14 De Febrero

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No abandona mi mente la idea de convertir a Afrodita en mujer.

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El televisor cambió de canal por décima vez en diez minutos y unos ojos celestes se posaron con enfado en el hombre que mantenía el mando a distancia entre los dedos. Los ojos azules de Deathmask se encontraron con el rostro enfadado de la dueña del templo en el que se encontraban.

—¿Qué? —preguntó el de Cáncer sin entender el enfado de Afrodita.

—Llevas diez minutos aquí y no has hecho otra cosa que cambiar de canal. No creo que hayas subido ocho templos solo para ver mi televisión —respondió llevando sus manos a la cintura.

—No, también esperaba que me alimentaras —dijo descaradamente. Afrodita, rodó los ojos.

Deathmask no tenía ningún tipo de vergüenza. En más de una ocasión se había cuestionado si su amistad era algo que necesitase en su vida, lamentablemente la respuesta siempre era afirmativa. Llevo su índice y pulgar al puente de su nariz. Ni siquiera le sorprendía que hubiera subido a su templo para comer.

—¿Qué quieres? —preguntó con irritación en la voz. Deathmask sonrió.

—Lo que que me ofrezcas, preciosa.

Afrodita lo miró mal antes de girarse hacia la cocina y sonrió con malicia mientras inspeccionaba lo que había en su frigorífico. Ese Cangrejo se arrepentiría de tratarla como su cocinera. Sacó algunas cosas y se dispuso a preparar algunos aperitivos, mientras continuaba escuchando como los canales del televisor seguían cambiando de tanto en tanto.

Peló y picó algunas frutas y verduras y acomodó todo en una bandeja. Con una sonrisa de satisfacción se dirigió de vuelta a la sala donde Deathmask parecía al fin haber encontrado algo que ver. Arrugó la nariz al darse cuenta de que era una de esas películas de sangre y horror que tanto le gustaban. Suspiró y colocó la bandeja en su mesita de centro. Deathmask se la quedó mirando.

—¿Qué? —fingió no entender la mirada molesta de su amigo.

—¿Me viste cara de conejo? —preguntó indignado.

—De barril, en realidad, ¿pero eso qué tiene que ver?

Se sentó a su lado y tomó un apio y lo sumergió en el aderezo. Lo saboreó con deleite ante el gesto irritado de su compañero. Sonrió con inocencia.

—¿En serio, Afrodita?

—Tu dijiste que lo que te ofreciera, estaba bien —Deathmask entrecerró los ojos—, para la próxima sé más específico —se encogió de hombros y continuó comiendo.

Deathmask, tomó un trozo de manzana y lo mordió sin perder el gesto indignado, ocasionando la risa de Afrodita.

—Ojalá Shura estuviera aquí.

Afrodita suspiró ante la mención de su amigo ausente. Subió sus piernas al sofá y abrazó uno de los cojines. Deathmask apartó su vista de la pantalla y la observó con detenimiento.

—Lo extrañas —afirmó Deathmask.

—Sabes que sí, mucho.

—No entiendo por qué si se atraen tanto, no lo intentan —apagó el televisor y se concentró en ella.

—No quiero arruinar nuestra amistad —se defendió.

—Ese es un argumento demasiado trillado y lo sabes. A lo que le temen es a sus propios sentimientos —dijo seguro—, pero sabes qué, no más. Estoy harto de oírlos suspirar por separado y que finjan que nada pasa cuando están juntos. ¿Hace cuánto que no se ven a solas? —preguntó curioso. Afrodita apartó su vista.

Afrodita x Shura Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora