Bienvenida

845 68 5
                                    

El día pintaba fresco, el otoño estaba en su auge y el bosque a las afueras del Santuario, estaba pintado de tonos ocres. El santo de Cáncer descansaba en el tronco de un árbol, disfrutando de la paz del lugar; tranquilidad que se veía interrumpida por los constantes murmullos de desesperación del de Capricornio que desde que llegaron no había dejado de moverse yendo de un lado a otro, Máscara Mortal, suspiró de frustración y se dirigió a su compañero y amigo.

—Deberías tranquilizarte, tu cosmos comienza a elevarse y llamaras la atención.

—Lo sé, pero es que llevamos mucho tiempo esperando y...

—Solo llevamos veinte minutos, Shura—cortó el de la cuarta casa—y es porque tú saliste antes. Según su carta, llegaría después del medio día. Así que tranquilízate—dijo en tono fastidiado.

—Pero, ¿y sí le pasó algo? ¿O le pasó algo a...?

—Los dos están bien, estoy seguro. Ahora cálmate—el tono de Máscara Mortal era resignado, sabía que Shura no se iba a calmar, no hasta que Afrodita llegara. Rogaba porque fuera pronto, sino iba terminar golpeando a Shura.

El sonido de pasos acercándose los puso a ambos alerta y de inmediato se dieron la vuelta, solo para encontrarse con Afrodita, que los miraba con una pequeña sonrisa en el rostro. Al principio, ambos se sorprendieron al verlo, ya que, de inmediato notaron el cambio que su amigo había experimentado durante los meses que no le habían visto.

—¡Al fin llegas! —el primero en reaccionar fue Mascara Mortal—un poco más y este—señaló a Shura—, termina haciendo un surco en el suelo. Déjame verlo.

Máscara Mortal, se acercó a él con la curiosidad y la emoción marcando su rostro, Afrodita amplió su sonrisa, su amigo no cambiaba. Descubrió el pequeño bulto que llevaba en los brazos. El de Cáncer lo miró con cierta ternura y temiendo tocar la figurita que descansaba en los brazos del peliceleste.

Shura se había quedado en shock momentáneamente y no reaccionó hasta que vio la cara redonda y blanca del bebé. El corazón le latió de emoción y ternura y se acercó lentamente. Afrodita volvió a sonreír ante la reacción del de Capricornio. 

—¿No me piensas saludar o es que no te alegras de verme? —dijo Afrodita en broma y con un deje de coquetería.

Shura lo miró, negó con la cabeza, acercándose lo abrazó, logrando despertar al niño, que, para sorpresa de Shura y tranquilidad de Máscara Mortal, no emitió ningún sonido; en cambio, parecía que miraba con curiosidad a Shura.

—Sabes que estoy feliz de verte, es solo que...—dudó un momento—¿puedo? —dijo señalando al bebé que no dejaba de verlo.

—Por su puesto.

Afrodita le entregó al pequeño que se removió inquieto cuando Shura lo tomó en sus brazos y el de Capricornio pudo ver momentáneamente unos ojos verde jade que lo dejaron sin respiración. Sin duda era la cosa más bonita que había visto en su vida. Sonrió con ternura mirando a Afrodita que le devolvió el gesto. Mascara Mortal, tuvo que carraspear para devolverlos a la realidad, parecía que se había olvidado de él.

—Empieza hacer frío, no es bueno que Afrodita y el bebé estén tanto tiempo afuera—les dijo en tono serio.

Los tres se dirigieron al Santuario, tomando un atajo para llegar a la casa de Piscis sin tener que atravesar todos los templos, no es que la llegada del bebé fuera hacer sorpresa, de hecho, todos los santos de oro estaban en antecedentes, pero Afrodita prefería presentarles al infante cuando todos estuvieran frente al Patriarca, que ir de uno en uno, conociéndolos, le tomaría todo el día llegar a su templo.

Cuando llegaron a Piscis, se sorprendieron que la diosa estuviera ahí, se habían encontrado a mitad de la sala y para el caballero de Piscis no pasó desapercibido el nerviosismo de la joven, quien rápidamente había ocultado sus manos tras su espalda, intrigándolo aún más. Saori/Atenea le sonrió.

—Afrodita, ¿qué haces aquí? —preguntó la diosa. El santo estuvo tentado a responderle lo que era obvio, pero se mordió la lengua para evitar el sarcasmo.

—A cabo de regresar, mi Señora, ¿el Patriarca no le avisó de mi regreso?

—Eeeh, sí, pero...—la joven miró a los santos que acompañaban a Afrodita y de inmediato entendieron lo que debían hacer.

—Creo que debemos reportarnos con el Patriarca—dijo de pronto Máscara Mortal, sorprendiendo a su amigo. Que lo miró con recelo.

Shura asintió y tomó a Afrodita del brazo para instarlo a salir del templo y llevarlo a la sala del Patriarca Shion, quien estuvo encantado con tener a Afrodita y al bebé con él y sin nadie más al rededor. Tener de nuevo un bebé en el Santuario era algo que lo emocionaba.

Shura aprovechó que el Patriarca estaba distrayendo a Afrodita para bajar a Piscis, sorprendiéndose de encontrar a casi la mitad de la orden ateniense en él, pues no solo había santos de oro, sino que también estaban los de bronce y las santos de plata. Shura sonrió. Sin duda Afrodita se llevaría una gran sorpresa. Vio que cerca de la cuna había dos lámparas, una en forma de Buda y otra en forma de dragón, Shura miró a los santos responsables arqueando una ceja.

—No tuve el valor para decirles bajo qué constelación nació—dijo apenda la diosa acercándose a él—los dos están muy emocionados.

—Y prefiere que sea Afrodita el que les rompa el corazón, ¿no?

—Bueno, les puedes decir tú.

—Dejemos que sea Afrodita—ambos se sonrieron.

De todos era sabido la apuesta que el santo de Libra había hecho con el santo de Virgo (ninguno supo cómo es que Dohko convenció a Shaka para algo así) acerca de quién sería el maestro del pequeño, ya que los de bronce habían declinado a portar las armaduras de oro, ahora ellos tenían que buscar discípulos y el hijo de Afrodita y Shura, era potencialmente atractivo para todos, por lo que casi todos se decepcionaron al saber el mes en que el pequeño nacería, septiembre. Solo faltaba conocer el día.

—¡Terminamos! —gritó Seiya emocionado—ya puedes traer a Afrodita, Shura. A decir verdad...

Hyoga y Shiryu no lo dejaron terminar, sabían que iba a decir alguna tontería y lo más saludable era callarlo a tiempo, así que lo alejaron y comenzaron a regañarlo. Shura sonrió y salió del templo, topándose en la entrada con el santo de Géminis, al que solo le dedicó un ligero saludo y subió a la sala patriarcal en busca de Afrodita.

Los ojos de Afrodita brillaron de emoción al ver a sus compañeros en su templo, con un gran letrero de «bienvenidos» y no pudo evitar algunas lágrimas al ver que habían arreglado el cuarto de su hijo. El resto de la tarde fue de recibir regalos, consejos y presentar a Johan y charlas animadas. Desde que habían regresado a la vida, era la primera vez que estaban todos reunidos y eso les llenaba de emoción.

Fue casi al final de la tarde que Milo se atrevió hacer la pregunta cuya respuesta a todos carcomía. Se acercó a Afrodita que en ese momento charlaba con el Patriarca quienes lo voltearon a ver expectantes.

—Muy bien Afrodita, dinos—Afrodita hizo un gesto de sorpresa—¿qué día nació? —El mencionado soltó el aire disimuladamente, había olvidado que Shura le había contado sobre la pequeña disputa que había generado su bebé en los santos de la sexta y séptima casa. Suspiró.

—21 de septiembre—dijo mirando a Shaka que sonrió triunfal. No le hacía ninguna gracia que su hijo fuera un santo, pero si estaba destinado a ello, no se opondría— eso me recuerda, Shaka, ¿serías el padrino?

—Por supuesto, Afrodita—respondió de inmediato el de Virgo.

—Creo que —dijo Milo—, eso nos deja al resto como los tíos consentidores y malcriadores.

—Creo que el patriarca y el viejo maestro quedan más como los abuelos, pero estoy de acuerdo con Milo—dijo Seiya. Ganándose una mirada reprobatoria de Shion y una sonrisa de parte de Dohko, los de bronce suspiraron de resignación.

—Como si fuéramos a dejar que te acerques a él—respondió en voz baja Máscara Mortal.

Después de eso, Shion les anunció que era hora de retirarse (sino les ordenaba que se fueran, eran capaces de quedarse en el templo de Piscis), así que comenzaron a despedirse y Afrodita llevó al bebé a su cuna, cuando terminó de arroparlo se dio cuenta de la presencia de Saga, que los miraba a ambos de una forma que el de Piscis no supo descifrar.

—Es muy bonito— dijo apuntando al niño para romper el hielo.

—Lo es—asintió Piscis, Saga suspiró.

—Afrodita, yo...—comenzó el de Géminis, pero se vio interrumpido por la entrada de Shura, quien vio Saga cerca de Afrodita.

—Disculpen, será mejor que me retire—el de Capricornio anunció en tono neutro.

—No, quédate—Saga lo detuvo—. Yo ya me iba.

Saga se encaminó a la puerta y echando una última mirada cargada de ternura al bebé, salió del templo. Por unos instantes ninguno dijo nada, hasta que Afrodita se acercó a Shura y puso una mano en su hombro.

—¿Estás molesto? —preguntó, Shura lo miró sorprendido.

—Claro que no, es solo que...—suspiró—nada.

—Sí no me lo dices, no podremos resolverlo—Shura sonrió y abrazó a Afrodita dándole un beso en la cabeza.

—Está todo bien, ¿vale? Yo me voy, necesitas descansar.

—¿No quieres quedarte? —ofreció Afrodita desviando su mirada—bueno, sino te importa despertarte a las tres de la mañana.

—No me importaría, pero... ¿estás seguro? —Afrodita le asintió levemente, Shura sonrió—entonces, puedo atender a nuestro hijo mientras tú descansas—le guiñó un ojo.

—¿Nuestro...?

—Es nuestro, Afrodita, el resto está convencido de ello, solo faltas tú—lo besó fugazmente—bienvenido a casa.

La seguridad de Shura doblegó a Afrodita que recibió el beso de Capricornio y lo correspondió con la misma devoción y pasión. Shura lo llevó a la cama y allí, tuvo la mitad de la noche para terminar de convencer a Afrodita de que ahora eran una familia. Ya luego se ocuparían de las formalidades.

Fin

Afrodita x Shura Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora