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2059 Pasado

Recuerdos de Alyssa

Me mantenía recostada, todo el día y toda la noche abrazando una guitarra.
Hace apenas dos días regresé a hablarle a mi hermana. Ella regresó a cocinar para las dos y ayudarme a tocar mejor. No conozco más que una canción y al tocarla me trabo demasiado, pero creo que ese es el chiste de aprender; el chiste era tardarse, retrasarse, desesperarse, rendirse, pero al final lo vuelves a intentar. Eso era la vida ahora. Volver a intentar hasta que todo salga mejor.

Este estilo de vida es aburrido. Tienes miedo todo el tiempo, no haces más que abdominales, entrenar para no morir y al final comer un cuarto de las calorías que perdiste reforzando tu cuerpo de la forma apropiada esperando no morir.

Comenzamos a hacer concursos de palabras para no perder léxico. Thamara siempre me gana es esto, porque es más grande y conoce más. Siempre que menciona una nueva palabra, yo me encargo de preguntarle qué significa para no perderme en el camino. Tengo la esperanza de que algún día regresara todo a la normalidad y yo podré seguir la escuela con mi lectivo más amplio gracias a mi hermana.

Estábamos viendo la televisión. No gran cosa. Era un documental sobre animales.

El mundo aún no se ha ido al caño, lo sé porque aún tenemos luz, internet y televisión. Agradezco a los que se esfuerzan por conservar estos.

Las jirafas. Un muy interesante tema al que no presto ni un centavo de atención por ver a la guitarra. La estoy afinando cuando se me viene una excelente idea a la cabeza. Es el momento para entrenar con los infectados del edificio.

Atraeríamos a una pequeña cantidad de molomós para asesinarlos y mejorar. Sé que algún día tendremos que salir porque la comida en este departamento no es eterna. Si entrenamos, lograremos tener más oportunidades de sobrevivir.

–¡Tengo una idea!– le digo. Ella está en la cocina. Me mira de reojo, asiente con la cabeza. Es una seña para que yo pueda hablar–. Debemos entrenar, así que...

–Cállate y cierra los ojos– se pone enfrente de mi, deja la comida en la mesa. Toma mis manos sudorosas con sus manos tibias y suaves –, ahora ábrelos–Thamara deja sobre mis manos una navaja de borde dentado–. Feliz cumpleaños.

Cumplía nueve años justo ese día, y no lo noté. Si no recordaba mi propio cumpleaños, como recordaría el de Tham.
Me quede callada pasando mis dedos por el mango y la cuchilla. Estaba a punto de decir Gracias cuando el televisor cambió por si solo. Era un anuncio.

En él mencionaban las medidas de seguridad y al mismo tiempo que era un error llamarlo virus Kajseller porque era más bien la mutación del SIDA. Aún así le seguimos llamando Kajseller.

–¿El anunció habrá sido la forma en la que los científicos mediocres que sobrevivieron te felicitaron?– me dijo Thamara. Ambas reímos con sinceridad, porque no teníamos que ocultar que ahora los sentidos están más hechos, más fuertes y mejor enfocados.

Cuando el mundo no era difícil y diferente, no valoramos lo que los frutos de nuestras manos y las de otros nos ofrecían sin ningún problema, sin casi esfuerzo. Ahora cada esfuerzo es un regalo, porque cada regalo es más que materia. La materia ahora adquiere significado. El significado ahora son recuerdos. Los recuerdos nos pertenecen.

Incidente Mortal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora