Pez.

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Algo cortito para pasar el rato.

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—Sí alguien te viera, pensaría que eres un impostor.

Fue la frase con la que saludó el santo de Capricornio cuando entró al templo de Piscis y encontró a su guardián jugando con un pez dorado que él mismo le había regalado hacía unos días atrás.

—No sé a qué te refieres —respondió Afrodita sin dejar de ver al pez.

Shura suspiró con paciencia.

—No es común ver al poderoso santo de Piscis; el asesino preferido del Patriarca; el que no tiene escrúpulos de ningún tipo a la hora de ejecutar una orden, sonreírle como un bobo a un pez.

—Exageras —replicó sin dejar de sonreír e inflando sus mejillas imitando los movimientos del animal —estoy dentro de mi templo y salvo por ti y Deathmask, nadie entraría en él sin mi permiso.

Shura se quedó observando a Afrodita que se mantenía pendiente a la pecera ignorándolo completamente a él, concentrado en el pez que nadaba tranquilo ajeno a ambos dentro de la pecera; se preguntaba que tan buena idea había sido darle aquel obsequio. Suspiró. Sin duda, ese no era el recibimiento que esperaba luego de estar cuatro días fuera del Santuario.

—Podrían entrar por algún motivo especial y llevarse una sorpresa, ¿qué pensarían si vieran al gran Afrodita de Piscis sonreírle a un pez?

Finalmente Afrodita giró la cabeza a verlo y sus ojos celestes brillaron con diversión.

—Qué la vida de un pez, tiene más valor que su miserable existencia.

Pronunció con arrogancia poniéndose de pie y caminando hacia donde se encontraba Shura. Sus ojos se encontraron y Afrodita sonrió con satisfacción acariciando el rostro del Capricornio con gentileza.

—¿Quieres la misma atención que el pez? —pronunció el santo de Piscis acariciando con su lengua los labios ajenos.

—Quiero mucho más que solo tu atención.

Esta vez fue Shura el que acarició los labios del sueco, pero no conforme, profundizó el contacto en un apasionado beso que Afrodita cortó con una sonrisa perversa tirando a Shura sobre el sofá, sujetándolo de las manos y quedando encima de él.

—Bueno, te daré lo que quieres, bajo mis propios términos.

Shura, sintió los labios de Afrodita sobre su cuello y lanzó una mirada de victoria al pez, que simplemente seguía nadando tranquilamente, mientras los dos santos daban rienda a su lujuria.

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Pobre pececito, lo van a pervertir...
¡Gracias por leer!

Afrodita x Shura Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora