2059 Pasado
Recuerdos de Alyssa
Llegamos a unos departamentos pequeños con claro aroma a humedad, polvo y manchas de leche en las paredes.
Lo habían abandonado reciente la noticia del virus Kajseller. Lo tomamos y nos refugiamos con latas y suplementos alimenticios por todas partes.
¿Qué nos faltaba? Dentrifico.
Cuatro meses de haber abandonado la casa y que el virus estaba atacando gente, pero las cosas no estaban tan mal. Había infectados que se quedaban en casas y las calles estaban pobladas de gente aparentemente sana. Pero nosotros manteníamos cuarentena; eso hasta que se acabara la pata dental.
–El agua tiene una fuga, necesitamos pasta de dientes y un perico (la herramienta)– papá me miro fijo con las manos sobre los tubos metálicos con la esperanza de que yo solucionara todo –. No tengo que moverme, de otra forma la casa se inundará. Y Thamara es la única que puede ayudarme aquí.
–¿Cómo?–pregunté incrédula bajando la mano que tenía en la cabeza. Sabía lo que papá quería.
–Ve a conseguir un perico y pasta de dientes. Por allá está mi billetera.
Hice una L con la mano derecha, apreté los ojos y me puse la mano en el cráneo como si fuera una pistola –¡puhjj!– estrese una onomatopeya, después negué con la cabeza, y si quedaba duda de lo que trate de expresar, añadí: –¡es suicidio!– aventé mis manos a mis costados, me detuve de la puerta y voltee atrás.
–El peligro está contenido– papá me miro fijo mientras seguía tocando los tubos encogido en cuclillas –. Nada va a suceder.
–bien– le regalé una pequeña sonrisa, miré atrás y marqué camino a la cartera, después de la cartera, me dirigí a la puerta y salí de casa.
Primer gran error: hacer caso a papá acerca de sus palabras "nada sucede afuera". Muchas cosas suceden afuera.
Conseguí la herramienta, después llegué a la farmacia.
–Buenas tardes– me saludo el señor encargado del lugar –,¿qué se te ofrece pequeña?–pasta de dientes.– él me miro con sus profundos ojos color café (café mierda), señaló un paquete, yo asentí con la cabeza.
–hasta entonces– dio una pequeña pausa, tomó aquel aparato de rayos rojos que hizo un beep y prosiguió –son $34.
Tomé en mis manos un billete de $50, él lo recibió. Agachó la cabeza al igual que yo cuando escuchamos el impacto de los vidrios. Estaban intactos, completamente enteros y manchados de una mano irregular de sangre fresca. Una señora detrás del vidrio gritaba tomando su costilla con fuerza. Era claro el sufrimiento en su cara y la desesperación por igual. Una estampida humana estaba afuera, salían como ratas de sus autos y gritaban intensos.
–Ayuda, por favor– lloraba la señora que se encogía cada vez más hasta llegar al suelo. Hacia un puchero. Me acerqué a ella por el otro lado del vidrio. Estaba dispuesta a abrir y analizar los que sucedía.
–voy a abrir, necesito que te muevas– no terminé la frase, porque en ese mismo instante, cerré los ojos justo al escuchar que las ventanas de la farmacia entera explotaron impactándose los pequeños trozos en mi cara. Ora cuando abrí los ojos, la mujer ya estaba muerta con la cara completamente desfigurada por lo que parecía ser una escopeta superpuesta.
Cruzo por la ventana recién rota otro impacto que tiro uno de los anaqueles de plástico por sobre mi cabeza. Me encogí con las manos en mi nuca y a la vez cubriendo mis oídos. Sobre mi cayeron sueros y material quirúrgico. Sentí la forma en la que algo un poco pesado impactó mi espalda, rodaba por mi columna y ahora se detenía al final de mis nalgas. Salí de ahí arrastrándome como un gusano, rasguñándome la panza con los pedazos de vidrio tirados al suelo. De reojo vi gente que aún corría, una señora robusta que desplazaba sus brazos a su cara mientras gritaba "ay Dios mío, ay Dios mío", en lo tanto, frente a ella corría un hombre en llamas. Ambos fueron inmolados por balas o tal vez otra cosa, pero creo que eran balas. Me quede aún para ver como de su cuerpo salían sus órganos triturados al lado opuesto del impacto.
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Incidente Mortal
Bilim Kurgu-¿Cómo te llamas? -Recuerdo que mis padres hablaron conmigo sobre no decir nada de mis datos a extraños. -No creo que tenga intenciones de hacerte daño. Odio cuando algo me avisa lo que sigue. Todos siempre hemos sido enfermos mentales, tal vez unos...