Chapter Twenty Five

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Randolph Road 16.09

Bill caminaba con Silver a su lado, perdido en sus confusos y aparentemente profundos pensamientos. Stan, por su parte, se mantenía callado y de vez en cuando le dirigía miradas escrutadoras, preguntándose qué pasaba por su cabeza. Denbrough no hablaba, tan solo miraba hacia el frente con el rostro tenso y preocupado. Una opresión en el pecho lo molestaba y la constante sensación de que algo no iba bien rondaba en su cabeza. Muy pocas veces Bill estaba así, y cuando sucedía eso, era porque algo malo iba a pasar, sus presentimientos eran bastantes acertados.

Bill no supo qué era exactamente, hasta que ambos sintieron pasos detrás de ellos, eran quizás un par. Las suelas de los zapatos resonaban en la carretera de asfalto, decididas y amenazantes, peligrosas, y parecían alcanzarlos conforme los segundos pasaban. Stan no quería voltear, pronto supo qué era lo que la expresión preocupada de Bill significaba. Confirmó que los presentimientos del líder siempre eran acertados.

-Creo que debemos irnos rápido, Bill.- Susurró el judío, apretando el manubrio de su bicicleta fuertemente y acelerando el paso. Sin embargo, Denbrough no lo hizo. Este último soltó a Silver, la cual generó sonidos metálicos al impactar con el concreto, y dió vuelta. Stan se volteó a verlo, asustado, dejando caer su bicicleta de la misma forma, al mismo tiempo que Bill volteaba a ver a los dueños de las pisadas, y fue cuando ambos repararon las presencias de Henry Bowers y Patrick Hostetter.

La angustia creció en el lugar y Stan supo que absolutamente nada bueno se aproximaba. Su acompañante también lo entendió, entendió que no estaría a salvo, algo le decía en su interior, casi como una pequeña vocecita, que solo le sucedería a él, y que debía enfrentarlo, porque era la única manera de deshacerse de aquellos despiadados delincuentes adolescentes que acechaban sus vidas cuando les daba la gana y no planeaban dejarlos en paz.

Debía hacerlo por Eddie, su mejor amigo, porque el asmático ya había sufrido bajo las garras de ese maniático. Lo soportaría por Will, porque a pesar de que no eran tan cercanos, la vulnerabilidad que lo caracterizaba se vería corrompida si volvía a padecer bajo Henry. Pero él podría soportarlo, él era fuerte, de espíritu y carácter. Lo soportaría por sus amigos, lo soportaría porque no quería que le ocurriera nada a su pequeño hermanito, jamás lo permitiría. Estaba dispuesto a cargar con aquella cruz, si eso impedía que lo tuviera que hacer alguien que él quería.

Se lamentaba por Stan, lastimosamente él estaría presente, vería lo que sucedería. Probablemente llegara a odiarlo, pero mientras no le sucediera nada, podría soportar aquello también.

Lo que estaba apunto de suceder, hundiría por siempre a aquellos psicópatas que desgraciaban sus vidas y las de los demás en el pueblo. Era el momento decisivo. Por fin podrían encerrar a aquellos locos si mostraban las pruebas suficientes. Lamentablemente en Dawkins, aquel pueblo conservador y de tradiciones retrógradas, era así, alguien debía estar al borde de la muerte o el peligro para que las miserables autoridades del orden se animen a hacer justicia, y solo si disponían de las pruebas suficientes.

Henry tenía en su rostro una mirada burlona, desquiciada, propia de él y su perturbada salud mental. Disfrutaba el momento y mucho más cuando en su mente se presentaban las imágenes de lo que estaba a punto de hacer. Podía sentir el miedo emanar de Stan, percibía la actitud desafiante de Bill, y la excitación parecía reemplazar la sangre de sus venas hasta que solo la adrenalina recorría su torrente sanguíneo.

-¿Q-qué quieres, Henry?- Preguntó Bill mirando a los ojos al rubio, aquel que le dedicaba un sonrisa asquerosa y reflejaba su perturbación con solo mirarlo.

-Quiero divertirme un poco, mariquita ¿Verdad Patrick?- Henry golpeó levemente el pecho del mencionado, haciendo que este confirme sus palabras asintiendo. Ambos rieron haciendo temblar a Stan. El rizado sintió el pánico invadir su pecho, y decidió acercarse a Bill. -Eh, eh, eh. Dónde crees que vas, judío de mierda.- Le habló Henry, alzando la voz y avanzando unos centímetros. -Deja tu maldito culo dónde estás.- Stan se detuvo, y optó por hacerle caso. Estaba preocupado por Bill. Su rostro parecía desafiante, pero la resignación se había apoderado de sus ojos y no tenía idea de como interpretar eso.

-¿Que q-quieres, Henry?- Denbrough repitió su pregunta, y fue suficiente para que el mencionado actúe. El rubio se acercó rápidamente a Bill y lo tomó por el cuello, uniendo sus miradas. Stan quiso intervenir, quiso llenarse de valor y defenderlo, pero Patrick se lo impidió al llegar a él velozmente. Un golpe en su estómago le quitó el aire y sintió como Hostetter le arrebataba su Kipá y la lanzaba lejos de ellos. -¡D-di le que lo deje!

Henry apretó su agarre, cortándole la respiración.

-Tú no me dices qué hacer, tartamudo estúpido.- Apretó más el cuello de Bill y cuando este abrió la boca en busca de aire, su puño estampó en su mejilla fuertemente, haciéndolo caer de rodillas, aturdido y con dolor. Sintió sangre brotar de sus encías y la mejilla caliente. Llevó la mano hasta el lugar y trató de mantenerse consciente.

-¡Bill!- Gritó Stanley sin poder hacer mucho, Patrick lo tenía agarrado de los brazos detrás de él, inmovilizándolo y lastimándolo. -¡Déjalo Henry! ¡Déjanos ir! ¡Por favor!

-Los dejaré ir, sí.- Concordó Henry. -Pero solo cuando me haya divertido lo suficiente.- Tomó al aturdido Bill del cabello y de un tirón lo puso de pie. El afectado hizo una mueca de dolor, y solo atinó a mantenerse parado sin llegar a caerse. Su oído zumbaba y no escuchaba muy bien. Estaba desorientado. El golpe había sido certero y brutal en su oreja, propio de un chico mayor, alto y musculoso como lo era Henry.

-Muévete, zorra, camina.- Dijo el rubio y comenzó a empujar a Bill en dirección al bosque. Patrick dirigió a Stan por el mismo camino mientras lo sujetaba fuertemente, y de vez en cuando le daba otro doloroso golpe. Caminaron lo suficiente como para alejarse de la carretera, hasta que llegaron a un claro del lugar, con basura y porquerías por doquier. -Nos vamos a divertir, Bill. Nos vamos a divertir mucho.- Henry lanzó al líder al sueldo de una patada, y le asestó un rodillazo en el estómago, quitándole el aire y haciéndolo doblarse de dolor.

-¡Déjalo Henry! ¡Déjalo, por favor!- Gritó nuevamente Stanley, y fue callado por un puñetazo en su mejilla por parte de Patrick. Cayó de rodillas igual que Bill, sosteniendo su mejilla y viendo con ojos llorosos a su amigo.

-Cierra la boca, judío imbécil.- Henry se colocó detrás de Denbrough, y colocando una mano en la cabeza del chico, presionó su mejilla contra el suelo. Bill no dijo nada. Sabía lo que vendría. Tendría que aguantarlo.

-Me voy a divertir, me voy a divertir...- Susurraba el rubio, perdido en su locura y en su propio disfrute. Con su mano libre bajó el pantalón de Bill junto con sus calzoncillos, dejándolo expuesto, indefenso, débil frente a él. Y aún así, este no hizo nada. Cerró los ojos fuertemente y apoyó la manos en la tierra, quieto. Stan gritaba que lo dejara en paz, y aunque Bill mantenía sus ojos apretados, en su mente veía el rostro lloroso y preocupado, impotente por no poder hacer nada del judío.

Seguía aturdido, pero aquella vocecita en su cabeza aún insistía en qué debía aguantar. Y eso hizo. Aguantó cuando el sonido espeluznante del cierre del pantalón de Henry al bajarse llegó a sus oídos. Aguantó cuando Henry río desquiciado por lo que hacía y Patrick seguía golpeando a Stan. Aguantó cuando Henry se apretó contra él. Pero no soportó cuando lo penetró de una vez. Las lágrimas salieron de sus ojos apretados y los sollozos escapaban de su boca uno tras otro. Sentía su interior desgarrarse y algo caliente recorría sus piernas cada vez que Henry salía y volvía a entrar en él. Sangre, estaba seguro que era sangre.

Stanley estaba en estado de pánico. Henry se estaba llevando la inocencia de Bill con cada estocada y él no podía hacer más que gritar. Se odió, se detestó en ese momento. Le dió la razón a Henry y se consideró un marica por no poder hacer nada.

Y Bill siguió aguantándolo. Aguantó hasta que Henry se cansó de ultrajar su inocencia y acabó en su interior sin pensarlo. Y solo en ese momento, cuando el rubio guardó su miembro y se levantó asestándole un rodillazo en la cara, fue que sucumbió a la inconsciencia y dejó que la oscuridad lo tragara por completo. Escuchó a Stanley lejos, muy lejos, pero oyó perfectamente la vocecita que le hablaba.

Lo aguantaste. Ahora depende de tus amigos, depende de Stan, lograr encerrarlos para siempre.

He's mine! » Reddie ⟩ST - IT⟨ •AU-Crossover• [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora