Tarde de videojuegos

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Bellota

Puse los refrescos en la mesa y en ese momento sonó la puerta. Fui a esta para abrirla sin comprobar quién era, arquee una ceja al verlo recargado en el umbral con una mano arriba.

— Entra.— me hice a un lado y lo dejé pasar cerrando la puerta después— Llegué a pensar que no ibas a venir.

— Pero acá estoy.— se tiró en el sofá.

— Sí, te salvaste.— me encoji de hombros sentándome sobre sus piernas con mi mirada en la televisión mientras la prendía— Puag, tienes un olor a cigarrillo.— hice una mueca y el se rió.

— ¿No hay nadie?— fue curioso.

— ¿Por qué quieres saber?— puse un juego.

— Porque no quiero que tu padre nos vuelva a encontrar basándonos en el sofá, y que luego me saque a patadas.— fue obvio.

— Eso fue muy gracioso.— me reí.

– No para mí.— rodó los ojos.

— Tienes que entenderlo, no es fácil ver a tu hija con su novio encima, ambos semidesnudos en el sofá de su casa.— le expliqué.

— Lo hago, tienes que cerrar la puerta.— me aconsejó.

— Bien, deja de quejarte y juguemos.— prendí mi joystick y otro que le di.

— Por cierto... ¿desde cuándo no saludas a tu novio?— susurró en mi oído.

— Ahora no, estoy jugando.— moví mi hombro para que deje de besar mi cuello.

— Cuando te gane tendrás que besarme.— apostó.

— Primero necesitas ganar.

— Si es por eso, nena, lo apuesto.— sonrió.
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— ¿C-cómo? ¡¿cómo pudiste ganarme?!— salté de la sorpresa.

— Te dije que si era por un beso iba a ponerme serio.— dio un beso en mi cuello.

— Bien.— rodé los ojos y besé su mejilla.

— En la próxima partida vas a tener que darme más que eso.

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— Sí nene, yo gané, ahora dame.— sonreí orgullosa.

Agarró el refresco con desgana y me dio en la boca. Pero apropósito lo volcó mojando mi camiseta.

— ¡Butch!

Se comenzó a reír burlándose de mi y golpeé su hombro.

— Perdón, fue sin querer.— se hizo el sorprendido y lo miré mal.

— Sí claro, gran mentiroso.— me arrodille en el sofá para sacarme la camiseta y la solté en el suelo.

— Ey, ¿qué estás haciendo...?

— ¿Qué más? Me quito la camiseta, por qué te avergonzaria, ya me viste desnuda.— fui obvia.

— ¿Estonces por qué te avergüenza cuando te toco? Ya te toqué desnuda.— sonrió como idiota.

— No es lo mismo. ¿Puedes pasarme esa sudadera?— le señalé una blanca en un sofá individual.

— Primero quiero mi recompensa.— se cruzó de brazos.

— Primero la sudadera.

— Quiero asegurarme.— se encojió de hombros.

— Y yo quiero no morirme de frío o enfermarme.— sonreí.

One- Shot's ☆ VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora