16. Tujllaki Protector.

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Crecí siendo una máquina de destrucción, no le temía a nada y no sentía remordimiento por nadie. Toda mi vida la pasé en constantes batallas y arduos entrenamiento pero jamás pude tan siquiera pensar que una cría humana terminaría en mis garras. Pasé de ser un tujllaki de instintos asesinos a fingir ser el progenitor falso de esa cosa. Pero, había algo que me hacía dudar de ella y no era por mi maná en su interior sino por esa extraña luz que emanaba siempre de su cuerpo cada que me veía.

Su mirada inocente y esa extraña sonrisa que solamente lo producía la raza humana, me recordaba no a Z-102 cuando solía ser una cría sino al primero de mis descendientes. Fue su insensatez que lo llevó a ser derrotado por mi, luego de haber caído en sus bajos instintos al haberse vinculado con una de esos despreciables terrícolas.

No dudé en ningún momento cuándo atravesé mis garras en su espalda luego de haber perdido sus extremidades como castigo por lo que hizo. Sin el protector de aquél pueblo dónde vivían las parejas de distintas razas y el producto de esas asquerosas uniones, con facilidad yo y los otros dos comandantes pudimos entrar y por órdenes de los amos acabamos con todos. No quedó nada de ese lugar que construyeron su pareja y ese tujllaki, pero para mi desgracia la humana que inició todo mi odio a los suyos; había escapado junto a la cría que tuvo con él ... todo por culpa de mi descuido.

La tuve frente a mi, mientras dejaba escapar su llanto al ver a su pareja sin ningún indicio de estar vivo. Observé como tomaba su cabeza y lo abrazaba mientras acercaba sus labios para besar el rostro del verdadero tujllaki.

¿Por qué lo haces? ¿Por qué me ves de esa forma? ¡Tú tuviste la culpa de que mi cría terminará así!

Mis garras la alejaron de su cuerpo, la observé con mis ojos carmesí mostrando odio profundo en ellos mientras que la hembra me veía con miedo, como siempre lo hacían los humanos al verme. Apreté su cuello escuchando el tronar de sus huesos, la vi quedarse sin aire y cuando finalmente me dispuse a terminar su sufrimiento ... un sonido me detuvo.

Entre las mantas que sostenía y se negaba a soltar había algo que se movía desesperadamente y quien era el causante de ese molesto chillido. Mis extremidades le arrebataron el bulto deseando acabar con aquél llanto pero noté algo raro al verlos actuar tan amables con lo que había dentro. Observé a la cría de mi descendiente moverse por la incomodidad con lo que lo sostenían, sus ojos me analizaron dejándome completamente rígido con lo que realmente presencié.

BESTIA MORTAL  [LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora