar y no verte es como si no despertara en serio, comer solo y no poder escribirte para saber qué tal fue tu día... no quiero seguir viviendo así.
- Yo... - al menos dijo una palabra antes de que su cerebro volviera a apagarse. Tenía una inteligencia sobre el promedio, conocía más de tres idiomas incluyendo el español que es de los más amplios y complicados, comprendía la física y la química. Pero no podía terminar una oración si Enji le decía que la quería de vuelta.
Con todos sus conocimientos quizás podría ganar un Nobel en algo, pero se volvía nulo cuando Enji hablaba.
Patética mujer, eso era.
-Quizás ya tienes a alguien... - y eso la había irritado ¿Estaba demente? Ella solo podía pensar en el cada segundo de su día y el venía con que quizás tenía a alguien, si quisiera podría pero ella no quería.
- ¡Cierra la boca! - y su cerebro volvió a encenderse. - claro que me interesa volver a intentarlo. No tengo a mas nadie, no me interesa más nadie.
Tomó su mano y sonrió a lo que Enji correspondió, estaba feliz de que eso hubiese salido bien.
Entonces volvió la mesera que lo desnudaba con la vista.
- ¿Necesita algo más? - preguntó con su voz más fina de la cuenta y tocando su hombro, se había inclinado levemente con la intención de que el viera su escote, esta vez si lo noto.
-no. - respondió a secas.
- Te agradecería que dejaras de insinuársele a mi esposo como si yo no estuviera aquí, y más vale que la cuenta la traiga otra persona o presentaré una queja formal a tu superior. Gracias cielo.
Enji sonrió.
- Me encanta cuando marcas territorio.
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