BESTIA MORTAL [LIBRO 2]

21. Eres Mía.

BELLA

Al recibir esté tipo de noticia, no perdí el tiempo y salí corriendo muy rápido de mi casa con destino al templo. Avance rápidamente por los largos pasillos destruidos hasta llegar al salón dónde permanecía la estatua del poderoso Anót y a sus pies estaba acostada la anciana que agonizaba de dolor. Las sacerdotisas hacían lo posible por ayudarla dándole brebajes de plantas medicinales, pero; al parecer nada parecía funcionar luego de que empezará a vomitar sangre.

- ¿Cómo está?-. Me senté al lado de la chamán quién suspiraba pesadamente. Aún no asimilaba la noticia de su decaimiento, dándome a entender que le quedaba poco tiempo.

- Su salud empeora cada día -. Las sacerdotisas sollozaban sin saber que más decir-. No paraba de susurrar su nombre y el de la señorita Christa.

- ¿Christa?-. Me sentí un poco mal por recordar la discusión que tuvimos unos días atrás. La tos seca que provino de la chamán me preocupo demasiado-. Traigan un poco de agua.

En cuánto las mujeres se fueron, me dispuse a cubrir el cuerpo débil de la anciana para que no sufriera por el frío de afuera y que se colaba aún más por las grietas de esta antigua construcción. Suspire tranquila al comprobar que mis movimientos parecían hacerla reaccionar, tomando fuertemente de mi muñeca para que no intentara irme.

- Nos preocupo mucho-. Acaricie sus hebras platinadas debido a su avanzada edad. Me quedé extrañada al notar que un pedazo de su piel comenzaba a desprenderse, dejándome más preocupada sin entender lo que sucedía.

- La inmortalidad que me concedió el Supremo se está desvaneciendo-. Sonrió a pesar que en sus ojos se mostraba una tristeza profunda-. Su despertar se acerca. Puedo sentirlo claramente.

- Es hora de dejar esas historias atrás, señora. No hará que su salud mejore-. Hice lo posible para que olvidara esa tontería de Anót. Tenía que entender lo difícil que fue para ella vivir con esa locura que le provocó inventar esos cuentos de fantasía.