32- Alina

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Rachel soltó la lengua como siempre le daba la gana de hacer y desde ese momento sus padres la trataban con una delicadeza extrema.

Ninguno mencionaba el tema, pero si la tenían como un pétalo. Era raro para Nanami que la trataran de esa forma pues a pesar de ser la hija menor, ella siempre fue rústica, rebelde y un poco ignorada. Por eso se fue a Europa y sus padres la llamaron un par de veces en esos cuatro años.

Pero ahora llamaban hasta cinco veces al día "es que quiero saber cómo estás" cómo si ella se tragara ese grupo de patrañas. Lo odiaba, le disgustaba en exceso de atención falsa, por eso jamás le había gustado estar del lado público de la compañía y por eso le encantaba que sus padres fingieran que Rachel era hija única.

La mujer de ojos naranja suspiró antes de meter la llave en la puerta y entrar a la residencia perteneciente a los Todoroki.

Solo al entrar pudo ver a Shouta y Natsuo corriendo lanzándose hielo el uno al otro.

- ¡Congelen! - dijo Nanami lanzando un poco de agua en el aire, tal y como lo habían practicado antes ellos juntos lanzaron hielo y terminaron congelando el agua.

- ¡Nana! - dijeron ambos antes de correr a abrazarla. Se sentía bien siempre que esos dos niños la abrazaban.

Ahora se sentía un hueco en su corazón porque nunca podía tener eso para ella.

- Mira, estoy casi curado. - murmuró el menor de los dos mostrando su ojo, aquella quemadura estaba casi curada y tomaba un color rojizo. Tal y como hacían las de ella.

- ¡woah! - dijo ella aplaudiendo. Los niños también aplaudieron ante su entusiasmo. - ¿Donde esta Enji?

- con Alina mostrándole su habitación.

Aquello hizo que Nanami hiciera una mueca de disgusto que los niños notaron y mejor corrieron.

Nanami camino al cuarto de Enji, pero no estaba ahí lo que de cierto modo hizo que su pulso se normalizara un poco. Respiran profundo y se dijo a su misma que debía calmarse unas cien veces hasta que pensó en dirigirse al cuarto de huéspedes.

Quizás Alina era solo la tía abuela de los niños muy anciana.

- Por los Dioses, las cosas no cambian así. - dijo la voz femenina del otro lado de la puerta. Aquella voz no se oía como una viejita.

- Solo estás aquí porque no tienes otro lugar.

- ¡Que dulce! Crees que me superaste porque te casaste con la loca.

- No...

- ¡Exacto! Mi dulce y malhumorado Enji.

- Deja de tocarme. - pidió el haciendo que el corazón de Nanami doliera. No podía permitir aquello así que abrió la puerta de manera lenta y de manera casi automática se dio cuenta de que aquello era una mala idea cuando vio esa horrible imagen.

La tal Alina, de cabello negro y piel extremadamente blanca estaba besando a Enji.

- Genial. - dijo Nanami interrumpiendo todo aquello que pasaba. Enji la alejo.

- Nanami. - murmuró Enji frente a su futura ex-novia.

- Genial. - repitió frunciendo los labios.

- Voy a...

- No. no, no. No es necesario, soy inteligente ¿recuerdas? Muy inteligente, lo que está claro no necesita ningún tipo de explicación. - dijo sin permitirle hablar y salió de esa habitación antes de enloquecer y ahogarlos.

Escucho pasos detrás de ella y supo que la tal Alina también había salido. Ya estaba en la sala y por suerte los niños no estaban ahí. Tomó su bolso, pero Enji le tomó el hombro.

- Basta. ¿Si?

- No es lo que parece. -Murmuro Enji.

- Cool.

- Si que es una niña. - se burló la chica que tenía ojos verdes.

Nanami miró a la mujer, era claramente mayor que ella pero también más joven que Enji. Camino a ella y simplemente la golpeó, con el puño cerrado. La mujer la miró mientras sentía el sabor metálico en su boca.

- Escucha Enji, se besaron y era lo que parecía, ¿acaso me haces tan drogada? - Enji no dijo nada. - Exacto, no lo estoy. Es todo justo lo que vi.

Nanami sacó las llaves de su bolso y la colocó en el plato junto a la puerta.

- Me das asco. Me da demasiado asco que no respetaras tu propio hogar, a tus niños que siguen en un difícil proceso... no me respetaste a mi y... eso duele... duele mucho.

- Nanami, escúchame.

- ¡No quiero!

Salió y se subió al auto frente a los ojos de Enji. Se estacionó varias calles después y las lágrimas empezaron a salir, todos un mar de ellas.

- Soy tan idiota. - gritó y chocó su cabeza con el volante haciendo que la bocina sonara.

Le dolía, le dolía mucho el pecho, el estómago y la cabeza. Nunca antes en su vida había sentido eso, el accidente no le dolió tanto como eso, el agua hirviente derritiendo su piel.

N/a

Hola, lamento tardar pero esto de cuarentena me tiene ocupada y distraída aunque no lo crean

No se si notaron que empecé a escribir historias "originales" me
Ayudaría que se pasaran y también que me digan que piensan.

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Fuego Fatuo- Enji Todoroki TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora