¿Le falló a Dios?

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Cuando le fallas a Dios, la primera sugerencia que llega a tus oídos es dejarlo de una vez por todas


«Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes» (Génesis 17:5).

Es interesante ver que Dios cambió el nombre de Abraham mientras él aún no era padre de muchas naciones. Normalmente, nosotros nombramos a alguien por un hecho, o por algo superado o conquistado, pero así no es como Dios trabaja. Dios nos da un nuevo nombre antes de darnos una nueva reputación. Esto es porque el nuevo nombre no se relaciona con nuestros hechos o muchas obras, ni mucho menos con nuestro pasado, sino que se relaciona con quienes somos.

Dios cambió el nombre de Abraham después de doce años sin comunicarse con él. Muchos, en lugar de Abraham, habrían pensado que Dios los abandonó. En realidad, Abraham cometió un error muy grave después de que Dios le dio la victoria sobre los reyes más poderosos de la región, cuando él escuchó a Saraí y se acostó con Agar, para darle una «ayudadita» a la promesa de Dios. Con seguridad, Abraham vio el error que cometió antes de que Ismael naciera, ya que los problemas de matrimonio que él no tenía empezaron a existir.

Eso es lo que sucede cuando intentamos hacer las cosas a nuestra manera, sin pensar en lo que Dios piensa al respecto. Lo echamos a perder y después nos quedamos con varios problemas en las manos. Pero lo importante es no abandonar la fe.

Cuando le fallas a Dios, la primera sugerencia que llega a tus oídos es abandonarlo de una vez por todas. «A final de cuentas, se acabó, ya no hay más remedio para ti, no mereces el perdón de Dios, tú no, porque ya debías saber lo correcto de lo incorrecto, para ti no hay perdón, ¡ve y entrégate de inmediato al mundo!». Pero, pregúntate: ¿qué es más práctico, fallar y enmendarse, o fallar y volver a equivocarse más? Ya que la cuenta siempre llega, lo más práctico e inteligente es enmendarse, ¡obviamente! Pero, lamentablemente, eso no es lo que hace la mayoría de las personas que caen en pecado. Piensan que la solución es vivir en el pecado…

Dios dejó que Abraham pagara por las consecuencias de su error, pero no Lo abandonó precisamente porque Abraham aceptó pagar y aprender de ellas. Abraham aprendió tanto que cuando Dios habló con él de nuevo, después de tantos años, ¡ya fue para cambiar su nombre!

¿Te equivocaste? Paga por tu error, ¡pero no vivas en él! Enmiéndate, aprende a no caer más en la misma trampa y sé perseverante en enmendarte ante Dios. Él no te abandonó y no te va a abandonar, siempre y cuando tú no Lo abandones de una vez por todas.

En la fe.

Elaborado por Cristiane Cardoso.

Tomado del blog Universal México.

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