24-Inseguridad

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Tres y cuarenta y ocho de la mañana era lo que marcaba el celular de Nanami, ya era domingo y ese sumaba un fin de semana más con Enji. Ya llevaban dos meses de relación y la mujer aún no se creía que aquello fuera real.

La luz de la televisión iluminaba un poco la habitación permitiendo que Nanami pudiese apreciar a Enji dormir tranquilamente.

Esa, igual que muchas otras noches se hacia una sola pregunta: ¿cuánto va a durar?

Algunas noches cuando el insomnio se apoderaba de ella la inseguridad se sentaba frente a su cama, ¿que tanto duraría? ¿Cuando Enji se aburriría de ella? ¿Cuando ella iba a arruinarlo?

Ese tipo de preguntas le lanzaba la maldita inseguridad, aún ahí junto a Enji sosteniendo su cadera y dormido en paz a su lado, esa noche era distinto, el sentimiento era más fuerte y hacía que quisiera llorar. Quizás era culpa de su ciclo menstrual o quizás su cabeza haciéndole otra mala pasada.

La de ojos naranja se levantó de la cama con cuidado para así no despertar al hombre a su lado. Cerró la puerta del baño con el mismo cuidado que con el que se paró denla cama y luego encendió la luz y se encontró su reflejo.

Estrujó su rostro dejándolo un poco rojo, suspiró lo más bajo que pudo y se lavó el rostro con agua y jabón como si eso arrancara las preguntas de su cabeza, pero por desgracia no era así.

Enji se iría, se cansaría de él o la lastimaría por mero placer como todo aquel que ya había pasado por su vida, se permitió abrirse a él y todo terminaría como en el pasado. Se canso de su reflejo triste y se sentó junto al inodoro.

- ¿Que diablos está mal conmigo?

Hundió su cabeza entre sus rodillas y sintió como las lágrimas salían de sus ojos, aquel maldito dolor en su pecho no se iba. Tenía 23 años y se sentía tan rota como a los 16.

Dos pequeños y casi imperceptibles toques en la puerta hicieron que levantara la cabeza, espero unos segundos y concluyó que su cabeza inventó eso también, dos toques más y Nanami se acercó a la puerta.

- ¿Estás bien? - preguntó Enji del otro lado de la puerta.

- Si. - contestó en un hilo de voz, se estrujó la nariz.

- Voy a entrar.

Y así lo hizo, el imponente pelirrojo se veía aún más imponente viéndolo desde abajo cubierto solo por un bóxer.

- ¿Estás bien? - preguntó al verla ahí con los ojos un poco hinchados y la daría roja, sentada en posición fetal.

- Si.

- No mientas.

Se arrodilló frente a ella y miró sus ojos naranja que se volvían vidriosos, las lágrimas salieron de sus ojos y Enji la abrazó.

- Tuve una pesadilla. - murmuró entre sollozos mientras Enji le acariciaba el cabello.

Conforme pasaba el tiempo ella se sentía cada vez más segura en los cálidos brazos de Enji. Cada segundo que pasaba entre ellos todas sus inseguridades se disipaban. El besó su frente.

- Cuando tengas otra pesadilla, promete que me vas a despertar.

- No quiero ser una molestia.

- Nunca serás una molestia.

Sonrió y ambos fueron a la cama, Enji y Nanami volvieron a la cama, abrazados y eliminando todo rastro de inseguridad que había en ella.

-.-.-.-.-.-.-

- ¿Por qué hay que volver? - dijo Touya molesto, lanzó su mochila al suelo y cruzó los brazos.

- Tu madre ganó más días, es todo. - contestó a su hijo mayor. Ambos hombres se miraban con rabia.

- Madre está loca. ¡Trato de golpearme! Y yo no le hice nada.

- Rei siempre ha estado loca.

- Yo soy mayor, no tengo que ir si no quiero.

- Está bien.

Touya se sorprendió ante aquella respuesta, su padre solía obligarlo a hacer cosas que no quería y a ser más duro no solo con el sino también con sus hermanos.

Salió de ahí y le mando un "Gracias" a Nanami ya que desde que había empezado su relación con la chica el había estado más tranquilo y relajado con respecto a muchas cosas.

Encontró algo que no se imagino ni en un millón de años, Nanami y Reí estaban frente a frente, la de cabello azul tenía media sonrisa y su madre estaba tan roja como el cabello de su padre.

- No me quitarás a mis hijos. - dijo Rei molesta.

- No estoy tratando de quitarte nada. - fue la respuesta de la de ojos naranja. Giró su rostro a Emi para sonreír.

- ¡Claro que si! Me quitaste a mi marido y ahora vas por mis hijos, Shouto no deja de hablar de lo divertida que eres.

- Rei, ¿Como te sientes al discutir con una niña?

Touya vio cómo los ojos grises de su madre brillaban con rabia y sus manos estaban congeladas, en cualquier momento golpearía a Nanami y todo eso iría a peor.

- ¿Que haces aquí madre? - preguntó haciendo que la atención fuese a él.

- ¿Acaso no puedo venir a buscar a mis niños?

- No.

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Fuego Fatuo- Enji Todoroki TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora