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Mis pies desnudos se movían sigilosos entre la maleza del bosque. Me acercaba peligrosamente a toda la jauría que peleaba a muerte. Los jadeos y golpes se hacían eco en mis oídos, haciendo que mi loba se encogiera ante cada golpe.

Pronto terminaría.

O al menos eso esperaba. Confiaba en que mi improvisado plan fuera lo suficiente bueno como para distraer a Jimin y atraerlo hacia a mí. Porque sabía, que si conseguía llamar su atención, Jungkook vendría tras de él, y si lo lograba, todo acabaría.

Ya me había alejado unos metros de la casa. La manada de Jungkook se había adentrado por este franco, sabiendo que yo estaría aquí, y que esta iba a ser la zona donde se iban a agrupar todos los lobos de Amarillo. Pero yo sabía que él estudiaba todo tres veces antes de hacer un movimiento, y que esa estrategia que había planteado el azabache ya se la olía. Confiaba en que Jungkook hiciera exactamente lo que ha hecho, atacar por esta zona, por eso, sus hombres de confianza, los marcados, no se encontraban en puntos críticos donde los alfas Jeon y Kim atacarían primero, no, ellos esperarían.

Y puede, que en todo este embrollo, en todo su plan, en toda la estrategia que él había estudiado tan minuciosamente, yo fuera importante, el eslabón que no podía fallar, porque yo era su vía para llegar a Jungkook, llegar a él de una forma limpia, y después arrinconarlo y despedazarlo como tantas veces me había prometido que lo haría. Entonces llega ella, algo que a él se le escapó desde un primer momento, que tan si quiera había metido en la ecuación, su madre. Una mujer agotada, cansada de toda violencia y odio, y me soltó. Liberó al comodín de su hijo, y ahora él se encontraba entre la espada y la pared, sin saber bien a qué recurrir, porque sus lobos no me habían encontrado todavía, y mi desaparición no ayudaba a su afán de terminar con Jungkook. Gracias a ella, todo podía salir bien, ella había sido ese hilo suelto del eslabón, ese hilo que nadie ve y piensa que no es importante, y por eso tiras de él, y no te das cuenta que pendes de ese hilo, que esa nimiedad podría desbaratar todo tu trabajo, dejando el pilar que lo sostiene todo al descubierto. Cuando se desmorona ese pilar, te das cuenta de que todo está terminado, que no tenías nada con qué respaldarlo si algo fallaba, y Amarillo no contó con ella.

Él no contó con las ansias de redención de su madre.

Por eso, cuando me asomé entre la maleza y observé a todos lo lobos pelear a muerte, no me sorprendí cuando lo ví, al fondo de todos ellos, observando como todos los alfas peleaban por él. El odio que le guardaba dentro de mi ser creció, él no se podía llamar líder de ninguna de las maneras, no lo concebía, no podía hacerlo.

Cada vez que un alfa Jeon o Kim caía, su sonrisa se intensificaba, y podía atisbar ese brillo de victoria en sus ojos, pero todo era efímero, y yo sabía como se estaba sintiendo ahora. Porque la sensación de la victoria escurriéndose lentamente entre sus dedos, pintaba todas las facciones de su cara.

En ese mismo instante, en el que parecía que la guerra llegaba a su punto auge, más lobos llegaron. Entraron por uno de los lados, muy rápidos y transformados, y mis ojos fueron testigos de como los lobos de Amarillo iban cayendo uno a uno, al mismo tiempo que sus escasas posibilidades se esfumaban delante de sus propios ojos.

Casi hasta reducirse a la nada.

La sonrisa de Amarillo se extendió por su rostro cuando un cuerpo alto y fornido apareció tras toda esa jauría. El desconcierto creció en mi pecho, y la sensación abrumadora de mi corazón detenerse por completo me paralizó de pies a cabeza. Mi loba dio un tirón en mi pecho, y las lágrimas se acumularon en mis ojos. Sus pasos majestuosos avanzaban firmes en el campo de batalla. Él estaba completamente concentrado en su objetivo, Amarillo, con sus afilados ojos puestos en él, y parecía que al contrario le encantaba, que lo estaba disfrutando.

Nightmare- JJK (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora