Día agotador

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Bellota

Apreté el botón para llamar al elevador y esperé en mi lugar algo impaciente.

– Quizás está averiado.– fue un pensamiento.

En ese momento las puertas se abrieron dejándome entrar, y eso hice. Presione el número de mi piso y solté un suspiro agotada.

– Qué día...– magullé sarcástica.

Las puertas se volvieron a abrir y salí del elevador hacia la puerta de mi departamento. Abrí con llave y entré para cerrar la puerta detrás de mí. Me saqué mi chaqueta negra y dejé las llaves en un estante al lado.

– ¿Bellota? ¿Ya llegaste?– preguntó desde la cocina.

Me saqué las zapatillas y caminé al sofá, para luego dejarme caer en el.

– Sí... soy yo.– respondí sin ganas.

– ¿Qué tal tu día?– cuestionó, entrando a la sala y acercándose con un vaso de agua.

Acepté el vaso de agua tomándolo deprisa, todo de un sorbo. Cuando se lo devolví sonrió divertido y lo dejó sobre la mesita de café negra.

– Fue... muy agotador.– hice puchero volviendo a recostarme.

Se rió y lo fulmine con la mirada. Me rendí y volví a suspirar cansada.

– ¿Qué quieres comer?

– ¿Vas a cocinar?– me sorprendí.

– En realidad, pensaba pedir algo para comer... como una pizza.– sonrió nervioso rascándose la nuca.

– Suena bien.– sonreí levemente y cerré los ojos.

– Claro. Voy a llamar para pedir una.– me avisó.

– Que sea de...

– De pepperoni con extra queso. Sí, lo sé.– se adelantó.

Reí internamente por darme cuenta, él me conocía mejor de lo que yo me conocía a mí misma. Algo raro e inexplicable, pero muy cierto.

– ¡Listo! Llega en unos veinte minutos.– anunció volviendo a mí.

– Um. Olvidé saludarte.– estiré mis brazos para que me abrace.

Rió un poco pero aceptó el abrazo, rodeando mi cintura con sus fornidos brazos. Al separarse, recorrí su cuerpo con mi mirada sin disimulo. Llevaba puesta una camiseta negra sin mangas, unos jeans negros e iba en chancletas negras.

– ¿Por qué siempre te vistes de negro? ¿Es que acaso alguien murió?– me burlé.

– Ja-Ja, qué graciosa.– río sarcástico– Me gusta cómo me queda el color, y se que a ti también te gusta.– sonrió coqueto.

– Pff.– le saqué la lengua y volteé a mirar a otro lado.

– ¿A ti no te molesta tener que usar esas faldas para trabajar?– inquieto llevó su mano al borde de mi falda, que me llegaba tres dedos sobre la rodilla.

– Sí, lo hace. Pero es el vestuario acorde al trabajo. No puedo ir con jeans.– rodé los ojos, a mi tampoco me gustaba esa regla.

– Patrañas. Eso de "uniforme" o "vestuario" es elegido por los viejos verdes que dirigen las empresas.– frunció el ceño.

– Tú también tienes uniforme en tu empresa.– lo miré seria.

– ¡Pero pueden llevar pantalón!– se defendió– Y ya te dije que puedo contratarte de lo que quieras. Ya no tendrías qué usar esa falda o soportar a esos idiotas.– volvió con el tema.

– Butch, ya hablamos de esto.– suspiré– Quiero conseguir el empleo por mis medios. No quiero que me metas en un puesto, en el que, seguramente, no me darás trabajo.– me levanté del sofá llevándome el vaso a la cocina.

– ¡Ahg! Pero no quiero que sigas en esa empresa, te dejan derrotada al terminar el día.– me siguió.

– Ya basta, no está en discución.– dejé el vaso y volteé a mirarlo, justo cuando el timbre sonó.

Me miró serio por un momento, hasta que salió de la cocina para atender la puerta. Llené con agua otra vez el vaso y me lo tomé de un trago. Agarré dos vasos limpios y una botella de Sprite de la nevera. Soltando otro suspiro caminé a la sala.

– ¿Comemos en la sala?– cerró la puerta y llevó la pizza hasta dejarla sobre la mesita de café.

Me encoji de hombros como respuesta dejando los vasos y la gaseosa en la misma. Lo miré para ver su expresión, pero no mostraba nada, estaba serio. Me senté en sofá y el agarró el control remoto.
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– No me gusta estar así contigo.– suspiró y me miró– Lamento insistir sobre el tema.– me sonrió a medias y puso su mano sobre mi muslo.

– Tampoco me gusta...– cerré los ojos al sentir su mano– No es que no quiera estar contigo, en tu empresa. Es que.. quiero ganarme mi puesto por lo que hago, no por ser la novia del jefe.– lo miré.

– Te entiendo, no voy a seguir insistiendo. En realidad, estoy orgulloso de ti.– sonrió y me abrazó por los hombros, recostando mi cabeza en su pecho.

Sentir su cuerpo cálido rodiando el mío me tranquilizó, acaricie sus brazos y seguí mirando la película.
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Butch

Cuando la película terminó, me di cuenta que Bellota se había dormido.

– Te extrañé mucho hoy...– susurré depositando un beso en su cabeza.

En serio lo había hecho. Aunque yo llegaba media hora antes que ella, esperar hasta que ella llegase, cada día... me desanimaba.

Omnisciente

En los brazos de aquel chico, la "dormida" Bellota sonreía ruborizada.

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One- Shot's ☆ VerdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora