Los Reyes del Inframundo ━♛ (ɴɪᴄᴏ ᴅɪ ᴀɴɢᴇʟᴏ)

XVII

(N)

Cuando terminamos de desayunar, salimos todos directo a esa famosa chatarrería de los dioses.

No me agradaba mucho la idea. Según Percy no había ningún peligro, pero el estuvo aquí hace años y los monstruos andan por todas partes sin descanso.

Percy y Will iban adelante guiando al grupo, hablando de tácticas de lucha con espada y guerra. Annabeth y Rachel estaban unos pasos más atrás de ellos intercambiando opiniones sobre arte y museos. Su amistad había dado un paso drástico desde que Rachel se convirtió en nuestra Oráculo y ya no podía salir con nadie... específicamente, Percy.

Lo que me dejaba a mi con Lilia.

No habíamos vuelto a cruzar palabras desde la anterior noche en el tren.

Estar con ella de por si me ponía nervioso.
Lo admitiré, era linda, muy linda. Sus rizos rubios eran perfectos y sus ojos verdes hacían que me perdiera mirándolos.

Pero siempre estaba ese pequeño detalle... Perséfone.

Cómo les dije anteriormente, mi madrastra no era una hermosa y alegre margarita del todo. Nuestro odio era mutuo, según ella le recordaba a mi madre y con eso las infidelidades de mi padre.

A veces me entraban las ganas de decirle "Oye amiga, tu te metiste con un dios sabiendo de antemano que no podrá evitar divertirse en toda la eternidad". Pero luego recordaba que mi padre la rapto y casi la obligó a casarse y vivir en el inframundo con el.

Y ella también le fue infiel si vamos al caso, y Lilia era la prueba de eso.

- Así que el chico sombra cambio su remera negra de calavera por una remera negra lisa. Gran paso.

No pude evitar sonreír.

- Si pues, verás señorita preguntas y respuestas, estoy pensado a pasar del negro oscuro al negro azulado.

- Creo que combinaría con tu cabello- me dijo sonriendo.

Tenía una linda sonrisa, contagiaba alegría y hace un tiempo que no me sentía tan bien con alguien.

La última vez fue cuando mi padre me dijo que me haría una habitación en el castillo del inframundo.

- Oigan chicos miren esto- dijo Will sorprendido.

Frente a nosotros se alzaban montañas y más montañas de desechos y chucherías.
Cascos de batalla, lanzas, arcos, hasta retretes.

- Escuchen- nos freno Percy en la entrada- no toquen absolutamente nada, entendieron ¡nada! n-e-d...

- Creo que así no se deletrea "nada"- dijo Rachel riendo. Como era una mortal, no sufría de problemas como la dislexia o el THDA (Trastorno de Hiperactividad por Déficit de Atención) como los semidioses. Y yo la envidiaba porque hubiera dado mi brazo izquierdo por poder leer alguna novela de Agatha Christie sin marearme o perder la paciencia.

- Está bien- bufó Percy- pero hablo en serio, Talos ya no está pero quién sabe si Hefesto hizo alguna otra cosa peor.

-¿Talos?- preguntó Lilia.

- Un autómata gigante que hacía guardia... Luchamos contra él la última vez que vinimos aquí.

Annabeth parecía estar intentando unir las piezas en su cabeza.

- Yo no vine aquí contigo, ¿fue cuando Atlas me tenía atrapada?

Recordaba esos días. Solo, en el campamento a espera de mi hermana la cual nunca más vería salvo en una lívida sombra de su vida pasada, sin poder abrazarla o tocarla por el resto de mi vida.

- Si, eso.

De repente Percy se puso nervioso, como si algún recuerdo nada lindo lo hubiera golpeado en la cara.

- Será mejor que sigamos y busquemos esa moneda.

- ¿Cómo lo haremos?- reclamo Rachel- Es imposible con tantas cosas.

- Lo lograremos- dijo Will que como hijo de Apolo estaba en su sangre ser tan optimista y animado, asco.

- Será mejor si nos dividimos- propuso Annabeth- Así tendremos más oportunidades y sera más rápido hallarla. Nos reuniremos aquí cuando la hayamos encontrado o rendido.

Obviamente Annabeth y Percy estuvieron juntos. Ellos ya eran un equipo y nadie se atrevía a separarlos.

Rachel fue directo a Lilia ,la agarró del brazo y la llevo a rastras con ella.

Volteo a verme y por un segundo creí que ella esperaba estar conmigo. Pero vamos, quien querría estar conmigo

- Bueno, chico zombi creo que estaremos juntos.

- No intentes tocarme, mirarme o entablar una conversación conmigo Solace, por qué te mandaré directo al río Estigio. Y eres joven y tiene toda una vida por delante, así que supongo que no quieres morir tan deprisa ¿Verdad?.

Will levantó los brazos rindiéndose.

- Está bien, está bien. No lo haré.

Tomé la delantera antes de que dijera otra palabra o que su feliz aura me contagiase.

Buscamos por horas y horas y no había absolutamente ningún indicio que una moneda mágica o diferente de las demás se alzara en medio de todo ese basural.

Ya estaba casi poniéndose el sol.

En estos momentos tenía ganas de ir a visitar a Hefesto en su fragua y darle de lo bueno en su carita divinamente deformada.

- Nada en ocho mil kilómetros cuadradod- dijo Will sentándose encima de una caja de metal corroída- No sería mejor mandarnos a buscar, no lo sé, alguna silla de dos metros fluorescente.

No le respondí, pero concordaba con él.

Esto era tan inútil como contar tus cabellos o los granos de arena que hay en una playa..

- Será mejor que nos reunamos con los demás en el punto de partida.

Allí estaban Lilia y Rachel sentadas hablando tomadas de la mano. Seguro una plática profunda de chicas y no tenía ganas de escucharla.

Rachel volteo a verme con una sonrisa pícara y seguido se levantó.

- No vieron a Percy o Annabeth- preguntó un poco preocupada.

Negué con la cabeza.

- Deberíamos ir a buscarlos, ya casi está oscuro- observó Lilia.

Nadie se negó.

Seguimos el camino que habían tomado.

- ¡Percy! ¡Annabeth!

Ok, empezaba a preocuparme.

Divisé dos figuras no muy lejos de nosotros paradas en frente de ¿Un robot gigante?

- Chicos estábamos preocupados- les reprochó Rachel.

- Lo siento- Dijo Percy. Tenía los ojos cristalizados como si hubiera estado llorando, Annabeth estaba igual.

- ¿Están bien?- les pregunto Will.

Annabeth se secó una lágrima rápidamente y me miró una fracción de segundo.

-S..si, si todo bien no sé preocupen.

Me fijé en que Percy tenía algo escondido detrás de su espalda.

Fruncí el seño en dirrección a él.

-¿Que tienes ahí?