Los Reyes del Inframundo ━♛ (ɴɪᴄᴏ ᴅɪ ᴀɴɢᴇʟᴏ)

XXXIV

(N)

“Ven conmigo" me había dicho.
“No es peligroso” me había dicho.

¿Algún día aprendería a no confiar en mí padre?

Todo había estando marchando de maravilla. La misión, obviamente. Por qué yo aún estaba destruido.
Nos subimos al camión, empezó su marcha y con suerte llegaríamos a Toronto a tiempo para vengar a la bendita de Hestia.

Pero no. Claro. Hades tuvo que hacer presencia. El y su gran necesidad de ser impertinente.

Me negué, no le haría ningún favor luego de negarse a hablarme de lo que estaba pasando. El inframundo también era mi hogar, y no quizo hacerme participe de los problemas que hay ahí.

Pero insistió y me obligó a ir con él a...La verdad no tenía idea dónde nos encontrábamos.

Estábamos por encima de lo que parecía un valle, era extenso y aún más inmenso que los lindes del campamento mestizo.
No podía dislumbrar mucho pero podría jurar que parecía un parque temático sobre el antiguo imperio romano.
Un río surcaba uno de sus límites y luego al otro lado había un inmenso descampado.

- ¿A donde me trajiste?- le dije aún enojado.

El no habló, simplemente tenía su mirada en ese lugar. Sus ojos estaban tormentosos, más negros y turbulentos que de costumbre.

- California.

Abrí mis ojos sin poder creermelo.

- ¿¡Me trajiste hasta la otra punta del país!?

- Era necesario, Nico...

- No. No. No- dije negando incrédulo- Estás loco. ¿Sabes cuánto nos costó llegar hasta Pensilvania?

- Solo tu estás aquí Nico- dijo cortante- Tus amigos siguen en camino. Te prometo que llegarás a tiempo junto a ellos.

- ¿Por qué debería de confiar en ti?

Me miró furioso. Apretó su mandíbula y su manto de almas se agitó. Pero poco a poco fue apagándose nuevamente.

- Por qué eres mi único hijo.

Miré hacia el suelo como si la hierba que tenía bajo mis pies fuera lo más interesante en este mundo. Mordí internamente mi mejilla y procuré tragar el nudo en mi garganta. Claro que el estaría enterado de lo de Bianca. Pero ¿como creerle? Jamás había demostrado ni un ápice de cariño hacia mí o ella. Nada, ni siquiera una carta diciendo no te preocupes, no eres un error en este mundo.

- ¿Quieres mi ayuda?

- Así es. Completamente

- Entonces dime qué demonios está ocurriendo.

Abrió su boca para hablar, pero la cerró al instante. Suspiro pesadamente y se rindió.

- Bien- dijo- Pero debes, por lo que más quieras en este maldito universo, mantener el secreto. Todo lo que te diga queda enterrado en tí. ¿Comprendes?

- Lo que sea, solo dime.

Tomó aire- Tenías razón, algo pasa, y algo muy malo. Aún no sé qué es pero es igual, o mucho peor que Cronos.

- ¿Peor que Cronos?- era inimaginable.

¿Peor que un titán sediento de venganza?

- Así es- asintió sombriamente- Y Hera y Zeus saben lo que es, pero aún así no quieren que el Olimpo se alarme.

- Como sabes que ellos saben eso.

- Soy una sombra más en la oscuridad- se encogió de hombros dándose aires.