Aaaaay, tenía muy abandonada a esta parejita, así que aproveché un chispazo de inspiración para dejarles este pequeño oneshot que espero disfruten.
Disculpen que Afrodita siga siendo mujer, pero sigo obsesionada con eso y también disculparan los errores ortográficos, siéntanse libres de hacérmelos notar.
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Shura suspiró y dio el último ajuste a su corbata y despeinó ligeramente su cabello antes de girarse y tomar su saco y salió de su habitación asegurándose de apagar la luz antes de cerrar la puerta y salir hacia el amplio salón que servía como área de combate de su templo, donde se detuvo un momento y suspiró sonoramente. Metiendo las manos a los bolsillos de su saco y apretar con la derecha la nota que le había llegado ese mismo día en la mañana junto a una simple rosa roja.
Salió a la oscura noche que ya se cerraba sobre el Santuario y se encaminó hacia las escaleras que lo conducían a Acuario y posteriormente a su destino: el templo de Piscis. Donde su... guardiana, lo esperaba. Aún no podía creer que Afrodita fuera mujer y lo sorprendía más el hecho de que no lo hubiese notado antes y era una lástima la forma en la que lo había descubierto. Cerró los ojos levemente recordando el incidente del día anterior en el que sin querer la había visto desnuda en el lago.
Sin querer, porque en ese momento no sabía que en realidad era mujer, porque su intención al ir hacia el sitio era precisamente para verlo y sabía que lo encontraría en el lago. Fue una suerte que no lo matara y es que, ante la sorpresa, no se cuidó de ocultarse y Afrodita no por nada tenía la confianza del Patriarca para garantizar su seguridad. No solo era un arma mortal, era excelente espía además y muy observadora. Así que en cuanto tuvo los ojos celestes fijos en su persona, supo que estaba perdido.
Sin embargo, Afrodita, solo elevó una ceja, salió del lago y se vistió para no saber de ella el resto del día, hasta esa mañana que recibió la nota en la que lo citaba a las veintidós horas en su templo vestido formalmente, había dudado en asistir, pero ya había cometido una falta ante ella y no quería desairarla, aunque posiblemente eso terminara costándole la vida. Era mejor escucharla, si es que quería hablar y luego vería como resolver ese embrollo.
Pasó por Acuario sin anunciarse, pues sabía que Camus se encontraba fuera, seguramente estando en el octavo templo jugando naipes con Milo o en el sexto tonteando con Shaka. Le restó importancia concentrado como estaba en su próximo encuentro con Afrodita. El santo que había cautivado su atención sin esfuerzo y sin proponérselo, porque Afrodita no tenía más que miradas de desdén para todo el que se le cruzara en su camino, excepto el Gran Papa, por supuesto. Sin embargo, eso no había impedido que el obviara su belleza y pudiera vislumbrar un poco más allá del santo vanidoso que todos veían.
En misiones conjuntas, había podido observar además de lo que saltaba a la vista, valor, fuerza, inteligencia, lealtad; también había podido notar su lado humano, su cercanía con aquello que protegía era la encargada de las labores altruistas que dirigía el Santuario, el nexo con los civiles. Afrodita era la mano derecha del Gran Papa, en toda la extensión de la palabra y la forma en que llevaba todas esas labores, es que lo había cautivado, pues a diferencia de lo que todos creían, Afrodita era mucho más que una cara bonita y experto en veneno.
Mientras subía los últimos escalones, analizó si lo que sentía por Afrodita había cambiado con el hecho de saberla mujer, pues él estaba consciente del hecho de que se había sentido atraído por un hombre, así que... Llegó a Piscis justo en ese momento. No tuvo tiempo a anunciarse, pues Afrodita salió justo en ese instante ataviada en un vestido rojo que la cubría hasta los tobillos; los bucles de su cabello caían libres por su espalda y un par de mechones e marcaban su rostro discretamente maquillado.
—Puntual —fue el saludo que recibió cuando estuvo frente a ella—. No esperaba menos de ti —sonrió de lado.
—Buenas noches, Afrodita.
—Buenas noches, Shura. Sé bienvenido al templo de Piscis.
Afrodita se giró y Shura pudo percatarse que se veía ligeramente más alta y fue que reparo en las zapatillas altas que llevaba y mientras la seguía hacia el área privada del templo, se preguntó el por qué se había tomado tantas molestias por él y esta pregunta se acentuó al llegar al jardín y ver una mesa perfectamente preparada para dos con una cena que lucía más que bien esperando a ser servida.
Fue su turno de elevar una ceja cuando Afrodita se giró a verlo y con un gesto de la mano lo invitó a sentarse. Lo cual hizo en el acto y aceptó lo que se le ofrecía y no fue hasta que vio a Afrodita sentada frente a él es que se animó a hablar.
—Afrodita, yo quisiera pedirte una...
—Confío en que sabrás guardar el secreto —interrumpió—. No creo que sea necesario decirte que, aparte del Gran Papa, eres el único que sabe de —se señaló así misma —esto, ¿verdad?
—No, no es necesario y puedes estar tran...quila, no diré nada.
—Perfecto —Afrodita sonrió—. Confío plenamente en tu palabra, Shura, puedes cenar tranquilo, que no te voy a envenenar.
Afrodita, señalando la comida y los cubiertos que se mantenían intactos sobre la mesa.
—No, yo no...
Se sonrojó provocando la delicada risa de Afrodita. Eso lo dejó completamente mudo, jamás había escuchado a Afrodita reír y sintió que era el sonido más hermoso que había escuchado y la pregunta que se había planteado antes de llegar a Piscis tuvo su respuesta en ese instante. Afrodita seguía atrayéndolo enormemente y fue porque a él siempre lo atrajo lo que Afrodita era y no solo su físico.
Aprovechó aquella cena para intentar conocerla un poco mejor, aunque fuera a través de trivialidades y casi se decepcionó cuando llegó la hora de despedirse. Por suerte, Afrodita había decidido acompañarlo hasta fuera de su templo antes de comenzar a descender se giró para comprobar que ella seguía y se alegró de que así fuera, aunque estuviera viendo las estrellas y no a él.
—Afrodita —llamó y la mencionada giró a verlo.
—¿Sí?
—¿Me aceptarías una cena de disculpas por lo de ayer?
Afrodita sonrió.
—Por supuesto, dime cuándo y a qué hora y ahí estaré.
—¿Te parece mañana? —no ocultó lo ansioso que estaba, porque no le veía sentido.
—Mañana estaré ocupada todo el día —respondió Afrodita sin quitar su tenue sonrisa. Shura no tuvo tiempo de hacer la mueca de decepción que ya se formaba cuando agregó—: pero estaré libre por la mañana bajaré a desayunar a las nueve y media —y agregó con toda intensión—, si te viene bien.
—Te estaré esperando.
—Entonces, hasta mañana.
Shura vio a Afrodita volver su vista hacia el cielo nocturno, sin embargo, esta vez una sonrisa se formó en su rostro.
—Hasta mañana, Afrodita.
Pronunció con esperanza antes de volverse para comenzar a descender los escalones que lo llevarían a su templo mientras su cabeza trabajaba en lo que serviría mañana durante el desayuno.
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Fin
¡Gracias por leer!
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Afrodita x Shura Historias Cortas
FanfictionUna serie de historias dedicadas a mi OTP de Saint Seiya. El ShuraxAfrodita no es el más popular, pero a mi me encanta y he decido llenar el mundo con yaoi y esta pareja (🤭). Sí les gusta el ShuraxAfro, espero lo disfruten y sí no, que le den una...