Inesperado.

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El fallo que había dado Hades, dejó a sus tres jueces pasmados, Radamanthys había estado convencido de que se le concedería al santo, pero...; miró a sus compañeros y por su expresión pudo comprobar que estaba tan incrédulos como él mismo y estaba seguro de que los tres pensaban lo mismo: su Señor se había vuelto loco.

Sin embargo, la mirada de Hades no era la de alguien que había perdido el juicio, sino la de alguien que sabía perfectamente lo que estaba haciendo; ninguno de los tres se había atrevido a replicar, esperando a que su Dios terminara de hablar, ya luego podrían despotricar cuanto quisieran, cuando estuvieran fuera del alcance de su ira.

—Sé que les sorprende, de hecho, yo estoy igual, pero hice una promesa y saben que no puedo romperla.

Los tres asintieron, sabían que Hades podía tener muchos defectos, pero era de palabra, eso dejaba claro porqué de aquel extraño fallo; él les había prometido dar un fallo en favor de cualquiera de los tres, pero a su vez, había prometido no separar a Afrodita de aquel otro santo a no sabían quién, así que ahora en lugar de un santo, Radamanthys tendría dos.

—Minos, mantente alejado del tribunal de Radamanthys, no quiero escándalos, ¿entendiste?

—Sí señor—respondió el juez, molesto.

—Pueden retirarse.

Hades, se había sorprendido cuando el santo de Capricornio le pidió que entregara al santo de Piscis a Radamanthys.

—¿Por qué? —preguntó desconcertado.

—Afrodita ya sufrió bastante en vida y Wyvern... sé que cuidará bien de él, a pesar de todo, es un hombre justo y, bajo sus normas, de honor.

—Creí que tú...

—Y no se equivoca, Señor—dijo con una sonrisa triste mirando en dirección a Afrodita—, precisamente es por ello que se lo pido, el tormento del Cocytos se queda corto en comparación con saber que él está sufriendo.

—Entonces debería dejarlo donde está o entregárselo a Minos—dijo con una Mueca que pretendía ser una sonrisa.

Shura se mordió el labio, pero no dijo nada. Simplemente comenzó a alejarse dejándose guiar por el espectro que lo iba a devolver a su prisión. Dejando a Hades dubitativo con respecto a la decisión que debía tomar. Miró al santo en cuestión y no tuvo duda que era un bendecido por Urania, pero dudaba que solo fuera su belleza lo que atraía a esos tres. Suspiró.

Una vez que estuvo solo, Hades, meditó sobre sus acciones de ese día y de pronto sintió que la guerra lo había ablandado o todavía se encontraba aturdido por la misma; ese día había tomado decisiones que en el pasado ni siquiera las hubiese considerado, pero debía admitir que el amor entre que vio en los santos, le había enternecido y, aunque Afrodita no le hubiera pedido que no los separara, él habría dado el mismo fallo.

Radamanthys, daba vueltas en su tribunal, mientras esperaba la llegada de los dos santos que habían quedado bajo su custodia, mientras meditaba la manera de mantener apartado a Capricornio de Piscis. Después de todo, quien había dado su palabra de mantenerlos juntos había sido su Señor, no él y tampoco se le había ordenado que no los separara, así que nada le impedía alejarlos y dejar a Afrodita para sí, como había sido la idea original.

Shura, podía quedarse al servicio de Valentine y mandarlos al otro extremo del reino, mientras lograba conquistar a Afrodita. Estaba seguro de que no le sería tan indiferente, algo debió remover en él al ser el primer contacto humano que tuvo en su... ¿vida?

Dejó de pensar y se concentró en los pasos que se acercaban, estaba ansioso, más cuando la puerta se abrió, se mostró estoico, ambos santos lo miraban con gesto interrogante y, aunque estuvo tentado abalanzarse sobre Afrodita, habló lo más serio que pudo.

—Hades, en un gesto de misericordia—miró que ambos santos esbozaron una leve sonrisa de incredulidad que dejó pasar—, ha decidido ponerlos a ambos bajo mi custodia, por lo que servirán a este tribunal y seguirán al pie mis órdenes.

Shura asintió, pero vio a Afrodita con ganas de discutir, iba ser muy divertido tratar con su terquedad e insolencia. Desde que entraron le había llamado la atención que llevaran sus manos entrelazadas, no sería tan fácil separarlos, por Capricornio no se preocupaba, pero con lo poco que conocía a Piscis, sabía que no acataría sus ordenes tan fácilmente, ni lo tendría como quería tan rápido, quizás tardara los mismos setenta años que tardó Minos en conquistar a «su Albafica». Iba a necesitar mucha paciencia.

—Bien, Capricornio, tú estarás con Valentine, él te dirá todo lo que tienes que hacer y Afrodita—al dirigirse a él, suavizó su expresión y hasta casi sonrió—te quedarás conmigo.

—Pero...—Afrodita iba a protestar.

—Que así sea—respondió en cambio Shura, apretando la mano de Afrodita que lo miró interrogante—es lo mejor.

—Pensé que habías sido sincero cuando me confesaste tus sentimientos—reclamó indignado, soltando su mano bruscamente.

—Y lo hice, por eso es que sé que esto es lo mejor, aceptaría condenarme al tártaro sabiendo que tú estás bien, es lo único que importa. Algún día, volveremos a estar juntos Afrodita—acarició su rostro con ternura, el juez miraba la escena impasible, controlando sus ganas de matar (de nuevo) a Capricornio—. Te lo prometo.

Afrodita, simplemente asintió y le dio un beso de despedida. Radamanthys en ese momento tomó una decisión, le daría de beber agua de Leteo y haría que olvidara todo, incluso que alguna vez fue santo de Atenea—sabía que no estaba siendo mejor que Minos, pero a tiempos desesperados...—mandó llamar a Valentine y le dio las instrucciones que precisaba. Le daría un tiempo a Afrodita antes de recurrir a Leteo, esperaba que entrara en razón.

La suerte no estuvo de lado del Juez, antes de que pudiera conquistar a Piscis o siquiera darle de beber el agua del olvido, los santos caídos fueron devueltos a su diosa. La paz se había instaurado entre ambos dioses y esa había sido la ofrenda de buena voluntad que Hades le otorgó a Atenea.

Afrodita, no pudo ser más feliz al momento de reunirse de nuevo con Shura, pues ahora, no tenía que preocuparse por su sangre, obsequio especial de Hades, que así, terminaba de cumplir la promesa hecha a Urania de mantenerlos juntos, o eso quiso creer él, aunque en el fondo sabía que lo hacía porque le demostraron que, aún en su reino, hay esperanza. 

Afrodita x Shura Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora