San Valentín

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Butch

¿Tienes hambre, preciosa?– apagué la tele y me acerqué a ella.

– ¿Piensas cocinar?– arqueó una ceja.

– Pensaba en comer otra cosa...– sonreí, me golpeó y me reí.

– Cerdo.– frunció el ceño.

No aguanté más y la besé, abracé su cintura con mis brazos mientras ella rodeaba mi torso con sus piernas. Me estaba poniendo caliente, qué mejor que un revolcón con mi novia en está fecha.

– Butch... no.– me separó poniendo sus brazos en mis hombros.

– ¿Qué sucede?

– ¿Por qué no comemos algo juntos y la pasamos como una pareja?– miró hacía otro lado.

– ¿Como dos enamorados?– asintió– ¿Desde cuándo te gustan esas cosas?– me reí.

– No lo hacen, sólo quería...

– Vamos, déjame besarte.– la atraje otra vez a mi cuerpo y la volví a besar.

Cuando iba a quitarle la blusa se separó, me empujó y se levantó.

– ¿Ahora qué?– rodé los ojos.

– ¿Por qué no puedes comportarte como un novio común? No me has dado chocolates o algo, y es San Valentín.

– ¿Por qué querrías chocolates? Bellota... no te entiendo, nunca te gustaron esas cosas.– frunci el ceño y me levanté.

– No lo hacían, pero somos pareja, ¿por qué no?– se encojió de hombros.

– ¡Maldición! Los chocolates no demuestran nada, ¿por qué ahora vienes a pedirmelo?– mi paciencia se comenzó a colmar.

– ¡Por qué quiero que seas romántico! ¡Por hoy! ¿No quieres?– rodó los ojos.

– ¿Ya vas a comenzar?– caminé a la cocina.

– ¡Butch! ¡no me ignores!– protestó.

No le hice caso y me metí a la cocina.

– Ahg, olvídalo, ¿quieres?– escuché el fuerte pisar de sus pasos a la habitación y algunos sollozos.

¿Ella estaba llorando? ¿Por qué quería chocolates? ¿Acaso estaba con su período?

No me quedaba de otra. Agarré mis llaves y salí de la casa con rumbo a alguna tienda abierta.
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– Bello...– la llamé despacio entrando con sumo cuidado a mi habitación.

Estaba dormida abrazada a mi almohada, en sus mejillas había restos de lágrimas que no tardé en limpiar, y acaricie su mejilla.

– Nena...– volví a llamarla, esta vez despertó y me miró, algo seria– Perdóname preciosa, ¿aún quieres un chocolate o puedo comermelo?– le mostré el chocolate en mis manos con una sonrisa pícara.

Sonrió con diversión y se sentó.

– ¿Fuiste a comprarme un chocolate a estas horas?– asentí– ¿Estás loco? No me encapriches.– me regañó abriendo el chocolate y comiendo un pedazo.

– Perdóname.– volví a disculparme, me miró con sorpresa pero no borró su sonrisa.

– Te amo.– puso su mano en mi mejilla y depósito un corto beso en mis labios.

– Ey... ¿vas a darme un poco?– frunci el ceño haciéndo puchero.

– No.– escondió el chocolate en su espalda saboreando el que tenía en su boca.

– Eres mala.– dije como niño y agarré su cara para besarla.

– ¡Eso no es justo!– protestó cuando robé el chocolate.

– En la guerra y en el amor, todo vale.– le saqué la lengua.

– Y luego yo soy la infantil.– achinó los ojos.

– Lo eres, una niña pequeña.– toqué la punta de su nariz y reímos.

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Disculpen mi memoria de pez, olvidé actualizar está semana. Ya es 16, pero no importa, acá les traje el capítulo jeje.

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