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Actualidad

Miraba a través de la ventana de la cocina con una taza de café en mis manos. El fuego, perteneciente a la hoguera que se había hecho especifícamente para la celebración de la unión del alfa líder de la manada con una de las omegas, alumbraba tenuemente la habitación de la casa que había sido destinada a aquellos de nuestro rango que aún no tenían pareja.

Una completa mentira.

Alfas y betas se encontraban alrededor de la hoguera, y algunos omegas, junto a sus parejas, realizando los bailes típicos de la manada cuando alguien formalizaba la unión por matrimonio. Los "novios" hacía rato que se habían retirado, y todos los restantes hacían los rituales de fertilidad para simbolizar que la unión con aquella pobre omega no la matara o quedara demasiado debíl en el momento de la marcación. Por que sí, si no soportabas el momento de  la marcación del alfa que te escogiera te declaraban debíl para poder tener sus descendientes y lo mejor que te podría pasar en esos casos era que te mataran.

— ¿Qué haces ahí parada todavía?— la voz de Nimri me sorprendió. Miré a mi costado viendo como ella se aproximaba a la nevera para sacar una botella de agua.

— Me da pena esa omega— me encogí de hombros y dejé la taza de café, ya vacía, en el fregadero— ¿Crees que sobreviva?

— Eso espero— bebió un trago de aquella botella y la volvió a dejar en la nevera de nuevo— Si no es así, espero que tengan piedad de ella.

Una risa sarcástica salió de mis labios. Piedad y benevolencia no entraba en el vocabulario de un alfa.

— Sabes que no pasará— una sonrisa amarga cruzó el rostro de mi amiga dándome la razón— La cazarán como si fuera un ciervo huyendo de un león.

— No hables así, atraerás a la mala suerte— negó con la cabeza como si quisiera quitarse esa idea de su cabeza— ¿Sabes quién es la chica?

Volví a mirar por la ventana, todos los lobos continuaban dando vueltas alrededor de la hoguera, haciendo los movimientos propicios para que el ritual de fertilidad tuviera éxito. Mi vista fue un poco más allá mirando hacia la ventana de la gran mansión donde vivían el alfa líder y su familia.

— No tengo ni idea—observé las tenues sombras de las figuras del alfa y la omega escogida— Las omegas que sirven en la mansión dicen que la encontraron en el bosque y la trajeron a la mansión del líder— enfoqué mi vista hacia aquella ventana observando atentamente los movimientos de aquellas borrosas sombras— Pero tengo la sensación de que mienten.

— No somos santo de devoción de nadie que viva en esta manada—Nimri estaba sentada en una de las banquetas de la cocina con su mirada puesta en mí— No es de extrañar que te hayan soltado un bulo.

— No me refiero a eso— me giré para encarar a mi acompañante— Siento que esa omega es más importante de lo que dicen los rumores— una mueca apareció en mi rostro— Los alfas de la manada Park estaban demasiado contentos con que el líder se uniera a esa chica lo antes posible, no sé que habrá detrás de todo esto, pero no me gusta.

— Sé a que te refieres— Nimri rascó la parte de atrás de su nuca incómoda— Pero bueno, al menos con la llegada de aquella chica nos han dejado en paz.

El alivio en su voz no pasó desapercibido para mí. No era un secreto que todos los omegas que vivimos en esta casa somos los repudiados, los que nadie quiere. No es que no tengamos pareja por que nadie se haya fijado en nosotros, es porque aquí, cada quién, tiene un pasado que le ha marcado de una forma u otra. Eso ha servido de excusa para que esta casa se haya convertido en una especie de prostíbulo. Los alfas entran y salen con la excusa de ver a los omegas que aquí viven para ver si pueden convertirse en su pareja, pero la verdadera razón es que aquí vienen para tener sexo con nosotros, los repudiados.

A nosotros nos ha tocado el papel del clinex. Somos de usar y tirar. No importan nuestros sentimientos con tal de satisfacerse a ellos mismos, no importa pisotear nuestra dignidad, porque nosotros no tenemos derecho a alzar la voz, ya que somos lo más bajo de la especie.

Unos omegas que alguna vez no tuvieron pesadillas.

— Tú tienes suerte— la voz ronca de Nimri delataba el llanto que estaba conteniendo— A ti nadie te busca, nadie te ha forzado nunca. A veces no sé ni porqué estás aquí.

Un sonrisa demasiado amarga apareció en mi rostro. Ojalá nadie me hubiera forzado nunca.

— Todos aquí tenemos nuestros demonios Nimri— emprendí mi camino hacia el piso de arriba intentando ignorar el ruido que provenía de la fiesta de afuera— Vámonos a intentar dormir algo, tengo la sensación de que es el último momento de paz que nos queda.

— Claro Arianne— Nimri se levantó de la banqueta alcanzándome en las escaleras— De todos modos aquí todos vivimos en la desgracia solo por el mero hecho de vivir aquí.

Ambas nos fuimos a nuestros respectivos cuartos. En esta casa todos compartíamos una habitación con varios omegas más. Habían tres habitaciones específicas para nosotros, una grande y otras dos medianas. Todos dormíamos en futones, sin mantas para resguardarnos del frío, obligándonos a juntarnos en invierno para darnos todo el calor que podíamos.  El piso de arriba era nuestro lugar seguro, nuestro refugio, pero la pesadilla se encontraba en el sótano de la casa, donde cada vez que venía un alfa sólo te quedaba rezar porque el sufrimiento se terminara pronto.

Entré en la habitación, observando como el resto de omegas dormían plácidamente con tapones en sus orejas, ignorando en todo lo que podían el ruido procedente de la calle. Me senté en mi futón correspondiente y apoyé mi espalda en una de las paredes. Mi vista se dirigió al pequeño ventanal que permitía que la luz de la luna se colara en la habitación. Iba a ser otra noche en la que apenas podría pegar el ojo, eso si es que dormía algo.

Las palabras de Nimri volvieron a resonar en mi cabeza, como si hubieran sido demasiado pesadas para que mi cabeza pudiera procesarlas de la manera adecuada.

"Nadie te ha forzado nunca, a veces no sé ni porqué estás aquí".

Imagenes borrosas cruzaron mi mente, recordando con claridad aquellos ojos amarillos que me desgraciaron la vida. Ese hombre había sido mi verdugo, había apagado la llama de aquella joven de 16 años recién nombrada como omega.

"Me encanta tu olor lobita".

Esa frase se había grabado a fuego en mi memoria provocando al instante que tanto mi loba, como yo misma, odiásemos nuestro propio aroma. A tal extremo llegamos, que ambas decidimos suprimirlo, ocultárlo del resto con el fin de que él no me volviera a reconocer entre todas las omegas de esta asquerosa manada. Eso me había servido como un comodín con el tiempo, porque de esta manera no despertaba ningún tipo de interés sexual en ninguno de los alfas, por lo que desde que había pisado esta casa nadie más me había vuelto a tocar.

El tiempo había pasado, y yo había crecido y madurado de golpe. Aprendí a defenderme de la manera necesaria por si un alfa volvía a acercarse a mí con otras intenciones que trascendieran la jerarquía. Las cicatrices que abrasaban mi piel y mi ser se habían encargado de recordarme día tras día de mi existencia la función que tenía los lobos de mi categoría en una manada. Y deseaba terminar con mi vida por ello. Pero he aprendido a la fuerza que huir no es lo mejor.

El lobo siempre te termina cazando.

Vivíamos condicionados por el instinto de la supervivencia. Y sólo sobrevive el más fuerte. Asi que tenía que ser más fuerte que ellos.

Porque yo no quería ser comida una vez más.

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Holaaaaaa,

Aquí traigo otro capítulo más de esta historia, espero y les esté gustando. Les agradecería que comentasen y votasen que les está pareciendo o que opinan sobre los capítulos que iré subiendo.

Ya nos leeremos chikis ;)

REVISADO✅

Nightmare- JJK (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora