Infidelidad.

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La noche era fría y húmeda, las nubes eran gruesas y parecía que en cualquier momento se desencadenaría una tormenta. Un joven subía a toda velocidad por las escaleras que separaban cada uno de los templos que tenía aquel Santuario. El camino se le hacía largo para llegar hasta el último templo. Las lágrimas amenazaban con salir y el luchaba por retenerlas mientras ignoraba los llamados que algunos de sus compañeros le hacían cuando cruzaba por su templo.

En la décima casa, no tuvo la suerte de poder esquivar a su guardián, Shura, quien se encontraba en la puerta de su templo, lo atrapó en sus brazos logrando detener la carrera de Afrodita, quien simplemente se dejó hacer, derramando las lágrimas que había contenido desde el momento que salió de la tercera casa. No le daba vergüenza que el de Capricornio lo viera, pues conocía a Shura y sabía que no le iba a juzgar ni a cuestionar nada.

Shura, sintió una segunda presencia y dirigió su mirada hacia las escaleras en las que vio al santo de Géminis y sintió la tensión de la espalda de Afrodita al también darse cuenta de que Saga se acercaba, por lo que no necesitó más para darse una idea de lo que había sucedido.

—No dejes que se acerque, por favor —Afrodita le había susurrado y él simplemente le asintió.

Saga hizo su aparición en ese momento, con mirada seria se dirigió hasta donde estaban y miró mal a Shura, que le devolvió la mirada y luego la desvió hacia Afrodita, que a ese momento se encontraba a un lado del español, había logrado contener las lágrimas, aunque aún en sus ojos se podía ver los rastros de ellas y el corazón del griego se estrujó, porque supo que Afrodita le había visto con Aioros.

—Afrodi... —intentó acercarse, pero Shura le cortó el paso.

—No eres bienvenido a este templo Géminis.

—No puedes...

—No te impido que lo cruces-le volvió a interrumpir —solo que no puedes adentrarte en él.

—Vete, Saga. No tenemos nada de qué hablar.

Saga sabía que no podía ir en contra de los deseos del dueño de aquel templo, no estaban obligados a ser amables con sus compañeros, más sí a ser cordiales y para su fastidio, Shura era un experto, pero no se iría sin hablar con Afrodita el Capricornio no podría evitarlo, ni Afrodita tampoco.

—No puedes evitarme por siempre, Afrodita —dicho aquello, comenzó a subir las escaleras que conectaban Capricornio con Acuario.

Ambos lo miraron alejarse en silencio y Afrodita soltó un gran suspiro, haciendo que la atención de Shura se posara en él. El de Capricornio presentía lo que había pasado, para algunos, incluido él, no era secreto la relación más que amistosa que llevaban a espaldas del sueco.

—¿Lo sabías no? —Afrodita cuestionó aun sin mirarlo.

—DeathMask me lo dijo y lo confirmé hace unos días.

—Y ninguno de los dos pudo decírmelo.

—¿Hubiera cambiado algo?

La pregunta por fin logró que Afrodita lo mirara, no había enfado en su expresión solo tristeza, él hubiese querido decírselo, pero sin poder comprobar nada, Afrodita no le hubiera creído y lo sabía, de un tiempo en delante, Saga había intentado alejarlos, especialmente a él y no estaba fuera de la razón.

—Nunca pensé que me fuera a... —Afrodita se mordió el labio inferior intentando contener el llanto.

—¿Y qué piensas hacer? —lo interrumpió Shura.

—No lo sé, ¿y tú? —Afrodita lo miró con curiosidad

—Lo que tú quieras —le sonrió.

Afrodita no lo pensó más y se lanzó a los brazos del español quien lo recibió más que complacido; Saga se decepcionaría cuando se diera cuenta que el sueco no iba a ir a su templo en toda la noche y se llevaría una gran sorpresa si se le ocurriera asomarse por el de Capricornio.

Ambos entraron a su templo sin despegar sus bocas, el español no quería pensar en lo que haría Afrodita por la mañana, como nunca lo hacía cada vez que se adentraba en sus sabanas después de una pelea con Saga. Sabía que se hacía daño con aquello, él amaba a Afrodita y no podía, ni quería negarse cuando el sueco lo besaba.

Así que no tardo en llevarlo hasta su cama en donde ambos se dedicaron a desnudarse mutuamente, sin prisa, pero sin calma. Afrodita besaba al español de una manera tan tierna que casi lo hacía llorar. Pronto se dejaron llevar por la pasión y los gemidos y jadeos de ambos se dejaron escuchar por la habitación del templo de Capricornio.

A la mañana siguiente, el sol que se filtraba por la ventana golpeando su rostro despertó al español, quién poco a poco comenzó a espabilarse, cubriendo con su brazo el rostro para protegerse de los rayos del sol. Cuando la conciencia le llegó por completo, ni siquiera se giró para buscar a su compañero pues sabía que ya no lo encontraría.

Se levantó y se dirigió al cuarto de baño, pensando en que seguramente Afrodita a esas horas ya había perdonado a Saga y ya se encontraban desayunando juntos como cada mañana. No pudo evitar un pinchazo de dolor y celos, pese a que ya debería estar acostumbrado, pero supuso que había cosas a las que simplemente no se acostumbraría, aunque pasaran años.

Salió de la ducha y se vistió con su ropa de entrenamiento, el día se le antojaba largo y tal vez lo terminaría en la casa de Cáncer con unas botellas de cerveza demás encima, como siempre ocurría en aquellos casos.

El olor a comida recién hecha interrumpió sus pensamientos y rápidamente se dirigió a su cocina tratando de adivinar quien le estaba preparando el desayuno; cuando atravesó el umbral que separaba su cocina de su sala, la radiante sonrisa de Afrodita lo recibió.

—Buenos días —le dijo mientras volvía su atención a los huevos que en ese momento estaba friendo en esos momentos—. Me alegro que ya estés despierto y aseado, el desayuno está casi listo.

—Afrodita-la voz del español salió lenta—, ¿qué es esto?

—El desayuno —respondió el sueco frunciendo el ceño—, ¿no te gusta? —dijo perdiendo su sonrisa. Shura al notar el semblante de su compañero, salió del asombro que le había producido encontrarlo todavía en su templo.

—No me refiero a eso, sino que... —necesitaba respuestas antes de hacerse ilusiones, aunque era tarde para ello, solo esperaba no estrellarse con la realidad —bueno, tú...sigues aquí y pensé que...

—Ya no me iré —lo interrumpió.

—¿Cómo? —eso sí no se lo esperaba.

—Bueno a menos que quieras, claro. Yo me di cuenta que no quiero estar Saga, sino contigo y claro, puede que tú perdones a Aioros y eso sería... —Afrodita hablaba atropelladamente y eso hizo sonreír a Shura.

—Claro que quiero que te quedes, lo he querido desde hace mucho.

—¿Dejarás a Aioros? —preguntó con cierta duda en los ojos.

—Solo sí dejas a Saga.

—Ya lo hice —Afrodita sonrió y se lanzó a abrazar al español.

Shura pensó que ese día iba ser como cualquier otro, pero no, sí no fuera porque Afrodita no lo soltaba ya hubiera bajado corriendo a Sagitario para terminar con Aioros, después de todo, él tenía mucho que reprocharle al griego mientras que él siempre se había comportado a la altura de la relación o por lo menos en apariencia, pero sus infidelidades, nadie tenía porque saberlas.

—Creo que en mes y medio podemos hacer publica nuestra relación, hemos sido amigos desde siempre y...

A Shura no le gustaba jugar al papel de víctima, pero si eso complacía a Afrodita, pues lo haría, el español sonreía mientras veía al sueco comer para luego seguir con su charla, definitivamente sus mañanas y sus días, iban a mejorar mucho.

Fin.
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¡Muchas gracias por leer!

Afrodita x Shura Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora