Antes del desayuno nos dieron una noticia. Saldríamos, nos enfrentaríamos a la más cruel realidad de la guerra.
Edmundo y Eusebio se pusieron algo sentimentales. Si alguno moría que sería de ellos. Jamas pudieron demostrar su amor.
Hicimos una especie de revolución en contra del excesivo desarrollo físico de combate. Ninguno del salón dormitorio compartido iría a entrenamientos. Saldríamos a un pequeño jardín de la Base y celebraríamos una boda furtiva, esa fue una idea de una chica llamada Fátima, quien estuvo dispuesta a trabajar en la ceremonia. Aunque parecemos idiotas como unos niños en feria casándose, no importaba siempre y cuando nos convenciéramos de lo real que era esta boda. Lo necesitaban, en realidad no, pero teníamos que hacer algo para que mi querido Edmundo a quien entregue en el altar como si fuera mi hijo, no se sintiera solo, mal, sin cumplir con una misión de amor.
La boda no tuvo mucho sentido, pero cuando llegaron entrenadores a regresarnos a entrenar irónicamente, fue cuando todo cambió su curso. No nos castigaron ni hicieron nada, por lo menos no las autoridades.
Pasados unos días de nuestra rabieta, haciendo del baño en baños sin puerta llegaron dos tipos a llamarme papá, querían meter mi cara en el escusado por apoyar un matrimonio gay. Era una guerra mundial, la cuestión de la comunidad LGBT, el machismo, el feminismo y drogas no entran aquí (bueno quizá las drogas si porque enviaran gente drogada para que no les de miedo combatir).
Tres contra uno, claro que lograron golpearme hasta dejarme morado de la cara y mojarme toda la cara con agua.Recuerdo perfecto las palabras que dijeron cuando lograron su objetivo.
-es donde debes de estar.
¿Acaso debía estar en el escusado? La verdad era que no.
-¿Qué te sucedió?- se burló Rubí cuando traía un arma en la mano.
La ignoré.-¿qué pasó?- me preguntó Edmundo antes de entrar a combate sin armas.
-me caí.
-no somos idiotas- me gritó Eusebio -entiendes que no te pasa eso si te caes, ¿no?
-entiendes que la gente miente para proteger de las verdades a otros, ¿no?- dijo Brisa.
-entiendes que tienes que ir a que te revisen, ¿no?- me dijo Renata jalando la manga de mi playera para que avanzara.
Cuando caminamos lo suficiente como para estar solos hable por fin.
-estás heridas a una enfermera o doctor de la base se les hacen irrelevantes.
-lo sé. ¿Qué te pasó?
-estaba descargando cuando llegó Max, Itzel y Claudio a tratar de meter mi cara en el escusado, claro que tres contra uno me ganaron.
-genial- se burló -Itzel pudo entrar al baño de chicos. Siempre quizo hacerlo.
-no sabes defenderte- Memo hizo el comentario y la mirada que me ponía incómodo, nos había seguido -se supone que para eso nos enseñaron a golpear.
-eran tres contra uno- dijo Brisa -tenían que ganarle.
-bien, a partir de ahora iremos juntos al baño, tú y yo amigo- dijo Eusebio, claro que no me daba confianza viniendo de él, aún así era el más fuerte y alto de nosotros.
-suerte con su plan- dijo Renata -se supone que iríamos a que te revisen.
-no harán caso- dije -regresemos.
-claro dijo Eusebio voleteandose a darme la espalda.
En un instante casi fugaz se volteo nuevamente hacia mi y me golpeó la nariz.-no puede ser, ¿estás bien?- me preguntó Brisa.
-tienes caca en el cerebro- dijo Memo poniéndose frente a Eusebio para que sus panchos chocaran.
-¿Qué pensabas?- gritó Renata ayudándome a levantarme.
-no puede ser, con qué monstruo me casé- Edmundo se tapo los ojos.
-idiotas, no se dan cuenta- dijo Eusebio -lo hice, ahora podrán verlo.
Brisa me golpeó nuevamente en la nariz -y también para que no vuelvas a dejar que te golpeen- me llevo jalando mi mano.
No me vieron ni se preocuparon por mi.
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Incidente Mortal
Science Fiction-¿Cómo te llamas? -Recuerdo que mis padres hablaron conmigo sobre no decir nada de mis datos a extraños. -No creo que tenga intenciones de hacerte daño. Odio cuando algo me avisa lo que sigue. Todos siempre hemos sido enfermos mentales, tal vez unos...