Calor.

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Uf, siento que tenía abandonado a este par que adoro tanto, el fic es corto sin mucho contexto, pero espero que les guste.

El frío calaba hasta los huesos, la ventisca de la tormenta de nieve que azotaba aquellas gélidas tierras apenas y permitía ver, sin embargo, eso no evitaba que Afrodita se afanara en la búsqueda de su compañero español, que, por un descuido suyo, había quedado atrapado sobre una gran capa de nieve que se precipitó hacia ellos.

Los habían enviado a Siberia en una misión de reconocimiento e investigación, para asegurarse de que la zona fuera segura para futuros aprendices, nada peligroso. Afrodita sabía que aquella misión no era más que un pretexto para alejarlo del Santuario, por ello les habían mandado por tres meses y no el par de semanas habituales.

Maldecía a Saga y así mismo por ser tan imprudente, Shura no estaba acostumbrado a ese clima, jamás había tenido que estar en las tundras polares, porque esas misiones estaban reservadas para él y Camus. Sin embargo, por sugerencia de Saga, Shion lo había enviado con el español y ahí estaban las consecuencias.

Habían sentido la presencia de tres sujetos, que para nada eran simples mortales, su deber era seguirlos, capturarlos e interrogarlos, pero les había sorprendido una fuerte ventisca y los tipos aprovecharon para lanzarles una avalancha, él tenía experiencia en ese tipo de situaciones, pero Shura no.

Afrodita suspiró de alivio cuando al fin pudo sentir el débil cosmos de Shura y rápidamente utilizó una lluvia de pétalos de Rosas Piraña para deshacerse de la nieve que lo cubría, siempre pendiente de la posición en la que se encontraba su compañero para no dañarlo. Rápidamente se acercó ayudarlo en cuanto estuvo al alcance de su vista, suerte que aún no era totalmente de noche, sí no aquella tarea hubiera sido casi imposible.

Cuando lo tomó en brazos se alarmó por lo frío que estaba, a su mente acudió el temor de que Shura no hubiese tenido el tiempo de elevar sus cosmos para protegerse del frío y la nieve. Corrió con su compañero a cuestas a la cabaña en la que se quedaban pensando lo peor.

Con prisas, lo depositó en la cama y avivó el fuego de la chimenea, tomando algunos rescoldos de las brasas y colocándolos en un viejo calentador de cama, los puso debajo de las sábanas para darle más calor, procedió a desvestirlo para proporcionarle suaves masajes para que sus músculos comenzaran a desentumirse.

—Vamos, Shura, no me dejes—le animaba Afrodita sin detener su labor e intentando contener las lágrimas.

Frotó con sus manos cada parte del cuerpo de Shura con ímpetu, llevando algo de sus cosmos en ellas para facilitarle la tarea, hasta que finalmente percibió que la sangre le fluía con normalidad, sin embargo, continuaba frío e inconsciente, solo esperaba que no le diera una hipotermia.

Después de algunas horas se decidió a dormir, estaba agotado, miró a su compañero y una idea cruzó por su cabeza: ayudarlo a mantener el calor con su propio cuerpo, se mordió el labio sopesando la idea, hacía mucho que no compartía algo tan íntimo como dormir con su compañero, la idea lo tentaba, pero... decidió hacerlo, era por su bien, se convenció. Se desvistió y entró a la cama abrazándolo con fuerza.

Por la mañana, Afrodita despertó sintiendo que alguien lo observaba, cuando levantó su vista, se topó con los verdes ojos de Shura, quién lo miraba con una pequeña sonrisa en los labios, por alguna razón que no supo vislumbrar, se sonrojó violentamente, sin embargo, no apartó su mirada.

—Sh-Shura—el aludido ensanchó su sonrisa —buenos días, ¿cómo te encuentras?

—Todavía siento como sí una avalancha hubiera caído sobre mí, pero no me quejo —respondió acariciando la mejilla de Afrodita, que todavía se sonrojó más sí era posible —Gracias —le susurró.

—No es nada—dijo apartando su rostro de la mano que lo acariciaba y desviando la vista —es lo mínimo que podía hacer, yo, lo siento...

—¿Por qué? —interrogó evitando a tiempo que Afrodita se levantara —lo que pasó fue un accidente, yo no reaccioné a tiempo.

—Sí, pero yo debí... —Afrodita respondió a media voz mordiéndose el labio —más bien no debí...

—No debiste, ¿qué? —lo interrumpió impidiendo nuevamente que se levantara.

—Nada —respondió sin convicción.

—Afrodita, tú...

Le llamó en tono suave tomándolo del rostro y obligándolo a verlo a los ojos. El corazón de Shura latía con fuerza, hacia años él y Afrodita habían sido pareja, hasta que Saga entró en el corazón sueco. Se habían distanciado desde entonces, sin embargo, el español nunca dejó de amarlo y ahora, viéndolo así, un rayito de esperanza calentaba su corazón. Esperaba no equivocarse.

—Me asusté mucho, Shura—dijo con las lágrimas asomándose por los ojos, nunca había podido ocultarle sus emociones, quizá por eso se había distanciado de él cuando comenzó a andar con Saga, temía delatar que aún lo amaba —temí que por mi imprudencia tú...

Shura abrió sus brazos para recibir a Afrodita, lo conocía bien y sabía que no le gustaba que lo viera llorar, por eso ocultaba el rostro en su pecho, sin ser consciente que podía sentir sus lágrimas en su torso desnudo. Le acarició el cabello con dulzura y depositó un suave beso en su cabeza.

—Lamento haberte asustado.

—Fue mi culpa —respondió sin levantar la cabeza.

—No, no lo fue y aunque así fuera, no podría estar enojado contigo, no con la hermosa vista que me has regalado al despertar y con la que sigues deleitándome —dijo medio en broma medio enserio, ganándose un pequeño golpe en su costado.

—Bobo —Afrodita levantó su rostro, viendo fijamente el rostro de Shura que se acercaba al suyo—. Shura...

—¿Sí? —detuvo su avance para mirarlo esperando a qué le dijera algo.

—Te estás tardando —sentenció cerrando la distancia que había entre ambos.

Se besaron suavemente, sin prisa, permitiendo que sus bocas se reconocieran mutuamente, sus manos se posaron tímidamente en el cuerpo del otro hasta que sus lenguas se tocaron, entonces el beso se tornó más apasionado y demandante, Afrodita, abrazó a Shura, sintiendo en sus manos la piel aun fría de su espalda.

Se perdieron entre besos y caricias, en el placer de volver a estar piel contra piel y en todas las sensaciones y emociones que el otro provocaba, no necesitaron hablar, sabían que, a pesar del pasado, se pertenecían. Se olvidaron de todo cuanto había a su alrededor, de lo que los llevó ahí, dedicándose a sentirse de la forma más íntima y placentera posible a amarse como no lo habían hecho en años, dejando que el calor ajeno los envolviera. 

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¡Gracias por leer!

Afrodita x Shura Historias CortasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora