Atalaya: ¿Usted está honrando la misión para la que fue llamado?

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De ella también depende la salvación de su alma

Con la finalidad de concientizar sobre la gran responsabilidad que tienen todos los que predican la Palabra de Dios, el obispo Edir Macedo explicó lo que dijo el propio Dios por medio del profeta Ezequiel.

“Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra del Señor, diciendo: Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando Yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma.” (Ezequiel 3:16).

Predicar el Evangelio no es suficiente

El impío es todo aquel que vive en el pecado. El atalaya, a su vez, es el siervo de Dios que tiene la misión de predicar la Palabra.

Por lo tanto, es responsabilidad del Atalaya avisarles a los pecadores del peligro de la muerte eterna, en caso de que no se conviertan del mal camino. Cuando él hace eso, aunque el impío permanezca en el pecado y, por eso, se vaya al infierno, el Atalaya estará libre de cualquier culpa, una vez que hizo su trabajo.

Por otro lado, si el siervo de Dios “quiere hacer un pequeño ajuste con un discurso políticamente correcto y no advertir al pecador, su sangre le será cobrada al Atalaya”, alerta el obispo Macedo.

Por consiguiente, no basta predicar el Evangelio y tener una vida recta, también es necesario actuar rectamente con respecto a los impíos. Es decir, concientizarlos de las consecuencias de sus pecados. Y ese deber es para todos los siervos de Dios, independientemente de la posición.

La piedra de tropiezo

No obstante, la responsabilidad del Atalaya no es solo con respecto a los pecadores, sino también a los justos, que son los que practican la Palabra de Dios:

“Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere Yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma” (Ezequiel 3:20-21).

“Puede ser un obispo, un pastor, una obrera, un obrero, un miembro. Si a pesar de haber sido avisado él permanece en el error, las almas que él ganó, todo el trabajo que hizo durante tantos años serán olvidados y su alma se irá al infierno, pero el Atalaya que le avisó salvará su alma”, aclara el obispo.

Tomado del blog Universal México.

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