Capitulo 1

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Parte 2: para aprender a disparar.





Era la mitad de la noche y nuestra espía ya estaba despierta, esperando con una pequeña linterna y sus zapatos en mano, levantándose en punta sus pies pisando el suelo frío cubierto de roca gris áspera. Renata era sigilosa y hábil, mas que eso, también era misteriosa.

La seguí al salir de su cama, giraba tantas veces entre los pasillos sin encender la linterna, que perdí su paso. Camine sin rumbo esperando encontrarla. A lo más lejos de todo, estaba las bombas y gritos que dejaba la guerra a su paso, estábamos a kilómetros del más específico campo de batalla.

Camine sin más, encontrando donde peleo todos los días entrenando. Desate mi furia con un costal de box relleno de arena, solté mi furia contra alguien, en la imagen del costal estaba esa persona, mi padre, que bien pudo ser el causante de la muerte de toda esta gente, incluso mi madre. Pero después llego esa imagen a mi cabeza, él pudo ser el culpable, pero quien proporcionó la pieza final en el rompecabezas llamado DCM fui yo, yo soy el culpable, soy el DCM y también soy el responsable de múltiples muertes el la guerra, la guerra en la que pelearé como un hipócrita en contra de lo que en algún momento apoye. Tenía miedo, rabia y tristeza a la vez. Los golpes aumentaron, apuesto a que si tuviera más fuerza, podría haber hecho lo mismo que el capitán América de recordar miles de cosas en la primera película de los Avengers, claro que yo era aquel niño que su brazo sin fuerza ni tensión media 23cm y tensándolo media 22, así que toda esa imaginación de lo que podría hacer, se quedaría en eso, en imaginación, claro que había otra opción. Su nombre era la salida de todo. La muerte. Pero si no tuve el valor de asesinar un ave, menos podría matarme a mi mismo y menos durante la guerra para matar gente, que aunque puede ser la responsable de todo este daño, no hay más daño que el que yo me hice a mi.

Me senté con la espalda en la pared admirando el vidrio frente a mi como si pudiera traspasarlo con la mirada para llegar entre los pasillos a las 2 de la mañana sin un objetivo para estar despierto.

Había algo más que traspasaba las paredes, era un sonido poderoso y atrayente de algunos cuartos adelante.

Renata.

-¿Qué haces aquí?

-cantas muy bien. No deberías hacerlo en un baño

-es un baño de niñas, no tendrías que estar aquí.

-por mi bien.

-¿Qué haces aquí?

-te seguí- hizo una cara extraña -aunque perdí tu paso, ¿a dónde fuiste?

-no tengo que explicártelo- siguió cantando sin vergüenza a que la escuchara.

-¿es para mí?

-mi hermano, se la dedico a su novia una semana antes de que todo esto empezara, jamás creí no volver a verlo, y ahora esa canción me recuerda a él.

-sin duda es para mi.

-no eres la última botella del desierto, eres un imbecil, creciste de esa manera, creyendo que todo giraría al rededor de ti-se enojo. Parecía ser serio, porque era verdad. Aún de esa forma no podía evitar acercarme a ella, no me empujó cuando la tomé por la espalda y la besé. Ahí no hubo más.
Yo aparentaba ser rudo aunque por dentro estaba completamente perdido y quebrado. Ella no aparentaba nada más que resistir aunque tuviera miedo de hacerlo con cada segundo y pasó que daba.

Incidente Mortal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora