Prólogo

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*Daniela

Tras la llamada no podía dejar de pensar en que vería a Max de nuevo. Siempre escuché y vi programas de televisión sobre esta clase de situaciones, y por primera vez puedo ser una adolescente normal con problemas normales de chicos. Mientras me recostaba en mi cama no pude evitar reírme al pensar que en unos días estaría junto a Max otra vez.

A la mañana siguiente fui al restaurante del hotel para desayunar y me encontré con algo interesante, era Martha. Estaba sentada sola y parecía sujetar algo entre sus manos. Sé lo que hizo en el pasado y estoy consiente de que ella es un Camaleón, pero puedo sentir que su conexión es cálida por naturaleza y con eso me basta, además ¿Se la puede culpar? Digo, no sé mucho sobre ella. Sin embargo, es obvio que no la tuvo fácil en la infancia, su falta de apellido lo comprueba y los Oscuros suelen ser grandes manipuladores, no puedo culparla por haber matado a tanta gente, no lo justifica, pero es más comprensible. Por lo que ella sabía, todos eran los malos excepto los Oscuros y su condición como mujer lesbiana, soltera y huérfana no la ayudaba en nada.

Me acerqué a ella para hablar un rato, pero Martha no se percató de mi presencia hasta que llegué a su lado:

- Buenos días Martha – Le dije con amabilidad, Martha levantó la mirada percatándose por fin de mi presencia.

- Oh, hola Daniela – Me dijo un poco nerviosa.

- ¿Puedo sentarme? – Le pregunté señalando una silla.

- Claro – Tomé asiento.

- ¿Qué haces aquí sola? – Le pregunté confundida, era inusual verla sin Lucia al lado.

- Estoy esperando a Lucy, se está cambiando así que no debe tardar – Me respondió mientras miraba entre sus manos, parecía estar jugueteando con algo.

- Ya veo – Dije mientras un camarero me entregaba la carta y se iba – Dime ¿Qué tienes ahí?

- ¿Qué? – Me preguntó confundida.

- ¿Qué tienes en las manos? – Volví a preguntar – No dejas de mirarlo – Martha soltó una risa nerviosa por lo bajo.

- Bueno, supongo que puedo decírtelo – Dijo un tanto avergonzada.

- Me siento alagada – Le dije mientras le entregaba mi orden al camarero.

- Considerando que no puedo hablar de esto con Lucia y que mis opciones son dos hombres que están en la Orden de la Luz y que hasta hace un mes nos querían muertas, pues creo que me conformo con la chica que puede crear un tsunami – Me reí un poco por el comentario.

- ¿Qué pasa Martha? – Le pregunté y ella puso sus manos sobre la mesa.

Cuando las abrió pude ver una cajita negra que parecía forrada con terciopelo negro. Sabía lo que había dentro, pero Martha la abrió y en su interior de color rojo había un precioso anillo de diamante que me hizo abrir la boca de la impresión:

- ¿Eso es lo que pienso que es? – Pregunté incrédula y emocionada por tener la primicia del chisme.

- Quiero pedirle a Lucia que sea mi esposa – Grité como una loca ante la noticia, lo cual atrajo las miradas de varias personas y Martha me tapó la boca con las manos – ¡Baja la voz! – Me pidió con la mano en mi boca – No quiero que Lucia se entere.

- Perdón, es que esto es increíble – Le dije emocionada por ella.

- Sí, bueno, creo que aún no es el momento – Dijo un poco decaída para después cerrar la caja y guardarla en su bolsillo – Con todo lo que está pasando no creo que sea lo mejor pedirle algo así.

Libro 5 | Saga Elementos | Agua: La Hija del DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora