Capitulo 5

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Tuve un mal sueño. Era la clase de suelo que haría mojar la cama a un niño de tres años. Era la clase de sueño que te haría despertar a un niño de tres años sudando con la cama mojada, deshidratado buscaría tomar agua nuevamente después de secar su colchón u cobijas. Claro era que yo me espanté y desperté sudando, pero no mojé la cama.

Era yo, aquel día que caí de la bicicleta, pero con el cuerpo que tengo ahora, y la cara desfigurada que le dejaron a mamá después de asesinarla. Entendí que no pude decirle cuanto sentía el no escucharla, abrazarla, ayudarla y si había alguien responsable de su muerte era yo, porque por mi lograron terminar el DCM, porque por mi papá dio estrategias, por mi culpa mi mamá estaba seguramente en huesos, su carne ha de haber desaparecido en el momento que los gusanos comieron su piel putrefacta que aún con un terrible olor podría haber abrazado con desesperación pidiendo perdón por lo que no hice cuando estaba viva. Por todo lo que me faltaba ahora, me di cuenta de que nadie sabe nada de mi a excepción de Renata y el tiempo que estuvimos en el almacén. Por cierto, Renata no estaba en su cama.

Salí del salón esperando verla en algún espacio, en algún salón ajeno, pero no estaba en donde yo creía. Estaba en el salón de máquinas tratando de salir por una ventana.

-¿has salido antes?

Dio un brinco.
-me asustaste.- respiró -no te importa.

-yo si.

-¿en serio?- me preguntó.

-Si, la vez que regaste agua y todos asumieron que yo había salido.

-Supéralo. Además no podrán enterarse que salí si no he dejado rastro de ello.

-¿entonces o has salido?

-no le digas a nadie.

-Creí que no volverías a salir después de lo que te pasó cuando lloraste conmigo.

-encontré a mi hermano.- salió.

-espera- salí también, por primera vez había libertad.

Caminamos a un paso lo suficiente rápido como para salir del perímetro de la base antes que alguien pudiera notar que faltábamos.

No hablamos durante el camino, por lo menos no las de quince palabras.

Ella pateaba rocas sin querer. Voltee a verla para decirle "haces mucho ruido", pero traía unos audífonos puestos.

-¿de dónde sacaste eso?

-lo encontré en la mano de un muerto con este aparato viejo y el cargador, tal vez el hombre quería escapar con música.

-¿Qué música tiene?

-corridos.

Ella estaba escuchando el Güero, pero para mi cambio la canción por otra que sin duda era algo extravagante.

-¿te gusta esa canción?

-en general no era muy fan del género, pero es la música que puedo escuchar ahora.- dijo quitándome los audífonos para ponérselos ambos nuevamente ella.

Giró entre árboles hasta llegar a una pequeña cabaña. Ahí estaba su hermano. Muerto.

-hola, vine a verte.- se inclinó sobre el montón de tierra -te traje unas flores, sé que jamás te gustaron, pero no sé qué más podría traerte.

Se durmió encima de la tierra sin importarle lo empolvada que podría quedar si se recostaba a su lado una vez más, no podía decir que la última vez, porque se que ella volverá a esa tumba llena de flores secas a cambiarlas por frescas. Es irónico pensar que adoramos a los muertos con vida que se secará y morirá igual.

Incidente Mortal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora