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Temblores. Temblores que me recorren desde la punta de mis pies hasta la última hebra de mi pelo. Mi cuerpo no responde a las órdenes de mi cerebro y me desespero. Me desespero porque todo parece indicar el final de una situación en la que nunca tuve oportunidad de ganar.

Vuelvo a vomitar. Desde que he abierto mis ojos, desorientada, adolorida, con ardor en el pecho, sólo he hecho eso. Vomitar, porque parece ser que es lo que se me da bien ahora, echar a fuera todo el dolor que siento por dentro, un dolor que parece interminable.

Otra noche más. La oscuridad a vuelto y por lo que puedo contar ya es la cuarta noche. Mis pies están hinchados por la fuerza de las cuerdas que los rodean, axfisiándolos, dejándolos sin apenas circulación. Mi muñecas no corren mejor suerte, amoratadas por la presión, gritándo por oxígeno. Me ahogo en mi propio vómito, el paño que me cubre la boca no me deja expulsar toda la sustancia que lucha por salir, toso, me ahogo, siento que muero.

— Dios, que asco— la chica que acompaña a Amarillo me arranca el paño de la boca.

Me dejo caer de lado. El tono blanquecino del líquido que sale de mi boca indica mi falta de alimentación. No hay nada en mi estómago para expulsar. La garganta me quema, parece que un incendio se ha propagado por su longitud. Tengo la boca seca, los labios cubiertos de heridas y moratones en mis mejillas.

Siento un golpe en mi abdomen. La chica me ha dado una patada.

— ¡Incorpórate omega!— un quejido sale de mi boca cuando intento volver a mantener erguida mi espalda.— Así esta mejor— de mala forma volvió a colocar el paño en mi boca, apretando fuerte el nudo, haciendo que mi cabeza quiera volver a explotar.

— No la trates así Lu, no se lo merece— el chico de cabellos castaños se acercó a la mujer que todavía se encontraba a mi lado— Te está buscando el jefe, quiere que vayas.

— No te pases Hoseok, sabes que es lo que tenemos que hacer— la chica salió de mi campo de visión— Tenemos que acabar con esto, lo sabes, por mamá.

El castaño mantuvo su mirada fija en mí mientras asentía hacia la mujer. El olor cítrico se expandió por el aire haciendo que un gruñido saliera de mi boca. Las ganas de vomitar volvían.

— Voy a quitarte eso— se acercó a mí. Sus ojos claros me dejaron clara su condición de omega. Sus manos deshacieron el nudo que segundos antes la otra chica se había cerciorado en apretar en mi cabeza. Algo de la presión desapareció, sacándome un gruñido de alivio de mi dolorida garganta.— No sé porqué estás aquí, pero no lo mereces, ninguna de esas chicas lo merecía.

—¿Por qué?— no reconocía mi voz. El sonido ronco y sin fuerza que había salido de mi garganta no era mío, no podía ser mío.— ¿Por qué lo ayudas?

— No es de tú interés.— la sequedad y el desdén en su respuesta hizo que un gruñido en desaprobación saliera de mi garganta— Voy a conseguirte algo de comida, no hagas ruido, no hables o no podré ayudarte.

Asentí sin fuerzas. Observé como se incorporaba de nuevo y se alejaba hacia donde amarillo había mandado montar el campamento para esa noche.

Llevé mis manos hacia las comisuras de mi boca. Abrasadas por el roce de la tela con mis labios, dolía, dolía horrores. Bajé mi vista hacia mis manos. Las motas de sangre seca decoraban su superficie, como si estas ya formaran parte de ellas, como si siempre hubieran estado ahí.

¿Dónde estás?

Nada. Nada otra vez. No podía encontrar la conexión con mi loba. Ella seguía ausente y dormida. Ya eran demasiados días sin lograr despertarla. La necesitaba conmigo, si queríamos sobrevivir a esto debíamos estar juntas, no separadas. Estaba aguatando. Aguantaba todo lo que podía. Estaba siendo fuerte por las dos, porque teníamos que vivir.

Nightmare- JJK (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora