La lección de la chimenea

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Vea la importancia de la Iglesia para el mantenimiento de su fe

Un día, un hombre —que estaba apartado de su iglesia desde hace varios meses— decidió visitar la casa de su pastor.

Llegando allí, empezó a lamentarse, a hablar de sus problemas, de las dificultades que estaba enfrentando, pues todo eso en su vida estaba saliendo mal.

Él dijo que estaba allí para que el pastor pudiera ayudarlo con una orientación.

El pastor, entonces, lo invitó a pasar a la sala y sentarse delante de la chimenea, pues el día estaba muy frío. Llegando allí, le dijo al hombre:

—Yo no diré nada, solo te mostraré lo que te está haciendo falta.

Enfatizó el pastor que, usando unas pinzas para chimenea, retiró una brasa encendida y la apartó del brasero.

Y continuó:

—Vamos a observar lo que sucede con la brasa, comentó.

Mientras estaban allí, aquella brasa fue perdiendo luminosidad y, poco a poco, se estuvo apagando hasta que se quedó completamente apática, sin vida.

Ante aquella escena, el hombre señaló:

—Muchas gracias, pastor. No necesita decir nada más; ya entendí lo que necesito hacer.

Él lo reconoció y pudo entender que como una brasa lejos del brasero, también estaba “apagándose” lejos de la iglesia.

¡Congréguese!

Es fácil encontrar en las Santas Escrituras un sinnúmero de pasajes, cuya orden es: CONGREGAOS.

Originalmente, la palabra significa juntarse, reunirse, agruparse. Y como ovejas del rebaño, cuyo Pastor es el propio Señor Jesús, es necesario estar reunidos.

“… no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:25).

El obispo Edir Macedo explica que la razón por la que esta epístola fue escrita, es que muchos judíos estaban dejando de reunirse, como en los primeros días, después de que el Señor Jesús ascendió a los cielos.

“Los motivos de esa ausencia eran el miedo de exponerse a las duras persecuciones de aquella época y el rechazo de algunos de mezclarse con los gentiles. Además de eso, había mala influencia de aquellos que sembraban la idea de que reunirse no era necesario”, aclara.

Sin embargo, la iglesia física posee el papel fundamental para el mantenimiento y desarrollo de la fe y, como resalta el obispo, ninguna situación justifica el abandono —por parte del cristiano— de su deber de congregarse y, consecuentemente, dejar de recibir la instrucción y el fortalecimiento espiritual necesarios para su vida.

“Es un engaño pensar que la participación en los cultos e involucrarse en las actividades evangélicas son prescindibles, pues así es como interactuamos los unos a los otros y nos estimulamos espiritualmente. Falla quien cree que puede caminar en la fe aislado de todos, rechazando la determinación Divina y también a la iglesia, que es la novia de Cristo”, alerta el obispo.

Si usted está pasando por esa situación, tome consciencia y ¡reaccione! Participe hoy mismo en una de las reuniones en su iglesia.

Tomado del blog Universal México.

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