23. Volviendo a la Realidad.

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— ¡Ugh!—. Mis ojos se abrieron ante el dolor en mi abdomen, maldiciendo en voz baja a las encargadas de ajustar mi vestido—. Más despacio.

— Lo sentimos, señorita. Pero no es nuestra culpa que alguien haya sobrepasado su peso habitual luego de comer todos esos pasteles—. Me regaño la dama de honor especialmente contratada para hacerse pasar como mi mejor amiga.

— Solo eran tres muffins—. Murmure entre dientes tratando de soportar los gritos que ansiaban salir de mi boca.

— ¡Menos palabreo y más acción! Estamos a una semana de su boda y está es su última prueba de vestido. Vamos chicas, háganle lucir como una novia excepcional—. La mujer molesta aplaudió haciendo caso omiso a mis quejas. Solo me quedó volver a cerrar mis ojos y dejar que ellas se encargarán de todo.

Después de un largo rato en la que contaba ovejas para no tratar de quedarme nuevamente dormida, escuché exclamaciones de sopresa y admiración por parte de las ayudantes luego de terminar con los arreglos. Cuándo por fin los abrí quedé sin palabras ante la persona que se reflejaba en el espejo. Acaricie la seda siendo suave y lisa ante mi tacto, el vestido costaba una fortuna eso lo sabía con solo una mirada. La forma de costura tan detallada y los cristales incrustados me hicieron ver como una verdadera princesa de un cuento de hadas. La cola del vestido era larga al igual que el velo de tela transparente. Amé con locura las mangas con las flores como detalle y el corte corazón que pasaba desapercibido ante tanta tela.

Mi corazón saltaba de entusiasmo pero aún así no se me veía tan felíz al ver mi rostro en el espejo. Salí del vestidor guiada por mi dama de honor y al llegar al salón dónde esperaban los familiares; solo pude escuchar los chillidos de mi madre y de mi futura suegra.

— ¡POR DIOS! ¡Estás hermosa!—. Mamá me abrazó de forma delicada teniendo cuidado de no arrugar el vestido—. Mi bebé se convirtió en una mujer.

— No llores, mamá—. Sonreí tratando de limpiar sus lágrimas con un pañuelo que me paso su asistente.

— Es que no puedo evitarlo. Un día estabas en mis brazos como la adorble niña que eras y ahora vas a casarte con el hombre que amas. El tiempo pasó muy rápido—. Volvió a llorar sin importarle mucho que su maquillaje se arruinara.

BESTIA MORTAL  [LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora