10. El Fin de la Humanidad

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Tomé el valor al salir en busca de los intrusos y saber que era lo que querían buscar en mi casa. Traté de seguir el camino de antes e ir hacía dónde me llevaba y ese lugar resultó ser el museo de reliquias de los Hamilton. Entre sin problemas al notar la puerta abierta por lo que de inmediato me escondi detrás de una escultura con forma de perro un Doberman al observar a ambos frente a las puertas del elevador. No entendí como es que el abuelo falso pude abrir fácilmente las puertas con ayuda de un extraño brazalete que brillaba intensamente, esperé a que ellos se adentraran y sean llevados al subterráneo dónde el abuelo guardaba objetos o papeles importantes para la familia.

Recuerdo claramente la clave al descubrirlo cuando el abuelo y el señor Smith fueron a las profundidades seguidamente desde que mis dolores y jaquecas iniciaron. Presione los botones revelando la contraseña que era nada más y menos que el día de mi cumpleaños. Las puertas finalmente abrieron y yo pude ingresar ante mi asombro al descubrir por primera vez esté lugar, no era nada parecido a lo que me imaginaba; más bien resulto ser como una sala de operaciones al observar unas máquinas extrañas, computadoras y archivos regados por el suelo.

Empecé a gatear por debajo de las máquinas tratando de alguna manera poder acercarme más y averiguar lo que querían estando aquí. Llegaron hasta una bóveda dónde supuse se guardaba el historial de los Hamilton y otros objetos valiosos para el abuelo, ante un movimiento de su brazo el impostor que se hacía pasar por mi pariente logró abrirlo sin necesidad de escanear su globo ocular.

Comprendí que esos tujllakis eran los verdaderos causantes de la muerte de mis progenitores y los que buscaban con desespero lo que poseía mi padre, a lo lejos alcance ver un botón rojo y con la palabra emergencia escrita. Sería casi imposible llegar hasta allá, tendría que pasar frente a ellos para lograr avisar a todos en la casa que alguien estaba intentando robar una reliquia.

— Y bien... ¿Dónde está?—. La falsa Ann se cruzó de brazos.

— No seas desesperada, debe estar por aquí—. Le respondió mientras buscaba entre los papeles del archivero—. Al morir el profesor todo lo que poseía fue dejado a su cría, por lo que el anciano debe poseer el código en esté lugar.

BESTIA MORTAL  [LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora