XXIII

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Este capítulo va dedicado para AckermanAgus ❤️

Te ganaste un lugar en mi cocoró

~°~°~°~°~°~°~°~°~

(Nico)

En que me metí.

No solo estoy tratando de no caerme de esta chatarra, sino también de no ensuciarme.

Es la única campera buena que tengo, no me arriesgaré a perderla.

Y las palabras de aliento que Will me está dando desde abajo, no ayudan para nada a mejorar esta situación.

- Vamos, Nico- grita una y otra vez- ¡Ya casi llegas!

-¿Quieres, por los calzones de Hades, callarte un poco Solace?.

- Lo siento.

Negué con la cabeza y seguí subiendo.

Estaba ya a la mitad, digamos que agarrado de una zona para nada agradable.

Bien, lo diré. Estaba en el trasero de Talos.

Con un empujón me agarré de lo que vendría a ser el extremo de su camiseta, y fue una mala idea.

Estaba tan grasoso que si no fuera por mis reflejos, habría terminado hecho papilla en el suelo.

Jadeando, palpee buscando una zona de la que sostenerme, para poder llegar a esa cabeza llena de engranajes.

Daba gracias a los dioses (y jamás lo hacía) de que Talos había decidido estarse quieto, jugueteando con los autos viejos como si fueran Hot-Wheels comunes.

Aun no podía entender quien había despertado otra vez a esta chatarra. Se suponía que Bianca había dado su vida para destruirla.

Supongo que las máquinas eran igual que los monstruos. Podían volver una y otra y otra vez, para complicarnos nuestra mísera existencia como semimortales.

Luego de luchar por un rato, logré llegar a la cabeza.

Inspire hondo un par de veces, tenía que ser muy silencioso. Más de lo normal.

Su cabeza media unos dos metros. Procure no mirar hacia abajo, estaba a demasiada altura. Un descuido, un paso en falso, y chau Nico.

Agarrado de unos cables sueltos que le salían de la cabeza en forma de cabellos, busque con la mirada alguna ranura, palanca o pequeña grieta que me indicara la entrada a sus circuitos.

-¡Ves algo!

Annabeth estaba a los pies de Talos, su cabellos rubio, y la manera de unir sus cejas a modo de concentración me hizo acordar bastante a Lilia.

- Aún nada.

No acabé de decirlo cuando de un salto nada agradable, Talos se levantó.

Los sonidos oxidados de máquina vieja resonaron por todo su cuerpo. Parecía uno de esos prototipos que hacían los niños de preescolar, y que los maestros debían aprobar por esfuerzo. Una máquina reciclada.

-Woah- me agarré con las dos manos del cable para no resbalarme.

Ya al estar erguido, Talos media mucho más de lo que me gustaría. La tierra firme estaba demasiado abajo.

Su torso dió un giro de ciento ochenta grados, y mis pies se despegaron de sus hombros, quedando totalmente colgando.

Percy y Annabeth dieron un gritó ahogado y se lanzaron contra Talos.

Annabeth con su daga, intentaba mantenerlo en su lugar metiendo clavadas en los metálicos pies del gigante.
Percy con contracorriente hacia lo mismo.

En una de esas, Annabeth logro traspasarlo. Talos gritó tan fuerte que me dejó sordo. Mis oídos tenían un dolor punzante. De cerca, era aún más ruidoso y potente.

Se balanceo de nuevo, y con su mano intento quitarlos de encima.

Le dió a Percy en el pecho y salió volando unos cuantos metros atras, su espalda chocando con una heladera.

Talos dio un paso hacia él.
Pero Rachel se había trepado de nuevo a la colina de autos viejos, y tratando de acaparar su atención, blandia en sus manos su mochila colorida.

-¡Oye tú!- gritó- ¡Deja a mis amigos en paz!

Mientras tanto, Will trataba de curar a Annabeth, quien tenía un feo raspón en la cara, y la sangre parecía marearla.

Cuando mis oídos estuvieron estabilizados, empecé a buscar con rapidez esa ranura. Tenía que estar en algun lado...

Touche

Invisible a la vista, tan pequeña que nadie se habría dado cuenta. Ni yo lo había hecho.

A mi nariz había un diminuto botón.

Mis pies tocaron nuevamente los hombros de Talos y lo apreté rápidamente. La parte trasera de su cabeza se abrió, dejando ver sus circuitos internos.

Con la mano que tenía libre, removi los cables buscando el correcto.

Bianca siempre me decía cuando estábamos en el Casino Loto, y nos pasábamos el día (que al final fueron décadas) jugando a los videojuegos,  que los cables rojos son los que te daban la energía para funcionar.

Había muchos cables, pero ninguno rojo.

-¡No lo encuentro!- grite a Annabeth- ¡Que debo hacer!

-¡No busques rojo! ¡Dorado, Nico, dorado!

Talos seguía luchando, esta vez intentado atrapar a Rachel.

En grandes zancadas iba y venía, dando vueltas por las colinas, buscando a la pobre pelirroja que del susto se había escondido.

Debía concentrarme aún más. Talos no me había sentido aún, pero pronto me notaría.

Aseguré mi agarre aún más, y seguí.

Verdes, morados, había uno hasta multicolor. No tenía muy buena noción del tiempo pero estaba seguro que estuve más de cinco minutos buscando el maldito cable dorado.

Y cuando lo encontré, tarde, me di cuenta que no tenía con que cortarlo.

Era muy peligroso hacerlo con los dientes, mira si lo mordía y quedaba electrocutado.

Un final muy heroico, si.

Después de esta misión, podían darme un diploma a mejor malabarista. Porque eso es lo que estaba haciendo intentando agarrar mi espada.

La tuve entre mis manos y en una sola blandida, lo corté.

De repente Talos se quedó en su lugar, con un chirrido sus ojos se apagaron y sus pies quedaron como piedras.

Solté todo el aire qué tenía contenido.

Pero, soy Nico di Angelo. Y en mi vida, el alivio no existe.

Empezó a balancearse, primero despacio. De un lado a otro.

Y sucedió.

Perdió el equilibrio y en cámara lenta empezó a caer de espaldas.

Abrí mis ojos, Talos iba a aplastarle, y no había salida.

No podía saltar, me entró pánico.

Cinco, cuatro, tres...

Me haría puré.

Dos, uno.

Y desaparecí.


Los Reyes del Inframundo ━♛ (ɴɪᴄᴏ ᴅɪ ᴀɴɢᴇʟᴏ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora