2019 Pasado
Encontré bajo la alfombra un billete de $1000, creo que me daba un buen inicio en este día.Hace tres meses cumplí los dieciséis años, sigo estudiando y teniendo dos trabajos.
-Gabriel, hijo, ven acá- mi jefe estaba hablándome.-dígame señor.
-Cómo es a Alma, sabes lo convenenciera que puede llegar a ser, sin duda una persona como tu vale más la pena que mi propia hijastra- el hombre arquea una ceja, algo me dice que su vista no es buena.
-¿a qué se refiere señor?
-puedo decirte que estoy para lo que necesites, también puedo decirte que me gustaría ser tu tutor por así llamarlo, siéntete con la confianza de caminar por los pasillos de mi casa como si fuera la tuya.
Así lo hice, el hombre era amable, pero a la vez tenía secretos, los cuales debió de ocultar mejor antes de dejar abierto un estudio con biblioteca al cual yo entre.
No era una biblioteca común. Tenía libros científicos, anatómicos, tecnológicos, históricos, de armas; no había libros de poesía o novelas. Abundaban las carpetas llenas de todos lo que en los libros que guardaban sus polvosos estantes podían remontarse al DCM y el objetivo de este.
Raíces rusas, respaldado por china, aquel hombre con bigote canoso y párpados caídos tenía otras intenciones al implementar un DCM en la población. No buscaba el tener salud y beneficio de la población, buscaba el beneficio del poder político plantado en el, así trabajo en secreto en mi país.
Mamá era la responsable de evitar este suceso, trataba de impedir esto. No la visite ni una vez, me aleje de ella sin darme cuenta de que estaba muerta, borrada de en sistema en total secreto del gobierno del país.
Mi padre era cómplice de todo esto, mi padre era responsable de la muerte de mi madre, mi madre quiso protegerme de las garras y los impulsos del proyecto DCM, la desventaja era que esta guerra ya había iniciado.
-Gabriel, ¿qué haces aquí?- Me saco de aquel cuarto llevándome a un almacén, era solitario, las paredes parecían resistir, pero no mis raspones en las piernas que me calaban la piel con el frío de mi sangre comenzando a congelarse.
Pase hambre dentro del almacén, me movía para olvidar de lo que se trataba el estar encerrado. En otros momentos yo olvidaba que tenía que olvidar el estar encerrado, así que buscaba una salida, en otras ocasiones imaginaba comer para quitarme el hambre, pero en otras trataba de imaginar a mis amigos, incluso a mi madre.
Afuera resultaban las casas y sus techos apenas resistentes, yo parecía agitarme, pero no parecía morir, ni siquiera correr peligro de las balas y bombas atacantes.
Entre los ecos y la obscuridad había algo nuevo, aquella forma de tararear en una voz que me había acompañado toda mi vida, era mi voz.
-tum, dam, dam, tum, dam, dam- tenia miedo, y el miedo te lo quitas con música, pero en ocasiones la música logra más.-¿hay alguien ahí?
-¿Quién eres?
-Renata- contestó entre las cajas que invadían -¿y tú?
No conteste, pero ella parecía tener otros métodos.
-contesta maldito o te mueres cuando te encuentre.
-Gabriel. Y estoy herido.
-te morirás por ti solo al parecer.
-no me dejes por favor, jamás me sentí tan asustado, quiero irme a casa.
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Incidente Mortal
Science Fiction-¿Cómo te llamas? -Recuerdo que mis padres hablaron conmigo sobre no decir nada de mis datos a extraños. -No creo que tenga intenciones de hacerte daño. Odio cuando algo me avisa lo que sigue. Todos siempre hemos sido enfermos mentales, tal vez unos...